Se lee poco, los políticos no son una excepción
por ello se pierden lo que muchos libros, y otros soportes de comunicación, enseñan
de experiencias históricas, que hoy
serían muy valiosas.
En una conversación entre amigos, todos nosotros
interesados en la política, el más joven llamó la atención sobre que muchos de nuestros
argumentos estaban basados en principios e ideas que se sustentaban en
escritos, experiencias e historias que no son las que hoy generan opinión, en
especial entre los votantes más jóvenes. Él afirmaba que una gran parte de esos
posibles votantes validan como propias las ideas que se les venden, ya elaboradas y sin filtrar, sobre todo, desde
dos soportes la televisión y las redes de internet, sostenía que incluso la
prensa escrita exige un esfuerzo intelectual que muchas personas no están en
condiciones de afrontar, bien porque no quieren, bien porque simplemente no
pueden.
Como se supone que los que quieren ejercer como dirigentes
deben beber de fuentes más variadas y complejas para tomar sus decisiones, paso
a analizar la actual situación desde la perspectiva de que ellos tienen
obligación de esforzarse en entender y
digerir lo escrito por gente sabía, para elaborar sus propias ideas.
Para los que defienden una gran coalición. sobre
todo el actual presidente en funciones, sería útil conocer lo que Maquiavelo
recoge en su libro “El Príncipe” entre las causas por las que los príncipes
pierden sus estados, y, evidentemente, sus aliados sufren graves consecuencias.
El capítulo XIX dice: El príncipe debe evitar ser despreciado y aborrecido y
contiene la siguiente frase literal “se
hace odioso por ser rapaz y usurpar las propiedades de sus gobernados”, es
bastante probable que la abundancia de los casos de corrupción en el partido
del presidente y los muchos desahucios, copagos, subidas injustificadas de
impuestos, etc. podrían pasar rápidamente factura al conjunto de la coalición.
Continúa el mismo capítulo: “Un príncipe
cae en el menosprecio cuando pasa por variable, ligero, pusilámine e irresoluto”
(prometo que yo no he añadido nada), prefiero que cada lector haga su
valoración sobre a quién aplicar los calificativos, que contribuirían al
menosprecio de los ciudadanos.
Es claro que mi consejo de lectura se dirige sobre
todo a los posibles socios o aliados.
Respecto a la alternativa, que algunos califican
de izquierdas (yo no coincido con esa definición) las referencias las he
encontrado unos cientos de años después. Mao alecciona a los posibles
dirigentes en el apartado XVII del Libro rojo: “Debemos ser modestos y prudentes, prevenirnos contra el engreimiento y
la precipitación”; más adelante en el apartado XXVII continúa:”Es difícil para cualquier partido o persona
evitar los errores…. Si cometemos un error, debemos corregirlo y cuando más rápidamente
y a fondo, mejor”. Creo que las dos frases serían muy, pero que muy, útiles
a algunos de los recién llegados al Parlamento. También dejo al lector el
sujeto o sujetos a quienes mejor se aplica el ejemplo.
Lo de la posibilidad de errar y la necesidad de
corrección urgente y a fondo del error, es de aplicación a todos los actores
del proceso político en que nos encontramos, por lo que su consciente conocimiento y asimilación es un consejo general.
Sin embargo el consejo específico para los
candidatos a “príncipe”, es decir a
candidato a Presidente, lo encontramos en un soporte más próximo a los jóvenes
un comic de René Goscinny (guionista de Asterix el galo) titulado “Las
aventuras del califa Harún El Pussah” en el que el bonachón
y un poco despistado califa sufre el permanente acoso de su visir Iznogud que “quiere
ser califa en lugar del califa” usando toda clase de tretas, tácticas, estrategias
y alianzas. El consejo es meridiano, para ser presidente y ejercer como tal debe de
evitar, a toda costa, los ofrecimientos de cualquiera que muestre indicios de
sufrir el síndrome de Iznogud. Y desde luego tiene prohibido, por razones muy
contundentes, nombrarle visir.
Febrero de 2016
Isidoro Gracia
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