lunes, 28 de noviembre de 2016

HASTA SIEMPRE COMANDANTE.



Conocí Cuba hace varias décadas ya. Cuando todavía ciertos  obscenos personajillos no pululaban por la isla alardeando de galanteos fáciles cultivados en tierra de dificultad, al socaire de papel moneda del imperio...He vuelto numerosas veces prendido del embrujo de aquella tierra de magia que también describen la pluma de un Martí precursor, la brillantez resentida de Cabrera Infante o la elegancia de Gertrudis de Avellaneda.

Cuba es algo más que una isla. Trazo sensual que se extiende desde Cabo San Antonio hasta Punta Maisi a lo largo de 1200 kilómetros. El interminable lagarto verde con ojos de piedra y agua de Nicolás Guillen. Floreada de grupos insulares y cayos. Es mucho más que una isla. Es emoción, pasión, colorido, controversia permanente cosida al mar y el viento por puntadas de olas que decía Angel Augier..

Cuando el país hervía atizado por los desordenados apetitos del mulato D. Fulgencio, el sargento-presidente autoascendido a general, llegó otro oriental como el, nacido en Colonia Biran que contaba con el valor añadido de la galleguidad en sus venas, y que tras dos años de forcejeos “mando parar”. Fidel Castro Ruz, el guerrillero que no violentó ascensos manteniéndose comandante chusquero de por vida. Barba rizada,  eterno puro entre los dientes y una sonrisa mitad de triunfo, mitad socarrona. Entró en La Habana el ocho de enero de 1959. Cuba era un país de gran riqueza y mayor injusticia. Nadie cayo en cuenta de la utilidad de redistribuirla, y en el olvido se la quedaron cuatro. Y el resto, el juego, la prostitución y el turismo lo manejaba la mafia norteña bajo el paraguas protector del inevitable Fulgencio Bastista, que tenia en el Hotel Nacional su segunda casa.

El experimento revolucionario desde el primer día sufrió el “espíritu de Goebbels” versión White House volando sobre el nido fidelista. El pleito fue salvaje. Wall-Street, el Pentágono y la CIA siempre vieron hacia el sur, - espacio que entienden promiscuo, corrupto y moreno-, con ojos de explotación y saqueo. Ni hermanos continentales ni mucho menos invitados de sus inmaculados manteles anglosajones...

El Comandante, con C mayúscula, flotó en la superficie de la historia como un corcho testarudo. Resistiendo al descalabro de la moderna trompeta de Jericó que derribó el telón de acero convertido en débil cemento. Piloto soñador, surcó océanos de injusticia social en búsqueda del paraíso...aunque en gran medida su sueño quedó varado en la maraña amorfa de la inercia. El navío se desarbolaba, su barba encanece, y su discurso se hace estático, retórico. Pergeñado de un halo de melancolía su singladura avanza fuera del espacio, casi del tiempo, bordeando el punto critico del estrecho paso entre ser amado ó temido. Del impulso juvenil, vital, de horizontes generosos y transformadores, que cautivo los corazones de toda una generación apenas queda en la opera aperta del fidelísimo, un intermezzo agónico camino de una inquietante incógnita. Cuba es hoy un murmullo fuera de escena que el Comandante no quiso, no puedo o no supo oír con sus oídos anclados en el estruendo ilusionado de 1959.

 Bocas ignominiosas se aprestan para vomitar sobre la reputación del Comandante, como lo hicieron recalcitrantes durante decenios. Hipócritas que se rasgan sus vestiduras de “demócratas”- algunas compradas anteayer-, para pedir el final de la dictadura castrista . Voces de manos ensangrentadas que  armaron a los asesinos que masacraron a sus pueblos en una orgía de represión reaccionaria al amparo de escandalosos silencios. Odiaron con  ferocidad que el pueblo cubano gozase de unas ratios educativas, sanitarias, tratamiento de la infancia, solidaridad, vivienda o seguridad ciudadana, que no son equiparables a su entorno geográfico. Incluyendo importantes zonas del Imperio. Falazmente intentaban devaluar los logros sometiendo en comparación desajustada, una y otra vez la realidad isleña, con la del primer mundo para mostrar tachas. Con intoxicante falacia quisieron hacer ver que la violencia sobre los derechos humanos y la represión era similar a la acaecida allí donde el Imperio respaldaba los Somoza, Trujillo, Strossner, Videla, Pinochet de turno. Algo escandaloso. Sin que esto avale ninguna laxitud ante la conculcación, en la medida que sea, de los derechos humanos y la libertad.

Del Comandante cabe quedarse con el hombre que doblegó al poderoso Goliat. Del que devolvió el orgullo a un pueblo e hizo soñar a muchos otros. Del guerrillero verde oliva hermano de sueños del Che argentino y cubano. Del conversador infatigable que saludaba el alba departiendo con Gabo García Márquez. Del guerrero revolucionario, que no morirá, sino se desvanecerá lentamente en la historia. Pese a las feroces diatribas sobre su persona, sin pretender olvidar sus claroscuros, su  recuerdo está grabado en la iconografía política de una época junto a Salvador Allende, Mandela, Ignacio Ellacuria, Martín Luther Kong, Oscar Romero, Kennedy y algunos más. Personajes distintos pero con un hilo conductor común : convicción, ética y coherencia alzada frente a la injusticia, la prepotencia, el dogmatismo ciego, poniendo voz a los pobladores de bíblicos valles de lágrimas, renovando argumento y  guiones.

En el vaivén constante que jalona la biografía política del planeta, quizás mas de algún augur miope o analistas interesados brinden caídas y mudanzas y el entierro de las utopías y sueños. Mas tras esos brindis, la hiriente realidad social, el egoísmo sin freno ni rubor , no tardarán en el primer recodo de la historia en tornar las burbujas en lagrimas y el regocijo en lamento. Nadie puede destrozar eternamente los sueños y las esperanzas que pueblan las mentes de millones de  blancos, de negros de amarillos, de razas, de pueblos, de gentes.

El Comandante se va con su tiempo amortizado. Deja tras de si un futuro inestable, quebradizo, que habrá de buscar una nueva ilusión, una esperanza, unos protagonistas...Ojalá confluyan en una Cuba Libre y Soberana...En la que ningún marine de vejiga floja vuelva a orinar en  Parque Central sobre la estatua de José Martí .
Hasta siempre Comandante.

Antonio Campos Romay

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