domingo, 24 de abril de 2016

Franco e Iglesias

El Franco al que comparo aquí no es el dictador y criminal de guerra, sino el demagogo, inconsistente y republicano Ramón, hermano del anterior. El Iglesias del título es, como se puede suponer, el dirigente de "Podemos", una organización que me parece también demagógica, inconsistente y, en este caso, indefinida en cuanto a la forma de Estado, como en tantas otras cosas. 

Ramón Franco fue, como es sabido, un inquieto militar que incluso llegó a protagonizar algunas hazañas aéreas en el Atlántico, pero no es esto lo que quiero poner aquí de manifiesto, sino su comportamiento y maneras cuando decidió participar en la lucha política y se presentó candidato a las elecciones de junio de 1931, las constituyentes que darían el primer Gobierno elegido de la II República española. 

Tablada fue un acuartelamiento militar con aeródromo en Sevilla, al mando del cual estaba, en el año citado, Ramón Franco: no hizo otra cosa que incumplir la ley. Utilizó aviones para su personal campaña electoral, dividió al regimiento que allí se encontraba, tuvo un comportamiento sectario con los que no le seguían, prometió lo que no podía cumplir, lideró una candidatura llamada "republicana revolucionaria" que invitaba a los campesinos a tomar los latifundios, hacerlos suyos, arriesgar sus vidas, provocar desórdenes y otras tonterías, que bien se sabe hoy no conducen a nada sino a crear un espejismo que pronto se desvanece. 

El ministro de la Gobernación, Miguel Maura, hombre prudente y nada sospechoso de radicalismos (había sido monárquico hasta hacía poco tiempo) tuvo que intervenir para corregir los desmanes de Ramón Franco, llevando incluso el asunto a las Cortes. Allí denunció el uso indebido que el militar hacía de lo que era de todos, los alardes falsamentes revolucionarios de los que hacía gala y las invitaciones a la sublevación (incluso se llegó a hablar de una Andalucía independiente) de la población campesina, una de las más castigadas del país. 

Como era todo lo más incoherente que se puede ser (Franco el republicano) se presentó candidato, además de por Sevilla por Barcelona, pero aquí en las listas de Esquerra Republicana de la mano de Francesc Macià. Todo le valía al Franco alocado (como todo le valió al Franco dictador) con tal de estar en el candelero.

A medida que pasa el tiempo y veo el devenir del señor Iglesias, me parece que podría haber elegido también la carrera militar, sobre todo en el sentido en que la entendía Franco el republicano, con la más absoluta indisciplina y deslealdad, lo que es contrario a todo ejército que se precie. En cuanto a lo de prometer lo que no se puede cumplir, hablar sin saber mucho de lo que se habla, ser irreflexivo e intelectualmente flojo, charlatán y diletante, también son características que me parecen comunes. 

Ello no obstante les reportó -a uno y a otro- resultados electorales satisfactorios. El Franco republicano, una vez electo por las dos provincias (Sevilla y Barcelona) optó por renunciar al acta de la andaluza y acogerse a la catalana, pero luego no se inscribió en grupo parlamentario alguno, para poder campar por sus respetos. Los diarios de sesiones de las Cortes, en relación al episodio de la reprimenda que le propinó el ministro Maura, muestran la poca consistencia de Franco el republicano y lenguaraz, pues en el hemiciclo no se caracterizó precisamente por su sabiduría. El Iglesias indefinido, que dice estar superado eso de izquierda y derecha, y al que le vale igual el régimen del señor Maduro que el que pretende el señor Otegi, otro tanto de lo mismo. 

Ciertamente, parecen dos gotas de agua en tiempos distintos, con medios distintos, pero puede que la historia nos tenga reservados arquetipos que cada cierto tiempo resurgen para emponzoñar un poco más la ya difícil convencia de una sociedad. 

L. de Guereñu Polán.

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