viernes, 8 de abril de 2016

¿Que estado federal?

La propuesta de los actuales dirigentes socialistas en España, de reformar la Constitución para establecer un estado federal, parece ser la respuesta que se quiere dar al desafío soberanista del nacionalismo catalán, sobre todo, y no tanto al convencimiento de que sea la mejor solución para articular territorialmente España. Es lógico. En definitiva este asunto ha tenido dividido al Partido Socialista desde siempre, y desde siempre también ha habido un socialismo español con fuertes influjos nacionalistas... españoles. Ahora mismo esta corriente viene representada por la presidenta andaluza, los presidentes extremeño, el manchego y el asturiano. No conozco bien el parecer de otros dirigentes. Ya sabemos los estragos que hizo la facción nacionalista catalana en el socialismo catalán, por lo menos desde el señor Maragall hasta el señor Navarro, si bien aún hubo en Cataluña y en el Partido Socialista quien quería ir más lejos. Creo que están fuera para bien de ellos y del PSC.

Basta echar un vistazo a los periódicos socialistas de otras épocas para comprobar la división sobre este asunto: hubo muchos que siempre rechazaron toda veleidad nacionalista poniendo por delante el internacionalismo proveniente del socialismo decimonónico, e incluso se publicó que "los nacionalismos de los pueblos, aún de aquellos que figuran con caracteres y rasgos más acusados y diferenciales, no siempre expresan una voluntad unánime". En otra ocasión: "No es el socialismo enemigo de las libertades propias de los pueblos, ni partidario de fundir con otros sus características, ni enemigo de sus costumbres. Lo que no quiere el socialismo son artificiales creaciones de nacionalidades, ilógicas e incomprensibles hoy". Esto se decía en "La Aurora Social" el 2 de octubre de 1931. 

En las Cortes constituyentes de ese mismo año, el socialista Fernando de los Rios dijo que la Constitución que se estaba redactando era patriótica: "No decimos el mundo para España, con aquel sentido patriótico que envenenó la conciencia de la amada Alemania. Lo que nosotros decimos es España para el mundo...". Tiempo atrás, en 1918, el Partido Socialista había hablado de la "confederación republicana de las nacionalidades ibéricas", viéndose la enorme diferencia de esto con los posicionamientos cuando tocó gobernar o se estaba en ciernes de ello. En 1931, un congreso extraordinario rechazó la propuesta de una república federal presentada por algunos delegados, entre los que estaban los de Cataluña. En "El Socialista" de 28 de julio de 1931 se publicó un artículo con el título "La actual epidemia regionalista", en el que se aceptaba unicamente "la diferenciación administrativa". 

Meses después publicaba "El Socialista" otro artículo en el que se hablaba de que "Los Estatutos, la estructuración regionalista, no pueden aportar a España ninguna superación social... El obrerismo y el socialismo, propugnadores de ideas netamente internacionalistas, ni pueden entretenerse en la entelequias patriarcales y medivales del regionalismo lugareño...". Y en otro número del mismo periódico: "Nunca se podrá demostrar que a una región pueda ser otorgado un derecho que no puede serlo a su vez a las demás, si no quiere incurrir en la grave injusticia de reconocer privilegios a unos ciudadanos solo por el hecho de haber nacido en punto distinto dentro de la nación española". Y sin embargo en el mismo número, en otro artículo, se abogaba "por la desaparición de la pequeña provincia, tal como lo son las nuestras" [¡que buena idea para hacer desaparecer las Diputaciones Provinciales!] defendiendo gobiernos, parlamentos y poder judicial autónomos para las regiones y no solo para tres o cuatro, haciendo referencia a los casos catalán vasco y gallego.

Y así hasta ahora. Cuando la efervescencia nacionalista, opuesta al nacionalismo español del régimen de Franco, arrastró al Partido Socialista a reclarmar estatutos de autonomía a toda prisa en un corto tiempo, no lo hubo para pensar bien lo que se quería hacer con el país en esta materia. Ahora tenemos un guirigay ensordecedor y contrapuducente. La Constitución de 1978 reconoció, y creo que hizo bien, el concierto fiscal vasco, pero no se previó que otros nacionalismos podrían reclamarlo para sí aunque no hubiese soporte histórico para ello. Al fin y al cabo no solo la historia determina la política. Además, todo nacionalismo, para poder subsistir, ha de mostrarse irredento siempre, insatisfecho, aspirando a más. 

Ahora estamos en la discusión federal (en voz baja, porque no se concreta). No es lo mismo el federalismo de México que el de Alemania, el de Estados Unidos que el de Suiza... ¿Cual sería el bueno para España? Creo que el que se plantee sin prisas y meditadamente, incorporando a él a los nacionalismos periféricos y a los nacionalistas españoles, que existen en el Partido Socialista y en el país. Difícil.

L. de Guereñu Polán.


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