lunes, 23 de febrero de 2015

Un socialista poco conocido: Cabello Toral

Cabello Toral
Llegó a ser Presidente del Partido Socialista Obrero Español por breve tiempo, formando parte también de la dirección nacional Largo Caballero, Fernando de los Ríos y Wenceslao Carrillo, entre otros. Era esto en 1931, poco antes de que fuese elegido por única vez como diputado en Cortes y cinco años antes de que falleciese, en mayo de 1936, y sin conocer por tanto la guerra civil. 

Nacido en Valladolid, fue uno de los menores de una familia numerosa (creo que tuvo seis hermanos) y su padre era un humilde zapatero. Cabello Toral fue el fundador de la agrupación socialista de Valladolid y su principal animador; llegó a ser varias veces concejal en dicha ciudad y luego representante obrero en el Insituto Nacional de Previsión, creación en 1908 de las autoridades restauracionistas. También fue miembro, durante la dictadura de Primo de Rivera, de la Comisión de Reformas Sociales (ya con el nombre de Instituto) siguiendo en esto la actitud de Largo Caballero: ante todo la defensa de la Unión General de Trabajadores y del Partido Socialista, aunque fuese colaborando marginalmente con un régimen no democrático. 

Hoy puede parecer criticable, y sin duda lo es, esta etapa del Partido Socialista, pero el hartazgo a que se había llegado con el régimen de la restauración monárquica, que no fue capaz de conducir al país hacia una definitiva democratización, llevó a algunos dirigentes socialistas -como Largo y Cabello- a aprovechar la "benevolencia" de Primo para consolidar al PSOE y la UGT. No se trata aquí de justificar aquella colaboración con la dictadura, pero sí de explicar, en la medida en que sea posible, por que se hizo.

En realidad Cabello Toral se había hecho a sí msimo, sin poder formarse académicamente, sus conocimientos le vinieron de la vida societaria y de su profesión de tipógrafo, que como algunos fundadores del PSOE, ejerció en Valladolid. A una radicalidad inicial le sucedió el moderantismo de quien participa en organismos oficiales como los citados, pero según los estudios que se han hecho (conozco los de Pérez Solís y Palomares Ibáñez) siempre se mantuvo fiel a una conducta recta y honrada, sin dejarse llevar por el medro personal, aunque siempre contó con el apoyo y la estima de la militancia de la época. 

Anticlerical, formado en la lucha cotidiana por la mejora de las condiciones de la clase obrera, práctico y poco dado a grandes discursos que consideraba estériles, iba al grano en cada uno de los problemas con los que se enfrentaba. Republicano hasta la méduda, en esto sí se manifestó no solo contra la institución monárquica sino contra todo agasajo o carantoña que las autoridades pretendieron (e hicieron) a rey Alfonso XIII. Alguna vez tuvo problemas con la justicia e incluso fue separado de su cargo electo en el Ayuntamiento de Valladolid, pero más tarde volvió Cabello con su sentido práctico a dar mil batallas en favor de las organizaciones obreras existentes en su ciudad, en la provincia y luego, con su paso a la política nacional, en toda España. 

Cuando falleció en 1936, un mes antes del levantamiento militar que llevaría a la guerra civil, personas de toda ideología y condición asistieron a su entierro: entonces se reconocía más que ahora el esfuerzo realizado durante toda una vida, aún no estando de acuerdo con las posiciones, minoritarias primero, de Cabello Toral. Asistieron a su entierro Juan Negrín, Rodolfo Llopis, Simeón Vidarte, Andrés Saborit e Indalecio Prieto (entre otros), quien se expresó en el cementerio con una loa a la obra y personalidad de Cabello. También la prensa local -sobre todo- se hizo eco del fallecimiento y de la inmensa obra de abnegación y sacrificio que le llevaría a ser reconocido como justo representante de la soberanía nacional en las Cortes Constituyentes de 1931. Sin embargo, no volvería a ser elegido para nuevos mandatos durante la II República española. 

L. de Guereñu Polán.

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