viernes, 2 de septiembre de 2016

¡Bien!

Una vez que el grupo socialista en el Congreso de los Diputados (véase la inutilidad del Senado) ha votado coherente, honrada y disciplinadamente contra la investidura del mayor encubridor de delincuentes, no todo está hecho. Habrá que esperar movimientos muy peligrosos de la derecha, particularmente del PP -con toda la fuerza que tiene en el país: medios económicos, prensa, tv., empresarios, etc.) que pueden revertir lo ahora conseguido. Habrá que ver si algunas pirañas que anidan en el Partido Socialista se adormecen, y no me refiero a los que dan su opinión libre y honestamente, sino a los que -como ha recordado el señor Borrel- cacarean en público lo contrario de lo que dicen en el Comité Federal del que forman parte.

Lo primero que se puede temer es que el Jefe del Estado vuelva a proponer a la Presidenta de las Cortes la investitura del mismo que ahora ha sido derrotado. La nueva ronda de consultas a los partidos políticos debe servir a la máxma magistratura del Estado para comprender que no se puede tomar el pelo a la nación de esa manera solo porque la mayor corrupción organizada del país lo quiera. Tampoco creo que el Partido Socialista debiera aceptar una hipotética propuesta de la Jefatura del Estado para un dirigente de su partido (en primer lugar su Secretario). La necesidad de tener que contar con gente de la que no se puede uno fiar (Podemos) hace inviable esa fórmula, además de tener en cuenta la manifiesta incompatibilidad de Ciudadanos con la formación de don Pablo Manuel; para que luego digan que el señor Rivera es el del "si"; también tiene "noes".

Pero el Partido Socialista podría proponer al Jefe del Estado a un candidato que pudiese contar con un amplio apoyo parlamentario, que no tendría por que ser diputado, y que gozase de la honorabilidad que el actual Presidente en funciones no tiene. Este supuesto debería contar con la aceptación previa del propuesto y debiera ser alguien al que no pudiese hacer ascos el PP, a no ser que su sectarismo y corruptibilidad sea aún superior a la que suponemos. 

Una vez expuesta al Jefe del Estado esta propuesta se podría hacer pública para que la población española viese quien busca, realmente, soluciones honrosas para el país, sobre todo después de que en marzo el candidato propuesto por el Jefe del Estado en primer lugar se escabulló y tuvo que acudir a una investidura que se sabía fallida aquel a quien se ha acusado hasta la sacidad de bloquear institucionalmente al país. Tanto entonces como ahora sería el Partido Socialista el que ofrece soluciones al margen de los demás pero pretendiendo contar con el apoyo de los demás. 

Ese candidato que el Partido Socialista propusiese debería tener la capacidad para afrontar los graves problemas institucionales del país, tener la sensibilidad social que no se ha tenido en estos años y gozar del prestigio que se ha enajenado al país por parte del Partido Popular. Cuanto dure una legislatura formada de esta manera es ya otra cosa.

Por otro lado, las sesiones de investidura y las semanas posteriores a las últimas elecciones han servido, además, para que se viese al Partido Socialista como el único al que se podía acudir para desatascar al país: de cualquier manera no vale; de una manera honorable sí.

L. de Guereñu Polán.

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