domingo, 3 de mayo de 2015

La "convergencia de centros"

Me ha parecido ver en el actual panorama político español, comprobando los programas electorales de los partidos emergentes, un intento de aquella "convergencia de centros" que se dio en la Francia del II Imperio y que luego siguió funcionando durante la III República. Los dos partidos emergentes en España quieren ocupan el centro, lo que no es extraño porque de lo contrario no hay manera de avanzar en la actual socidad. Esto lo explicó muy bien Felipe González a finales de los años setenta y también lo intentaron Adolfo Suárez y Manuel Fraga, pero este tuvo su techo porque había estado demasiado comprometido con la brutalidad del franquismo.

El liberalismo francés durante la segunda mitad del siglo XIX, como el español, estuvo dividido (más bien unido) en dos grandes tendencias: los conservadores y los liberales propiamente dichos, que no tuvieron inconveniente incluso en aceptar la separación de la Iglesia y el Estado con el andar del tiempo, puntos de unión con los republicanos y otros aún más numerosos con los radicales. Los conservadores eran más bien partidarios de una monarquía orleanista, no bonapartista. Mientras la conjunción de estos grupos ocupó el centro político y electoral no hubo manera de que los socialistas y la izquierda en general alcanzasen el poder. Gambetta y Ferry tuvieron que esperar.

La "convergencia de centros", sin embargo, no funcionó desde un primer momento: primero tuvo que liberarse de los radicales, que hoy parecen estar a la baja en uno de los partidos emergentes españoles, ese que he llamado en otra ocasión "la cosa" por su indefinición: huyen de decir que son de izquierdas. El otro partido emergente (el de derechas) también huye de estas categorías, aunque todo elector medianamente avisado sabe a que atenerse. Los dos partidos a que estoy refiriéndome sin citarlos (no tienen por ahora categoría para mí) buscan la "convergencia de centros" como en la Francia de finales del siglo XIX. Creo incluso que allí donde se les permita podrán ponerse de acuerdo para cogobernar con la excusa de que a los dos les une la lucha contra la corrupción y el bipartidismo clásico (izquierda-derecha).

Si esto es así nada de 15-m, nada de radicalidad, nada de novedad, todo viejo y bien sabido. Veremos. Por su parte los partidos hegemónicos (clásico solo hay uno -o dos- el socialista y el PNV) parecen resignados a tener que compartir la tarta electoral con los emergentes (todo según encuentas que se repiten pero que no han sido refrendadas por elección alguna: en Andalucía volvió a vencer quien siempre lo había hecho menos en una aislada ocasión). Izquierda Unida, por su parte, debiera pensar en la posibilidad que se apunta aquí, porque si quiere encarnar las "esencias" de la izquierda (lo mejor sería hacer reverdecer al Partido Comunista ya desprovito de leninismos y estalinismos derrotados) lo más lógico es que convergiese hacia el Partido Socialista, lo que ya han hecho varios centenares de sus militantes que incluso han ocupado altas magistraturas del Estado. Un viejo comunista cordobés parece haber caído en los cantos de sirena de los círculos que parecen alimentar a uno de los partidos emergentes, que dice no ser ni de izquierdas ni de derechas. Cosas de la edad probablemente.

Aparte de este análisis quedan los partidos nacionalistas en Cataluña y Euscadi, que veremos como les afectan los emergentes y la periclitación de los hegemónicos. Pero si estuviésemos ante una conformación de la "convergencia de los centros" muchas cosas habría que repensar en el panorama político español. Claro que todo proyecto tiene su fin, aunque tarde en llegar, como ocurrió con la "convergencia de los centros" francés en la persona de Reynaud y sus seguidores.

L. de Guereñu Polán.

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