lunes, 16 de febrero de 2015

¿Es el fin?

El descubrimiento de que los dirigentes del sindicato de trabajadores de la banca de Comisiones Obreras, se ha beneficiado de sobresueldos, así como sus delegados sindicales, durane años, añadido al hecho de que se han gastado millones de euros durante años en comidas y otras "actividades" que nada tienen que ver con el sindicalismo, parece colmar el vaso de lo que se ha ido descubriendo hasta el momento en materia de corrupción sindical. 

Sindicalistas que han formado parte de consejos de administración y que no han dicho ni pio sobre los grandes sueldos y comisiones que se repartían -y de los que eran beneficiarios- a cuenta de los depositantes y pequeños ahorradores; un dirigente sindical minero que, después de una vida ejemplar para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores en un sector especialmente duro, aparece con una cuenta millonaria; la participación en acciones delictivivas que han tenido como fin beneficiarse personalmente con dineros que no les pertenecían, sin distinción de centrales sindicales -o po lo menos las más importantes del país- son otros datos que ponen en la picota a organizaciones que tanto han hecho por la clase obrera, por los asalariados y por la consecución de la democracia en España. 

Parece que a los sindicatos (a sus grupos dirigentes o a algunos de ellos) les ha pasado como a la Iglesia, que una vez se mezcló con el poder todo fue aprovecharse de él para enriquecerse y abandonar sin miramientos las funciones para los que fueron creados. ¿Que dirían Anselmo Lorenzo, Cipriano García, Marcelino Camacho, Julián Ariza, Nicolás Redondo, Abad de Santillán, Francisco Ascaso, Pestaña, Peiró, Trifón Gómez y otros, por citar solo a algunos que han dado un ejemplo de abnegación y honradez impagables? 

Ya el sindicalismo está sobrepasado por las nuevas formas de producción y por la globalización económica, ya los sindicatos tienen dificultad para concitar apoyos en torno a sus reivindicaciones, ya sufren el azote feroz de la derecha más reaccionaria, ya no tienen el apoyo de los partidos socialistas de forma incondicional... sino que ahora caen algunos de sus dirigentes en las más ingnomiosas prácticas. ¿Estaremos ante el fin del sindicalismo tal y como lo hemos conocido? ¿Estaremos asistiendo al fin de una historia grandiosa de logros en favor de la población trabajadora?

La patronal se frota las manos, el partido del gobierno otro tanto, los medios de comunicación publican datos (muchos ciertos y otros supuestos), mientras los sindicatos están sumidos en una crisis ya muy larga que puede que comenzase en los años noventa del pasado siglo. Cierto que siguen dando una enorme cantidad de servicios a sus afiliados, informan de derechos a unos y otros, agrupan para hacer la fuerza que se pueda y el mundo del trabajo no se convierta en pasto para ser comido por unos pocos, resisten en ocasiones de forma numantina cuando en algunos países, como en España, ha desaparecido casi por completo la negociación colectiva, única forma que quedaba antes de llegar a la manifestación, a la huelga a las diversas formas de la acción directa. 

Creo que los sindicatos -en general- han caído en vicios imperdonables en las últimas décadas: cierto corporativismo en detrimento de otros grupos, defender a quienes tienen trabajo en detrimento de quienes están paro (particularmente en algunos sectores) el no cuestionamiento del sistema económico imperante (aunque en esto en connivencia con la sociedad en su conjunto), una burocratización que está en el germen de los vicios que ahora cosechamos, la aceptación para cargos de importancia de verdaderos incompetentes e indeseables desde el punto de vista moral...

No apuesto nada por los sindicatos para los próximos años pero me gustaría que remontasen el vuelo con fórmulas imaginativas para ilusionar de nuevo a buena parte de la población. Quizá todo pase por un debate y reflexión de fondo que nos lleve a un sindicalismo distinto pero que ha de perseguir ser útil a los trabajadores de todas las clases, liberados ya de la hez de aquellos que se han aprovechado de posiciones de ventaja para enriquecerse como si de sicarios de la gran mafia se tratase. 

L. de Guereñu Polán.

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