El régimen nacido en sangre y
traición, golpe de estado y guerra civil, que parió la dictadura cerril e
inculta, de noche de piedra y sables, casi logró a través de su aparato
propagandístico uniforme y uniformado, borrar de la memoria de los españoles el
recuerdo de la eclosión de inteligencia, amor a la cultura, impulso socializado
de la educación, y desarrollo del librepensamiento, que fue la II República,
satanizando de paso, el sistema civilista y racional que representaba.
Una pléyade de personalidades ligadas a la
política, a diversas ramas del saber, la cultura y la ciencia que se reflejan en nombres como Besteiro, De los Ríos, Alcalá Zamora, Negrín, Azaña, Unamuno, Lorca, Cernuda, Machado, Max Aub, Sender, Picasso. Pau Casals, Bosch Gimpera,
Altolaguirre, Corpus Barga, Barea, Mercé Rodoreda, Pi i Sunyer, Puche Álvarez, Costero,
Pitaluga, Josep Trueta ó Severo Ochoa, por
citar apenas algunas, no solo fueron denigradas y difamadas por los sayones del
franquismo ramplón sino que intentaron sepultarlas bajo los muros del
nacionalcatolicismo y las tinieblas del régimen. Al tiempo su imperativa salida
de España fue una cruel sangría de lo más granado de la intelectualidad que supuso
una salvaje mutilación cultural, y un brutal retroceso del que España tardaría
muchas décadas en recuperarse.
Un partido político, que alardea
de ser centrista y democrático, y que goza de nutrida representación
parlamentaria, siempre se mostró favorable a sostener y no enmendar tal patético
estado de cosas. Oponiéndose tenazmente a la Ley de Memoria Histórica o
torpedeando cualquier intento de reparación a las víctimas de aquel drama. Abogando
tenazmente por perpetuar los símbolos y oropeles que en demasiados sitios honran
a canallas que deshonraron al pueblo y lo pisotearon con sus sucias botas
ideológicas, fundamentalistas y totalitarias. Es curioso el mimetismo entre muchos
miembros de dicho partido y todo aquello que afecta a una etapa pretérita que
se corresponde al nubarrón nazi - fascista que golpeó a Europa en las décadas
de los veinte a los cuarenta del siglo pasado…Aunque, en la otrora Europa
totalitaria, el engendró, se erradicase de raíz. A nadie en su sano juicio, en las
formaciones conservadores europeas, se le ocurriría a día de hoy, hacer guiños
a aquel pasado infame o mostrar complicidad tacita o expresa con él.
Quizás todo eso contribuya a que
tengamos una sociedad narcotizada, donde la conciencia democrática es todavía
un bien escaso, lo que la hace víctima propiciatoria de los depredadores que se
han hecho con el monopolio, primero de los recursos y la riqueza y finalmente de
la política… Una sociedad en la que se tiende a considerar heréticos a los que
plantean demandas reformadoras. La involución ideológica que cada día nos
alarma con medidas, -algunas tan zafias como la Ley Mordaza-, es el producto de
décadas de análisis interesados en laboratorios ultraconservadores a lo que
hace unos años se unió FAES con eficaz entusiasmo. Frente a ello la
socialdemocracia tanto en España, como en el resto de Europa, mostró una letal
ceguera y estratégicamente se vio desbordada. La ciudadanía perdió poder político,
si es que en algún momento lo tuvo más allá de un mero espejismo. La cultura de
izquierdas se ha fragmentado peligrosamente y la clase media y los trabajadores
en general han perdido su capacidad de respuesta al poder. Los poderes
económicos y financieros han conseguido situar en posiciones defensivas, de
temor y angustia a la ciudadanía, doblegándola con reformas crueles, muy ajenas
a sus intereses. Por vía de los hechos se avanza hacia el autoritarismo y la
insolidaridad.
El consenso más o menos alcanzado
entre el mundo del capital y el del trabajo y que amortiguó muchas tensiones en
Europa desde 1946, tras el final del la II guerra mundial, y que en España,
contribuyó a abrir el dialogo democrático en 1977, ha sido violentado
unilateralmente, al amparo de la crisis que soportamos, y el miedo de
supervivencia que genera, por la derecha europea en general, que en España,
mostró su versión más montaraz en este último trienio.
Recuperar Calidad de Vida y Democracia,… Sociedad
Solidaria y Libertad, debieran ser elementos prioritarios de reflexión y objetivos
capitales de las formaciones políticas progresistas democráticas, que habrán de
salir con pujanza de su letargo. Recomponiendo su situación diezmada y el marasmo
que las acogota, donde su ombligo semeja más importante que el interés de
colectividad. Tienen una cita
transcendente, que ya no admite espera. Pilotar el trabajo y esfuerzo del
conjunto de la sociedad y su monumental indignación.
Algo que exige la presencia
activa de la socialdemocracia, cuyo legado histórico debe ser puesto en valor, sin
el menor complejo, ante propuestas
emergentes, - interesantes como acicates, y fáciles de entender como legitimas
eclosiones de indignación y reivindicaciones genéricas puntuales, pera que
aparentan precarias al paso del tiempo. El socialismo democrático debe hacer
valer su presencia, restaurando sobre bases solidadas, la credibilidad del
contrato social de la izquierda democrática con la ciudadanía. Alianza cuya
utilidad quedo contrastada en los logros habidos durante décadas, al tejer un
incipiente y saludable Estado de Bienestar, que estamos viendo cómo se
desmantela con la mayor impunidad… Pero sabiendo que el tiempo político es
otro…tanto en la forma de hacer política, en las actitudes y en los o las
llamadas a encarnarlos. Ni es tiempo de fontaneros más preocupados por las
tripas del partido ni de viejos santones dados a conceder bulas de pedigrí
ideológico desde una posición periclitada.
Es un camino espinoso en el que como
primera medida hay que cerrar el capítulo constituyente abierto a duras penas y
con notable acierto en los difíciles momentos de la Transición. Es hora de una profunda reforma
constitucional, partiendo de lo positivo, que no es poco, para afrontar los
grandes los debates pendientes. Entre ellos uno no menor, la forma de estado. Y no cabe el manido argumento de la
oportunidad o lugares comunes similares. Es un pésimo ejemplo la familia que usufructúa
sin fecha de caducidad la jefatura del estado. Su voracidad desbocada en
satisfacer pasiones de abuelos, nietos, hijas, divorcios, etc., sin límites en
el desparpajo al invadir el erario público es ofensiva en un país con una
cifras de paro tan dolorosas y con casi el 20 % de la ciudadanía en situación
de desamparo económico cuando no bordeando la exclusión del sistema, situación
donde los menores y los jóvenes son grandes afectados.
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