sábado, 9 de enero de 2016

Empanada mixta

Salvo situaciones históricas trágicas, es difícil encontrar un momento en la historia española del último siglo donde la situación sea más confusa, estúpida e irracional como la actual. Aparte el tema de Cataluña -que reconozco creí hace un año iba a tener menos recorrido- los partidos políticos están dando un ejemplo de como no se defienden los intereses de los electores que pretenden representar, ni se tiene idea de lo que es el Estado, ni se defiende la democracia que tanto ha costado construir. Lo mismo cabe decir de las organizaciones empresariales, que están exclusivamente a lo suyo sin manifestar con claridad lo que consideran es mejor para el país -no para cada empresario en particular- y los sindicatos de trabajadores, y son bastantes los existentes en España, no solamente la UGT y las CCOO. 

De ilusionantes movimientos sociales y de la facilidad para ocupar espacios en la televisión, ha surgido en España una excrecencia, una "cosa" que en un primer momento huyó de llamarse partido, luego se alió con otros grupos que tampoco se llaman partidos y que están unidos entre sí para un solo objetivo: desvirtuar la democracia española, aprovecharse de ella para fines no claros y forzar la legalidad hasta niveles que casi llegan a los de los independentistas catalanes. La "cosa" es presa de la alcaldesa de Barcelona y su grupo, por ello no tiene empacho en decir que no le importa exigir el incumplimiento del artículo 2º de la Constitución y -supongo- cualquier otro que se oponga a sus intereses particulares. El imperio de la ley no existe para esa excrecencia dirigida por un grupo de aprovechados que han sabido sacarle los cuartos, arteramente, al pueblo venezolano. La "cosa" dice no querer que gobierne la derecha más corrupta de Europa, pero no apoya al principal partido de la izquierda para evitarlo, dice haber obtenido 69 escaños en el Congreso -lo que es cierto- pero quiere formar varios grupos parlamentarios no para el beneficio de los españoles, sino para la satisfacción espúria de los grupos adheridos y de la constelación de partidillos enlatados artificiosamente.

El objetivo del señor Rivera, una vez conocido el resultado de las elecciones, ya se sabe: ponerse al servicio del partido más corrupto de Europa, olvidándose de las promesas de regeneración que, al parecer, alentaron su salto a la política nacional. Auguro a dicho político se convertirá en la permanente muleta del PP, a no ser que la gran banca y los más enfangados industriales españoles decidan cambiar de líder y le apoyen.

Lo de Izquierda Unida es ya el colmo: solo me explico que no haya una verdadera revolución entre la honrada militancia que la ha caracterizado por el cansancio tras tantos años de desaciertos, bandazos y divergencias de sus dirigentes. En vez de comprender que la mayor parte de sus miembros están ya desde hace años en el Partido Socialista, en vez de comprender que es con este con el que debieran intentar converger, prefieren hacerlo -pero no todos- con la "cosa", que no se sabe lo que es y que tiene alianzas con un sin número de pequeños partidos de importancia comarcal...

Algunos dirigentes del Partido Socialista han vuelto a caer en los errores y egoismos de siempre: es cierto que el PSOE siempre ha sido un partido partido, dividido en facciones no siempre justificadas, que obedecen exclusivamente a las ambiciones de poder de este o aquel. Lo fue con el "abuelo" Iglesias, luego durante la II República, en el exilio, en la transición ("históricos" y "renovados") y ahora de nuevo. En relación a la cuestión territorial hay un acuerdo marco aprobado hace unos años en Granada al que todos deben atenerse -creo yo-; en cuanto a los que gobiernan Comunidades Autónomas no les llega con ello, con lo que debe costar administrar bien los recursos de los ciudadanos, sino que se empecinan en predicar y cacarear en cuanto les ponen un micrófono delante, y cuando no, lo buscan con verdadera fruición.

Soy un ciudadano, desde mi juventud, de izquierdas, socialista del socialismo que hunde sus raíces en la lucha de las clases asalariadas por su emancipación y por conseguir una sociedad justa, no pertenezco a ninguna excrecencia nacida "ex novo" ni me convencen los populismos de los que saben buscarse la vida facilmente asesorando a regímenes corrompidos. Y como ciudadano que soy creo que lo mejor para mi país es que se vaya a unas nuevas elecciones y la población hable otra vez sobre la composición de fuerzas para legislar y gobernar. Cualquier otra fórmula de las que se habla me parece falsa e incluso peligrosa. 

Soy -ya lo he dicho aquí- de los que cree que el bipartidismo, siempre que sea querido por los electores, es mejor fórmula que la jaula de grillos en la que se ha convertido la política española. La política española, no España, porque esta funciona gracias a los que madrugan y van a sus trabajos cada día, hacen funcionar los trenes y construyen las casas, compran, arriman el hombro, sudan, sufren, venden su fuerza de trabajo para recibir a cambio un salario. En estos sí debieran pensar los dirigentes del Partido Socialista -me consta que algunos lo hacen- y cuanta excrecencia, "cosa" y demás inventos han aparecido en el escenario. Solo así se podrán ganar más confianzas de las que ingenuamente han recibido. 

L. de Guereñu Polán.

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