Discrepo
profundamente en dos cuestiones que hoy están asumidas por una mayoría: Que
toda la culpa de lo que pasa es de los políticos en general y que la Democracia española es cara.
Empieza
el periodo electoral y medios de comunicación, comentaristas y tertulianos
varios, incluso alguna fuerza política, ocupan
la práctica totalidad del tiempo de debate a temas tan secundarios como la vestimenta o aficiones de
los candidatos, olvidando lo básico: cuales son los objetivos del proceso
electoral democrático, a saber, valorar los hechos del gobierno saliente y la
credibilidad de las ofertas de los que pretenden sustituirle, basándose también
en los logros de las fuerzas y partidos que las hacen, entendendamonos, no por
lo que piden sino por lo que consiguen, allí donde han gobernado o gobiernan..
Creo
que es de Vargas Llosa la frase: “Por regla general, los pueblos tienen los
gobiernos que merecen tener, aunque luego se arrepientan."
Así
pues si los electores vuelven a dar su confianza a quien ha incumplido las
promesas realizadas para acceder al gobierno, no podrán alegar engaño y responsabilizar a
los dirigentes del partido triunfante, si es el mismo, oportunidad para arrepentirse y actuar en
consecuencia se la está dando este proceso electoral.
Un
par de ejemplos aclararán las ideas. Si se prometió bajar los impuestos y al final
del mandato han subido, en especial los más injustos, y se vuelve a votar
porque se vuelve a prometer reducirlos, el ciudadano se hace corresponsable de
la política fiscal que se realice en el nuevo mandato. O si se prometió empleo,
como herramienta de reparto de la riqueza que el crecimiento obtenido aporta, y
en el mandato anterior la masa salarial ha disminuido muy notoriamente, el
ciudadano tiene que saber que es él el que autoriza con su voto, o su
abstención, a que se continúe esquilmando a las clases medias y bajas a favor de
unas minorías muy concretas y que no siempre habitan en España, crecer por
crecer significa muy poco si no se añade para qué o para quién.
Abundando
en el tema del arrepentimiento. Existe una opinión muy extendida, propiciada
claramente por técnicas de manipulación mediática, de que todos los políticos
son iguales, que una gran mayoría está en política para enriquecerse. Pues no, los abundantes datos
ya conocidos demuestran claramente que existe una evidente concentración de los
casos de corrupción, en un solo partido
y en una minoría de “empresarios”. Si en esta ocasión el votante no se
arrepiente, y además ejerce el propósito de enmienda, pasará de corresponsable
a cómplice moral.
Dos
son los argumentos iniciales de las nuevas fuerzas políticas y sus apoyos
mediáticos, usados muy abundantemente en las redes sociales, uno, la culpa de
que no se haya logrado un gobierno progresista es de “los otros”, y dos, eso de
gastar hasta 130 o 140 MM de € en las elecciones del 26 J es un despilfarro.
Empecemos
por el argumento del gasto, un primer dato: España es, entre los países desarrollados,
el que menos gasta en sus instituciones parlamentarias y demás órganos de
control (sí, incluyendo todas los parlamentos, defensores del pueblo,
tribunales de cuentas, etc.) son datos fácilmente accesibles, también gasta menos
que en la mayoría de países con muchos menos habitantes. Por otro lado parece difícil
compaginar el discurso de una mayor participación de los ciudadanos, en la toma
de decisiones y el control de sus políticos, con la restricción de los medios
dedicados a ese fin, lo curioso es que buena parte de los votantes aplaudan con
entusiasmo que les dificulten el acceso a la información, debate y decisión,
que la esencia de la Democracia demanda, con campañas electorales lo más amplias
y claras posibles (dentro de unos límites razonables), para la emisión de un
voto informado y responsable.
Continuemos
con la responsabilidad de los ciudadanos que hicieron posible el papel jugado
por las “nuevas” fuerzas parlamentarias. Entrecomillo lo de nuevas, porque el
proyecto de agrupación de muy distintas fuerzas sí que es nuevo, pero la
inmensa mayoría de sus dirigentes goza de una amplia presencia (de lustros y décadas)
en otros proyectos políticos, casi todos proyectos fracasados. Se puede entender
que peticiones al sistema tan atractivas como ingresos individuales para todos y
prestaciones ilimitadas, hayan sido motor de recogida de votos, es menos
comprensible que, habida cuenta de que muchos de esos votantes pertenecen a
grupos ilustrados, no hayan verificado los antecedentes que permitían valorar
su viabilidad. Por ejemplo algún nuevo proyecto tiene ya una trayectoria de
actuación en el Parlamento Europeo, es fácil comprobar sus coincidencias de
voto en temas importantes. Por si no han hecho anteriormente, les invito a verificar
que el porcentaje más alto de coincidencia se corresponde con los antieuropeos
en general y con la extrema derecha en particular. Con esos antecedentes y la
suma de lo realizado, no lo pedido, sino lo conseguido para sus administrados,
donde ya gobiernan (en ayuntamientos, algunos muy grandes) tendrán los ciudadanos
que responsabilizarse de si ejercitan, o no, el propósito de enmienda. Ahora ya
no será admisible el simple acto de fe.
Y
terminemos con la responsabilidad, compartida por los posibles votantes, en
especial por los abstencionistas, en una relación de fuerzas, en las Cortes Generales,
que ha devenido en que el gobierno en funciones continúe haciendo lo que hace
sin posibilidad de control. Cierto que los grupos parlamentarios y partidos
tienen su responsabilidad, pero ¿Quiénes los eligieron son inocentes del todo?.
A modo de conclusión: En las democracias formales los
ciudadanos tienen, oportunidades para defender sus intereses colocando en los
gobiernos a las fuerzas políticas que lleven en sus programas las propuestas
que les sean más próximas, o rechazando aquellas que les hayan engañado o
confundido, pero si no aprovechan esas
oportunidades se hacen responsables, o cómplices, de lo que les suceda.
Volviendo a Vargas Llosa: "Los pueblos a veces se equivocan, y a menudo la
pagan caro”.
Isidoro
Gracia
1 comentario:
Pues es cierto. Los siete millones que votan al PP lo hacen pase lo que pase con tal de que la izquierda -la que hay- no gobierne. El electorado tiene mucha culpa por su adocenamiento, por su falta de compromiso, y los dirigentes tienen también culpa de ese adocenamiento con su bajo nivel. La pescadilla que se muerde la cola. Guereñu.
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