Mientras estamos atormentados por unas negociaciones que
fluctúan entre el cuento “de la buena pipa”, de la infancia de aquellos que
tenemos algunos años, hasta un comportamiento que haría las delicias de D.
Mario Moreno (Cantinflas), hemos de soportar la cantinela de unos políticos
hipnotizados en enroques. Esmerándose en ignorar las necesidades o urgencias
colectivas. Y neciamente sordos a cualquier razón de parte contraria, evitando
cual fuego del averno, matices, ponderación en los actos o sopesar las
consecuencias de los mismos.
No más edificante, es ver desembarcar
de su senda incierta en orden a sus orígenes, al pie de un yate o de una nacionalidad
suramericana recién adquirida, personajes otrora respetables, que reputándose
investidos de los rayos de Zeus, tratan de pontificar con campanuda voz áulica,
sobre la senda a emprender en pos del interés patrio, que malpensados
asimilarían al IBEX, las eléctricas, la banca multinacional o los grupos
mediáticos todopoderosos.
Se escucha, expresado con todo desparpajo, que aunque Rajoy
sea malo, hay que apoyarlo…Quien tal dice lo hace con la coherente legitimidad,
de haber negado su apoyo a las investiduras presidenciales que le toco
participar, incluyendo la del Sr. Calvo Sotelo en pleno resaca del tejerazo.
Llegado a este punto habría que dilucidar algún extremo…Rajoy es malo… Pocos
discrepan en ello. Pero ¿para quién?... Sería la pregunta adicional.
Inevitable. ¿Para los grandes intereses nativos y foráneos que jalean su
continuidad? Parece que no. ¿Para los grupos multimedia que dominan los
espacios de la comunicación y con mayor o menor descaro exigen una posición
servil del PSOE al servicio de los intereses (no de España), sino de aquellos
que sirve el ocupante interino de La
Moncloa? Pues no debe ser el caso. ¿Para
la gran patronal y la banca que caminan cómodas por el escenario que el Sr.
Rajoy les garantiza? Sin espacio al error, podría decirse que no.
¿Entonces para quien es malo?...Pues sin duda, para los que
sosteniendo el valor fundamental de los derechos civiles y sociales, alzan su
voz discrepante. Para los que con tozudez apoyada en la razón sostienen que el
economicismo egoísta y especulador no puede ser el mecanismo de vertebración de
la sociedad. Para los que creen que la única barrera contra la opresión y la
arbitrariedad es un pueblo ilustrado y por ello defienden la socialización y
defensa del derecho a la enseñanza, impartida sin mediatizaciones de
confesiones religiosas u otras, de adoctrinamiento manipulador. Para los que, con rigor, con talante claro y
decisión cívica quieren aproximarse al pleito territorial (aunque para ello
sean requeridos retoques serios en el armazón constitucional). Por cierto, problema no de nuevo cuño, pues
desde el fallecimiento de aquella Isabel llamada Católica y andanzas de su
viudo Fernando, la dinastía Austria y la borbónica, estuvo siempre latente en
mayor o menor grado. Reto que hará
menester desenmascarar, tanto los que hacen razón de vida emboscados en los
repliegues identitarios, como a los que reniegan del dialogo aferrados a las
rancias esencias que desde siglos ensangrentaron el país en un unitarismo
impositivo frente al imperio de la razón y convivencia entre distintos.
El drama nacional son unas terceras elecciones. Esgrimiendo
tamaño fantasma, se pretende, cual si de reforma de Montoro se tratase,
regularizar la corrupción como norma, el saqueo de lo público, la inmoralidad
absoluta de una clase política amparada en mecanismos de impunidad – por vía de
ejemplo la Sra. Barberá-. La impunidad
de los delincuentes económicos, los escándalos políticos de diverso orden, de
los que no es menor la actitud de Dña. Ana Pastor, poniéndose en evidencia en
apenas pocas semanas en el cargo, como
servidora incondicional de su amo y señor, D. Mariano Rajoy…¡¡¡ La tercera
autoridad del Estado ¡¡¡. Sobre la que los botafumeiros, no cesaron de fumigar
loas… Quizás le tome un tiempo, pero pronto podrá emular, e incluso sobrepasar,
a la Fiscalía General y los fiscales a sus órdenes en diligencia. Mostrándonos
a un pueblo más bien avisado, que aún es posible sorprenderse más…Y más. Y
mejor.
Se invierte la carga de la prueba y los que no aceptan lo
intolerable se convierten en reos de la situación y el delincuente en víctima.
En ello andan afanosos todos los analistas políticamente correctos, los caballeros y damas de posaderas acomodadas en
consejos de administración suculentos que en
periplo previo formaron parte de su jurisdicción, los políticos de la
derecha inmemorial e inmortal en sus versiones halcón y light…y muchos otros
que por allí pasaron… Si, seguramente, el gran drama nacional son las terceras
elecciones…. ¿Quizás porque ponen en evidencia la estulticia y nimiedad de los
actores políticos, tanto de nueva como de vieja cepa? ¿Quizás porque pese a la
reconocida desvergüenza y contumacia de estos en aferrarse a los cargos habrían
de marcharse todos? ¿Quizás porque al hacer aguas un modelo por el que la
sociedad transitó razonablemente hasta la fecha y requiriendo hoy una seria reforma, tras
cuarenta años y con una realidad muy distinta, la ineptitud es palmaria en
aquellos que teniendo la herramienta entre sus manos, son incapaces de abordar
las adaptaciones pertinentes para garantizar un periodo de convivencia similar?
La gran mayoría del cuerpo social, comprimido con alevosía su
aliento vital, creen que el auténtico
drama nacional, es luchar por una vida digna, erradicar la pobreza de los hogares
afectados por su metástasis, rescatar nuestra infancia y juventud de un destino
insolidario, hacer del trabajo un mecanismo de calidad de vida y no de
esclavización y de envilecimiento de los trabajadores…Luchar porque la
ignominia de la impunidad, la corrupción, el amiguismo, el saqueo de lo público
toque a su fin… Por lo que el artículo 1 de la Constitución de la Republica
proclamaba en 1931… “España es una Republica de trabajadores de todas clases que se
articula en régimen de Libertad y Justicia”.
Por cierto, entre todo lo que descarna la actual situación,
está la evidencia del papel patético de la institución que ocupa por legado del
dictador Francisco Franco la Jefatura del Estado. Su manifiesta ineficacia, su
risible actuación en la crisis, su incapacidad operativa frente a la zafiedad
trilera del presidente en funciones en sus dos “consultas”, bien fuese por
limitaciones legales, bien por ineptitud del titular de la magistratura…Titular
de tal Jefatura, que se ve sometido al suplicio de abandonar lo que mejor
ejerce, su asueto, y sus idílicas vacaciones mallorquinas, para atender la
vulgaridad de lo cotidiano en tiempo de tormenta…
Sí. No cabe duda…Terceras elecciones, drama nacional… o
fracaso colectivo…Porque son el cruel espejo de la calidad política y
democrática que tenemos y de la postergación moral a que nos condujo la
descomunal estafa económica y social que llaman crisis…
Antonio Campos Romay
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