viernes, 4 de noviembre de 2016

Adiós



Me dispongo a que sea este el último artículo de opinión que publico sobre el Partido Socialista y sus problemas porque, sencillamente, es perder el tiempo dado el derrotero que ha emprendido dicha organización (al menos en mucho tiempo). Creo que no será fácil se olvide la conspiración antisolidaria y vil que se llevó a cabo probablemente con mucha antelación al día 1 de octubre pasado, pues siempre vi las pretensiones de la Presidenta de Andalucía y sus seguidores, incluidos otros dirigentes regionales. El calendario para la elección de Secretario del Partido Socialista no le favoreció y ahí empezó todo.

No veo diferencias ideológicas entre quienes se enfrentan, con la excepción de los representantes de Izquierda Socialista, que son conocidas desde hace tiempo. Sí veo, en cambio, que el Partido Socialista vive un momento en el que sus líderes regionales se han convertido en verdaderos competidores de la dirección nacional y tienen no pocas aspiraciones sobre ella. Ya lo indicó don José Borrell: no aceptaría dirigir un partido bajo control de los dirigentes territoriales. El control debe estar donde los estatutos dicen: en el Comité Federal que se ha convertido en un gallinero.

La cantidad de descalificaciones, silencios intencionados, contradicciones, acusaciones sin fundamento e incluso insidias que se han vertido contra el anterior Secretario General rozan lo inimaginable. Esto no se ha dado nunca en un partido que creo conocer bien, incluso su historia, por muchas diferencias que hubiese entre los dirigentes de una u otra corriente estratégica, táctica o ideológica. Largo se opuso a que Prieto presidiese un gobierno republicano, lo que deseaba el Presidente Azaña, y no por eso el asturiano sintió inquina alguna hacia el viejo luchador sindical. Esto no es así ahora: la Presidenta andaluza, de la que no me fío un pelo, parece tener una ambición sin límites. Sabe que cuenta con apoyos dentro y fuera de Andalucía, es consciente de la fuerza de la federación que dirige y sabe el papel que el socialismo andaluz ha jugado desde la transición hasta los años noventa.

En cuanto a los presidentes de La Mancha, Extremadura y Aragón les veo como simples corifeos que no han soportado los intentos denodados del señor Sánchez por evitar un nuevo gobierno de derechas en España, cuando ellos se han aliado con el “demonio” con tal de conseguir sus poltronas. A ello añaden comparecencias ante los medios que siempre tienen algo de insidioso, de escaso rigor, de odio contenido. El presidente extremeño debiera recordar que los desprecios que hizo a Izquierda Unida le costaron al Partido Socialista el gobierno de Extremadura durante cuatro años. La presidenta andaluza debiera saber que ha conseguido el peor resultado electoral del Partido socialista en esa comunidad, después de haber despreciado un gobierno de coalición con Izquierda Unida y haber tenido que mendigar la investidura, que a la postre consiguió entregándose a la nueva derecha.

El presidente de Aragón no tiene la categoría de don Marcelino Iglesias, como el señor Puig no tiene la categoría del señor Lerma. Iglesias y Lerma sabían bien de lo que significa la lealtad y la nobleza entre compañeros, y me sorprendió escuchar al señor Puig decir, poco antes del día 1 de octubre pasado, que hacía tiempo que no asistía a las reuniones de la Comisión Ejecutiva de la que formaba parte. ¿Qué comportamiento es este? Más ladino y taimado este Puig, más lenguaraz y descuidado el señor Lambán, a ellos se une un hombre resentido como el señor Madina, que se ha despachado a gusto contra su compañero Sánchez siempre que le ha venido en gana. Sabe que cuenta con el beneplácito de los viejos elefantes del PSOE, que se resisten a dejar que la organización emprenda nuevos derroteros.

Luego está el caso de los que se permiten desobedecer la decisión tomada y optan por votar no para salir en los papeles. ¿No sería más coherente dejar el escaño, que es lo que verdaderamente cuesta, y no andar presumiendo de la bravata del no? ¿Qué clase de partido es este en el que cada uno vota lo que le da la gana alegando motivos de conciencia? ¿Y si alguien alega dichos motivos para no votar una nueva ley de minas? Un desastre.

Fracasados los intentos del señor Sánchez de conseguir ser investido, yo hubiera preferido unas terceras elecciones que arrojasen el resultado que arrojasen. ¿Hará falta recordar que la verdadera caída en votos se dio por la segunda legislatura del señor Zapatero? Hubiera preferido que diecisiete miembros de una dirección no se hubiesen puesto de acuerdo para perjudicar gravemente la credibilidad del Partido Socialista. Hubiese preferido que los partidos de oposición hubiesen tenido sentido de estado –ahora sí, sentido de estado- y hubiesen dado su voto de investidura al señor Sánchez, única manera de desestabilizar en su propio partido al mejor y más eficaz amparador de la corrupción en España. Hubiese preferido que el Partido Socialista votase no a la investidura del actual Presidente del Gobierno, dándose la contradicción, una vez no ha sido así, de que votaron no un diputado canario en coalición con el PSOE, el PNV y la derecha catalana. ¡El colmo!

Los argumentos de los partidarios de la abstención –no nos engañemos- son falaces: no van a poder librarse de los tiempos que marque el Presidente de la corrupción; y saben que lo único que pretendieron –y arrastraron así a la mayoría del grupo parlamentario- es negar el pan y la sal al señor Sánchez solo porque hay un grupo de dirigentes regionales que están por otra opción, aunque sea a costa de tensionar y dividir al máximo al partido socialista, decepcionar a la mayoría de sus votantes y a la inmensa mayoría de los militantes (muchos, oigo por ahí, han dejado de serlo).

No entro en si la Comisión Gestora es legal o no, si se ha atribuido competencias no contempladas en los estatutos internos, sobre si está o no maniobrando para perjudicar a unos y beneficiar a otros. Sí se que no está haciendo lo que el electorado de izquierdas quiere: una dirección unida, un programa serio y autónomo para dar solución a los problemas que padece el país y el mundo.

L. de Guereñu Polán.

2 comentarios:

Suso dijo...

Tienes razón, pero somos muchos los que echaremos de menos tus reflexiones.

FUNDACIÓN LUÍS TILVE dijo...

Gracias, Suso. Hablaré de otras cuestiones. Guereñu.