jueves, 29 de septiembre de 2016

DERROTAS Y CRISIS EN EL PSOE



Cogiendo prestada la frase de Napoleón y llevándola a la actualidad política, podríamos decir que la victoria tiene cien padres y la derrota es únicamente de Pedro Sánchez. Sin embargo, esto no es cierto, ya que las derrotas que ha venido sufriendo el PSOE en los últimos años sí tienen muchos padres y múltiples causas que, además, no se pueden achacar directamente a Sánchez, si no a quienes, curiosamente, le apuntan con dedo acusador.

El primer padre de estas derrotas es el abandono progresivo de las políticas socialistas en favor de políticas socioliberales, camino iniciado por el hoy lobista Felipe González (privatización de empresas nacionales, contrato temporal, rebajas en los derechos de los trabajadores, ruptura con el mundo sindical…), y terminado con Zapatero, quien, tras pronunciar aquella famosa frase que acompañará siempre su biografía: “cueste lo que me cueste”, aplicó las políticas neoliberales que le marcaba la Unión Europea (rescate bancario, privatización de las cajas, reforma laboral, congelación de las pensiones, rebaja salarial a los funcionarios, reforma constitucional express…). Ahí empezó verdaderamente el descrédito que supuso el desplome y caída del PSOE.  

Las políticas de recortes llevaron al aumento del paro, especialmente entre la gente joven, aquella que le había dicho a Zapatero “no nos falles”. El PSOE no tuvo en cuenta que las nuevas generaciones no habían vivido la Dictadura, y por tanto no estaban imbuidos de la épica y la mística de la lucha contra el Franquismo. Su lucha ahora era encontrar trabajo, tener un futuro que la precarización laboral y los desalojos no le permitían. Por eso surgió el 15 M. Un movimiento social que el PSOE no entendió porque hacía años que había abandonado la calle y el contacto con el activismo ciudadano, encerrándose en el institucionalismo y funcionando como mero altavoz de la calle pero sin el compromiso social que lo había aupado. Ese es otro de los padres de la derrota, el alejamiento del tejido social, que habría garantizado la llegada de nuevos dirigentes desde las bases sociales y el compromiso con estas.

Con motivo de todo esto y de que, como explica la física, los espacios vacios tienden a ocuparse, surgió un nuevo partido instrumental de la izquierda, PODEMOS, que además supuso un aire de esperanza para todos aquellos que se sentían abandonados por los partidos políticos existentes, y especialmente para los jóvenes, que votaron mayoritariamente al nuevo partido. Y es aquí donde el PSOE obtuvo su mayor derrota, al perder su eje como referencia de la izquierda, pero sobre todo, al perder su conexión con las nuevas generaciones, que veían al PP y al PSOE como caras de una misma moneda; partidos viejos dirigidos por viejos. Pero con un problema añadido para el Partido Socialista, las estadísticas de los nuevos votantes, año tras año, demostraban que estos se iban al PP o a los nuevos partidos instrumentales (PODEMOS, MAREA, AGE…); de tal manera que el número de votantes socialistas se reducía por propia selección natural, no había recambio generacional.

A todos estos padres se sumó el ruido de las baronías y estamentos de poder del PSOE, las voces discordantes, que fue aumentando hasta el ensordecimiento en las pasadas elecciones vascas y gallegas, no dejando a los votantes escuchar un mensaje claro, único y social. Al día siguiente, los mismos que habían pinchado las ruedas del autobús socialista, criticaban que no se hubiera llegado a la meta.

Ahora la culpa de todo es de Pedro Sánchez, del que acaba de llegar, del militante que dio un paso al frente para aportar una cara nueva y joven al PSOE, del primer Secretario General escogido directamente por la militancia, del líder que se tuvo que construir a marchas forzadas mientras le llovían piedras de todas las direcciones, del estratega que logró frenar el avance de PODEMOS. Y es culpable, pero no de las continuas derrotas de su partido, si no de la situación creada dentro del mismo; al intentar devolver al PSOE a su eje, en la izquierda; al contar con la militancia para tomar las decisiones importantes; porque sabe que solo así podrá recuperar la credibilidad de sus votantes. Sánchez sabe que abstenerse para darle el gobierno a Rajoy puede ser tácticamente favorable para no perder más diputados, pero también sabe que sería el fin del Partido Socialista, al alejarse aún más de su eje natural y quedar completamente desdibujado en el plano de las ideologías. Tiene el ejemplo griego, el italiano, el alemán, donde los partidos socialistas han ido a la baja a medida que se negaban a sí mismos y se coaligaban con los partidos de derechas.

Llama la atención que sean quienes lo apoyaron quienes ahora lo quieren desterrar, así como que sean los que no lo hicieron los que le muestren ahora lealtad. Y la única explicación a ello es que no ha sido el títere que algunos pretendían. No se ha plegado a los intereses particulares en contra de los intereses de su partido, y eso ha hecho que quienes manejan el aparato del partido se hayan revuelto contra él, como ya lo hicieron contra Borrell, curiosamente también elegido por las bases, con el resultado electoral ya conocido. En aquella ocasión también aparecía el nombre de Felipe González (el mismo que forzó un congreso para ordenar el PSOE y que éste tuviera una única voz, con un buen resultado posterior, por cierto) entre los conspiradores; pero hoy en día Macbeth trabaja en los consejos de administración para los lobbies de las grandes empresas y es Lady Macbeth quien espera heredar.

La pregunta es ¿para qué tanta estropicio? ¿Para que gobierne el PP, después de haber llevado a cabo el mayor recorte de derechos sociales desde la Dictadura y los mismos que crearon una red de corrupción?, ¿para mantener el puesto de diputado?, ¿para tener el poder orgánico?, ¿para contentar al IBEX?, ¿para que no opine la militancia democráticamente?, ¿para qué?  

Ojalá que ese cambio de rumbo, tan necesario en el PSOE para que recupere su lugar en la izquierda, no se vea frenado por ambiciones que lo conviertan en el más votado del cementerio. Ojalá que el partido que se creó para ser instrumento de las clases trabajadoras no acabe siendo el instrumento de los lobbies de las grandes empresas.

Si decirle no al Partido Popular es engañar a los votantes de izquierdas, que nos sigan engañando. Al fin y al cabo, señor González, cuantos años nos tuvo usted engañados.

NO ES NO. 

ZOE LEIRO

No hay comentarios: