sábado, 12 de marzo de 2016

POLITICA EN TIEMPOS REVUELTOS



Estamos asistiendo a una creciente crispación perfectamente prescindible, que invita a recordar a D. Antonio Machado cuando nos advertida “En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.

Al pie de la legítima pasión en sostener aquello en que se cree, es prudente unir la mesura y la ponderación, de la que tan necesitado está este país a lo largo de toda su historia. No es lo más sano para construir el futuro, hacerlo sobre actitudes impropias y crispadas, pues el edificio seria precario. Determinados maximalismos, en cualquier boca, conducen a imposibles diálogos, y a cegar vías de encuentro, imprescindibles para trazar el futuro. Es llamativa la virulencia que se produce frente a las  siglas del PSOE (sin las cuales no sería posible el relato de la emancipación de la clase obrera en su momento y el de la modernización de España en las últimas cuatro décadas) y, por extensión, agravada por la injusticia de la criminalización indiscriminada de sus militantes. Virulencia que también se repite y ejerce sobre la formación morada, Podemos, desde diversos frentes. Es lamentable que una cultura de hostilidad se instale en lo cotidiano, contaminando en ocasiones la amabilidad y el respeto mutuo entre particulares.

En estos días donde la política parece naufragar, el recurso extremo disponible apunta a unas inevitables elecciones en el mes de junio. Desenlace que en gran medida cuestiona a sus actores. En primer lugar evidencia el descomunal dislate del Sr, Rajoy, jefe conservador, negándose a aceptar, como minoría mayoritaria, el encargo del Jefe del Estado, enlodando con ello el escenario.
 
Por su parte, el Sr. Sánchez, tras la espantada del Sr. Rajoy, aceptó la tarea en su turno. Puso manos a ella rodeado de condicionantes endógenos y exógenos. Frente a las cortapisas internas, se asió a un reforzamiento de la militancia, que en principio  semeja, usó quizás en sentido contrario a lo que se presuponía. En lo externo, la alianza que objetivamente era más razonable, empezó a hacer agua en los inicios, cuando el otro protagonista, mientras él estaba reunido el Zarzuela, intentó copar el escenario disponiendo del presumible pacto con una desenvoltura, como mínimo conflictiva. Y con claro menosprecio hacia el previsible socio. En el terreno de lo estrambótico, una mesa a cuatro y en paralelo una a dos… Con tal andamiaje, la construcción estaba viciada. Y la falta de contención, y de un mínimo “feeling” entre los interlocutores no hizo sino agrandar le brecha. El portavoz de Compromis en el Congreso, Sr. Valdomí  y la Sra. Oltra, pusieron en sus intervenciones  ponderación muy deseable, y creíble voluntad en solidificar un acuerdo. Pero el eco fue escaso.

Un itinerario idóneo, hubiera sido la confluencia de la izquierda de la Cámara en torno a un programa viable y posible, siendo conscientes de que las circunstancias, recomiendan una legislatura abreviada. Y con esa premisa y ese caudal de apoyos, propiciar acuerdos puntuales con Ciudadanos en orden a aspectos comunes que garantizasen su abstención. Una legislatura  orientada a reparar el desmantelamiento del Estado de Bienestar habido en el cuatrienio, enmendar los desafueros del austericidio y asentar las bases de la ordenación local, reforma de la Ley Electoral, derogación de la Reforma Laboral, Ley Mordaza, etc. y auspiciar la puesta en marcha de una profunda reforma constitucional dentro de la cual entre otros temas se encajen las relaciones territoriales. Pero sin perder nunca de vista, que el objetivo prioritario, no es cambiar  un presidente, (que también), sino las políticas, impuestas por el rodillo conservador, por su incompatibilidad con la necesaria orientación económica, fiscal, social y territorial

 La complejidad del reto no es menor. Por el contra, el ambiente, progresivamente enrarecido, terminó escenificando en la Cámara un lenguaje bélico e impropio, con un enfrentamiento propicio a todo menos a fomentar una alianza. En todo ello la pirueta del Sr. Sánchez, en un pacto estéril, que amenaza en convertírsele en losa. Aunque en lectura interna desactivase algún anclaje. Donde la anécdota es ese ánimo de negociar en pareja, que como mínimo invita al estupor. Todo el tiempo discurrido es apenas una colección de rifirrafes, que no merece ser historiado. Donde brilla la falta de sinceridad, los hechos desdicen las palabras, los agravios empedraron el camino y  la única terapia a tal situación, pareciera volver a las urnas.

Pero aunque  el desencuentro sin fin no parece tenga enmienda sin elecciones por medio, quizás aún no están agotadas las posibilidades. De forma muy tenue asoma alguna declaración como caída al azahar, que muestra que no todo está descartado, y que pueda germinar un proceso donde con generosidad en lo personal, y el interés  en pro del común como argamasa, se cimente una nueva oportunidad y salir del pantano en que estamos varados entre un mar de desconfianzas y el líder conservador, en estado catatónico. Desenlace que no está en atajos que sorteen la voluntad popular, con apelaciones a independientes y soluciones ajenas a la ciudadanía. O en algo tan inaceptable como  asistir a un pacto contractura, cuyos efectos devastadores para alguno de los socios no tardarían en asomar.

Antonio Campos Romay

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