Me dispongo a que sea este el último artículo
de opinión que publico sobre el Partido Socialista y sus problemas porque,
sencillamente, es perder el tiempo dado el derrotero que ha emprendido dicha
organización (al menos en mucho tiempo). Creo que no será fácil se olvide la
conspiración antisolidaria y vil que se llevó a cabo probablemente con mucha
antelación al día 1 de octubre pasado, pues siempre vi las pretensiones de la Presidenta de Andalucía
y sus seguidores, incluidos otros dirigentes regionales. El calendario para la
elección de Secretario del Partido Socialista no le favoreció y ahí empezó
todo.
No veo diferencias ideológicas entre quienes se
enfrentan, con la excepción de los representantes de Izquierda Socialista, que
son conocidas desde hace tiempo. Sí veo, en cambio, que el Partido Socialista
vive un momento en el que sus líderes regionales se han convertido en
verdaderos competidores de la dirección nacional y tienen no pocas aspiraciones
sobre ella. Ya lo indicó don José Borrell: no aceptaría dirigir un partido bajo
control de los dirigentes territoriales. El control debe estar donde los
estatutos dicen: en el Comité Federal que se ha convertido en un gallinero.
La cantidad de descalificaciones, silencios
intencionados, contradicciones, acusaciones sin fundamento e incluso insidias
que se han vertido contra el anterior Secretario General rozan lo inimaginable.
Esto no se ha dado nunca en un partido que creo conocer bien, incluso su
historia, por muchas diferencias que hubiese entre los dirigentes de una u otra
corriente estratégica, táctica o ideológica. Largo se opuso a que Prieto
presidiese un gobierno republicano, lo que deseaba el Presidente Azaña, y no
por eso el asturiano sintió inquina alguna hacia el viejo luchador sindical.
Esto no es así ahora: la
Presidenta andaluza, de la que no me fío un pelo, parece
tener una ambición sin límites. Sabe que cuenta con apoyos dentro y fuera de
Andalucía, es consciente de la fuerza de la federación que dirige y sabe el
papel que el socialismo andaluz ha jugado desde la transición hasta los años
noventa.
En cuanto a los presidentes de La Mancha, Extremadura y
Aragón les veo como simples corifeos que no han soportado los intentos
denodados del señor Sánchez por evitar un nuevo gobierno de derechas en España,
cuando ellos se han aliado con el “demonio” con tal de conseguir sus poltronas.
A ello añaden comparecencias ante los medios que siempre tienen algo de
insidioso, de escaso rigor, de odio contenido. El presidente extremeño debiera
recordar que los desprecios que hizo a Izquierda Unida le costaron al Partido
Socialista el gobierno de Extremadura durante cuatro años. La presidenta
andaluza debiera saber que ha conseguido el peor resultado electoral del
Partido socialista en esa comunidad, después de haber despreciado un gobierno de
coalición con Izquierda Unida y haber tenido que mendigar la investidura, que a
la postre consiguió entregándose a la nueva derecha.
El presidente de Aragón no tiene la categoría
de don Marcelino Iglesias, como el señor Puig no tiene la categoría del señor
Lerma. Iglesias y Lerma sabían bien de lo que significa la lealtad y la nobleza
entre compañeros, y me sorprendió escuchar al señor Puig decir, poco antes del
día 1 de octubre pasado, que hacía tiempo que no asistía a las reuniones de la Comisión Ejecutiva
de la que formaba parte. ¿Qué comportamiento es este? Más ladino y taimado este
Puig, más lenguaraz y descuidado el señor Lambán, a ellos se une un hombre
resentido como el señor Madina, que se ha despachado a gusto contra su
compañero Sánchez siempre que le ha venido en gana. Sabe que cuenta con el
beneplácito de los viejos elefantes del PSOE, que se resisten a dejar que la
organización emprenda nuevos derroteros.
Luego está el caso de los que se permiten
desobedecer la decisión tomada y optan por votar no para salir en los papeles.
¿No sería más coherente dejar el escaño, que es lo que verdaderamente cuesta, y
no andar presumiendo de la bravata del no? ¿Qué clase de partido es este en el
que cada uno vota lo que le da la gana alegando motivos de conciencia? ¿Y si
alguien alega dichos motivos para no votar una nueva ley de minas? Un desastre.
Fracasados los intentos del señor Sánchez de
conseguir ser investido, yo hubiera preferido unas terceras elecciones que
arrojasen el resultado que arrojasen. ¿Hará falta recordar que la verdadera
caída en votos se dio por la segunda legislatura del señor Zapatero? Hubiera
preferido que diecisiete miembros de una dirección no se hubiesen puesto de
acuerdo para perjudicar gravemente la credibilidad del Partido Socialista.
Hubiese preferido que los partidos de oposición hubiesen tenido sentido de
estado –ahora sí, sentido de estado- y hubiesen dado su voto de investidura al
señor Sánchez, única manera de desestabilizar en su propio partido al mejor y
más eficaz amparador de la corrupción en España. Hubiese preferido que el
Partido Socialista votase no a la investidura del actual Presidente del
Gobierno, dándose la contradicción, una vez no ha sido así, de que votaron no
un diputado canario en coalición con el PSOE, el PNV y la derecha catalana. ¡El
colmo!
Los argumentos de los partidarios de la
abstención –no nos engañemos- son falaces: no van a poder librarse de los
tiempos que marque el Presidente de la corrupción; y saben que lo único que
pretendieron –y arrastraron así a la mayoría del grupo parlamentario- es negar
el pan y la sal al señor Sánchez solo porque hay un grupo de dirigentes
regionales que están por otra opción, aunque sea a costa de tensionar y dividir
al máximo al partido socialista, decepcionar a la mayoría de sus votantes y a
la inmensa mayoría de los militantes (muchos, oigo por ahí, han dejado de
serlo).
No entro en si la Comisión Gestora
es legal o no, si se ha atribuido competencias no contempladas en los estatutos
internos, sobre si está o no maniobrando para perjudicar a unos y beneficiar a
otros. Sí se que no está haciendo lo que el electorado de izquierdas quiere:
una dirección unida, un programa serio y autónomo para dar solución a los
problemas que padece el país y el mundo.
L. de Guereñu Polán.
2 comentarios:
Tienes razón, pero somos muchos los que echaremos de menos tus reflexiones.
Gracias, Suso. Hablaré de otras cuestiones. Guereñu.
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