Los faraones tenían por costumbre hacer borrar de
obeliscos y templos los nombres de sus antecesores menos apreciados, muchos de ellos
sufrieron la misma suerte por sus sucesores.
Aprovechando cualquier circunstancia, como por ejemplo el aniversario de la II República, algunos
dirigentes políticos, en un intento de cambiar a su gusto la historia, eliminan
las referencias de otras épocas, incluso
a distancia de siglos, en nombres de calles, edificios, salones, incluso de fiestas y efemérides bien arraigadas en el
acervo popular, o escondiendo estatuas y obras más o menos artísticas, sin darse cuenta
del inmenso error que cometen, cuando pasan la línea roja de la sensatez.
Para comenzar, grave e inútil error cultural, ni
los faraones evitaron que se recuperara, incluso
miles de años después, la memoria de aquellos de que quisieron eliminar el
recuerdo. Tampoco Stalin haciendo borrar
de las fotos y libros a los que iba purgando, u ordenando su eliminación
física, evito que hoy sepamos que mucho de ellos hicieron muy importantes
aportaciones a la revolución que le sirvió para encaramarse al poder. Ni los
nazis reescribiendo los libros de historia, o quemando masivamente todos aquellos
que les disgustaban, y destruyendo las pinturas y objetos de arte
"degenerados", consiguieron imponer "su ortodoxia" al
futuro.
Siguiendo con
antecedentes que traen consecuencias hoy, esa filosofía condiciona errores de
valoración política que pueden conducir a graves conflictos. Un ejemplo bien
próximo: un alto dirigente de las nuevas fuerzas políticas, al ignorar que Cataluña
no paso de ser un principado, no muy
importante, del reino de Aragón, y que sus condes pasaron de vasallos del rey de
Francia, al de Aragón, y nunca independientes, además de agraviar al territorio que hoy le ha
elegido como representante, contribuye a alimentar conflictos que pueden llegar a enfrentamientos, como los 6 ó 7 que condujeron
incluso a guerras entre conciudadanos.
Pero sobre todo error
de injusticia con la memoria de unos dirigentes de esa República que predicaron
con el ejemplo de respetar democráticamente la historia anterior a ellos. Las decisiones de esos dirigentes, intentaron
preservar el patrimonio de todos, aun cuando eso si dando acceso a él al pueblo
llano, no es muy conocido pero incluso cuando expropiaron parte de los monasterios, templos y seminarios, estos quedaban
a disposición de la Iglesia (otro tema fueron los excesos de algunas fuerzas y
grupos), lo que si eliminaron fue el culto y clero de estado. Para enseñar
historia ni se derribaron estatuas, ni se incauto arte (algo si se mando a los
museos) ni se reescribió la historia, al contrario, en los libros, que por
primera vez intentaban que llegaran a todos, quedaba bien claro el papel que cada personaje
jugo en la historia de la España que ellos querían.
Los personajes como Felipe
V, Fernando VII, la reina Regente, y demás existieron y conviene que se
recuerde lo que hicieron, a ser posible todo lo que hicieron. Y sí, la II
Republica fue derrocada mediante un golpe de Estado y una cruenta guerra entre conciudadanos,
y hubo 40 años de una dictadura
encabezada por Franco, y es más que conveniente que no se pierda la memoria, a
ser posible de nada. Igual que es imprescindible recordar que en los ya 38 de Democracia han
jugado un papel relevante figuras y dirigentes, que nos pueden gustar más o
menos, pero son papeles que no tenemos derecho a ignorar, y sí obligación de trasmitir
a nuestros herederos, sin olvidar nada
de lo importante.
Es posible que la Ley
de Memoria Histórica sea algo pacata y corta, pero es democrática y hay que
cumplirla, pero las fiebres adanitas que intentan apropiarse solo de una parte de
esa memoria y desbordarla con excesos, no conducen a nada inteligente. Cuando
alguno de los actuales dirigentes tomen decisiones para recuperar “su memoria” debe valorar los problemas que
surgen cuando entra esa fiebre de eliminar, olvidar e intentar dar marcha atrás,
porque es inútil, e incluso peligroso, como lo demuestran los antecedentes citados al principio. Otro
problema añadido será cuando otros convecinos también quieran recuperar
"lo suyo".
Como buen republicano
mi posición es intentar recuperar "lo nuestro" y eso marca límites.
Abril 2016
Isidoro
Gracia
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