lunes, 24 de julio de 2017

"¿Que es hoy ser de izquierdas en España?"

Tomo el título de este artículo de otro publicado recientemente en un periódico nacional, pues tal es la confusión que se observa, aprovechando el atajo de las redes sociales, que bueno sería cada uno aportase su grano de arena para llegar a un consenso que congregase a los que nos reclamamos de izquierdas.

Aquella confusión se debe, en mi opinión, al agotamiento de las fórmulas socialdemócratas, fundamentalmente en Europa, una vez que las vías revolucionarias ensayadas hasta el período de entreguerras no dieron el resultado apetecido; muy al contrario, fue el éxito de los sistemas fascistas. También se debe al desdibujamiento ideológico como consecuencia de la evolución del capitalismo y la irrupción de un mundo tecnológico que ha revolucionado el sistema de clases e incluso las relaciones de producción, todo ello con la ayuda de las legislaciones conservadoras que se han consolidado desde los años ochenta pasados, excepto en algunos países como España. El éxito de "tecnócratas" en los partidos socialistas tradicionales y el entrismo de nacionalistas en los partidos socialistas, particularmente en España, ha hecho el resto.

Para mí, esencialmente, ser de izquierdas es poner lo público por encima de lo privado sin llegar por ello a un maximalismo ridículo como el que en Cuba y otros países se han empeñado en llevar a cabo. En segundo lugar ser de izquierdas, creo, es tener tan profundas convicciones democráticas que se aspire al igualitarismo social, que no se consigue sino mediante el reparto justo de la riqueza en cada uno de los paíes y en el mundo en su conjunto. En tercer lugar el respeto máximo a las fórmulas de la democracia representativa, sin ecluir por ello el recurso a fórmulas de participación básica de los ciudadanos en cuestiones para las que no se necesite una especial información pero sí sean de interés general. 

Ser de izquierdas es no conformarse con la ordenación actual del mundo, ni institucional, ni ecoómica ni política, resultado sobre todo de los acuerdos durante y tras la segunda guerra mundial. El F.M.I. ya no cumple la función para la que fue creado, tampoco la O.N.U. cumple los objetivos que se propusieron sus fundadores, de forma que los grandes estados se imponen a ella mediante el derecho de veto y otras actuaciones de hecho. Ser de izquierdas es cuestionar que unas cuantas corporaciones y familias se repartan el mundo y se sustraigan al control democrático de la política, es decir, de los ciudadanos. Ser de izquierdas es cultivar una ética distinta de la que defienden los conservadores, los egoistas, los especuladores, la rapiña del mundo, por lo que podrá reclamarse de izquierdas quien no respete aquella ética, pero no deberá contarse con él en las organizaciones de izquierda para dirigir nada.

Ser de izquierdas es combatir por todos los medios los paraísos fiscales, las ventajas judiciales de los ricos (fianzas económicas, indultos, beneficios penitenciarios), ventajas que también disfrutan en algunos países criminales horrendos. Ser de izquierdas es no claudicar ante desafíos como el del tercer mundo, el de los inmigrantes, el de los recursos que los estados deben allegar para hacer frente a las necesidades de parados, pobres, dependientes, ancianos, niños, trabajadores, enfermos y otros necesitados del estado, porque la iniciativa privada está a otra cosa.

Ser de izquierdas es comprometerse con políticas decididas en defensa del medio ambiente, oponiéndose a la bancanización del mismo, concepto que ya está en la opinión pública y que permitiría a las corporaciones financieras controlar un patrimonio tan universal como es la naturaleza, un patrimonio que hasta ahora no tenía valor material, pero ya algunos se han dado cuenta de que se puede convertir en dinero para unos pocos. Un izquierdista debe tener siempre un discurso sindical lo menos corporativo posible, pues defender la acción sindical de clase -por muy en evolución que esté- es defender políticas globales en favor del mundo del trabajo, no tanto de un sector u otro (como se ve recientemente en los casos de los controladores aéreos y de los estibadores).

Ser de izquirdas... No pretendo agotar aquí lo que se podría decir sobre cuestión con tanta enjundia e historia, sino solo aportar algunas ideas que puedan se complementarias de otras que se expresen con más autoridad.

L. de Guereñu Polán. 

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