lunes, 14 de septiembre de 2015

El laborismo británico

El socialismo o laborismo británico tiene unos orígenes y una evolución distinta de la que se dio entre los partidos socialistas en el continente europeo. Los laboristas fabianos desarrollaron una ingente labor social durante el siglo XIX y su interés por los problemas sociales ha sido evidente siempre, en contacto con el movimiento sindical que llevó a las organizaciones obreras a un poder extraordinario durante los mandatos de Harold Wilson, entre los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. Cuando se ve a los laboristas fabianos como una expresión conservadora del socialismo se olvida (o no se sabe) que fueron partidarios de "la socialización de todas las rentas económicas por medio de la tributación o la nacionalización, de forma que pudieran ser usadas para fines públicos": seguros sociales, provisión de capital para inversiones públicas, etc.

Los laboristas fabianos fueron partidarios de una intervención decisiva del Estado en la economía, lo que vino a deshacer durante su mandato conservador la señor Tatcher, pero no fueron partidarios del acceso al poder por medios revolucionarios -en la más clara tradición inglesa- sino mediante el respeto a las leyes democráticas. 

Ahora los laboristas británicos han elegido como dirigente máximo al veterano Jeremy Corbyn, del que ha dicho el caduco Blair que es "una amenaza para la seguridad". Más bien creo que fue el señor Blair una seria amenaza para la seguridad internacional con su decisión -junto al peor presidente de Estados Unidos, Bush- de intervenir militamente e Irak sin el amparo de la ONU y sin pruebas de que dicho país tuviese armas de destrucción masiva (antes se advirtió que no las había y luego se comprobó que así era). La frase pronunciada por el señor Blair no solamente desdice su condición de laborista sino que es una muestra de insolidaridad e injusticia con un correligionario, al que el Partido Laborista ha mantenido en un escaño parlamentario desde los años ochenta pasados. El señor Blair, por su parte, ha de responder de su enriquecimiento aprovechando misiones diplomáticas en Oriente Medio.

Es la tercera vez -si no recuerdo mal- que los laboristas británicos eligen a un izquierdista dentro de dicho movimiento en las últimas décadas: el primero fue Michael Foot, paficista y anticomunitario, pero no consiguió alcanzar la jefatura del gobierno. El segundo fue Neil Kinnoch, sindicalista que tampoco consiguió ser elegido primer ministro. Ahora tenemos a Corbyn, partidario de medidas claramente progresistas, rupturistas con la tradición impuesta por los "liberal-socialistas" de Blair. Este tiene un importante papel impidiendo el acceso al poder de los conservadores británicos durante diez años, llevando a cabo una actividad frenética en favor de los derechos humanos, pero el gran pecado de haber invadido Irak; ahora ya sabemos las consecuencias: muertes sin número, refugiados, miseria e inestablidad.

A Jerey Corbyn le queda un trabajo ingente: sentar las bases del laborismo británico en consonancia con los nuevos movimientos sociales que han ido surgiendo en Europa: pacifismo, ecologismo, política exterior no necesariamente seguidista de la de Estados Unidos, reforma drástica del papel del Estado en la economía y en los servicios sociales, combate sin miramientos a las políticas conservadoras del señor Cameron. No lo tendrá fácil: los halcones como Blair forman piña para que dure poco, pero hay nuevas afiliaciones al laborismo, hay nuevas experiencias en Europa, hay nuevos retos; en Estados Unidos no está Bush y previsiblemente no esté Trump. Si se hace con un buen equipo y conecta con una sociedad progresista ansiona de acabar con el conservadurismo en el poder, el veterano Corbyn puede triunfar y marcar el rumbo a otros socialismos europeos. 

L. de Guereñu Polán.

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