Nos alerta D. Vicente Hernández
Gil en un interesante post, en el que incluye un artículo de un medio de
comunicación digital, La Marea.com, sobre
el setenta y ocho aniversario del arribo a Chile del “Winnipeg”, el ‘barco
esperanza’ fletado por D. Pablo Neruda. En ese barco que partiría del puerto
fluvial de Trompeloup (Francia) en 1939, pudieron huir más de 2.000 refugiados
españoles, ante la victoria inminente de los militares alzados contra la
Republica. El 2 de septiembre de 1939 (hay algún autor que sitúa la llegada el
dio 3), el Winnipeg atraca en Valparaíso, donde les esperaba un jovencísimo
ministro de Sanidad del gobierno del Frente Popular chileno, D. Salvador
Allende.
En 1939, D, Pablo Neruda fue designado, por el presidente Aguirre
Cerda, cónsul especial para la inmigración española en París. Dicen que el orfebre de la palabra y el
verso, comunista militante y coherente,
hizo del acto humanitario de fletar y llevar a buen puerto la
expedición, no exento de un largo calvario de zancadillas y contratiempos, el
pasaje más importante de su vida. Afirmaba con legítimo orgullo, “Que la crítica borre toda mi poesía, si le
parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”. Si
algo mas hiciera falta para excitar su solidaridad horrorizada ente la
carnicería española, le había conmovió profundamente el asesinato del gran
poeta andaluz Sr. García Lorca, sacrificado con el beneplácito del borracho homicida
Queipo de Llano.
Esta iniciativa tiene similitud
con la expedición organizada de la mano del General D. Lázaro Cárdenas, noble
benefactor del exilio republicano, con
los cerca de 500 niños que salieron de España rumbo a México para evitar los
bombardeos nazis y fascistas sobre Madrid, labor en la que la esposa del Sr.
Presidente de México, Dña. Amalia Solórzano se comprometió de forma muy
intensa. Este episodio, de forma entrañable y amena lo desgrana en su novela “La Identidad perdida” una buena amiga, la novelista Dña. M. Dolores Moreno Burgos.
Según refiere el periódico digital, a finales
de julio, el Centro Cultural y la rama en Chile del colectivo de emigrantes
españoles Marea Granate, a través de su Comisión por la Memoria del Exilio
Republicano, se pusieron de acuerdo para celebrar un homenaje a los exiliados
españoles en Chile coincidiendo con el aniversario del Winnipeg. Estaba
previsto para el 8 de septiembre con presencia de organizaciones,
diputados y representaciones chilena, descendientes de exiliados y la comunidad
española en ese país. También la representación consular y diplomática
encabezada por el embajador, Carlos
Robles Fraga. El padre de Robles fue ministro de la dictadura fascista. Y
su tío, Manuel Fraga, sirvió como ministro del sanguinario dictador
Francisco Franco. Tras lo que fundaría Alianza Popular y posteriormente el
Partido Popular.
Este individuo, Carlos Robles Fraga que se supone
representa a un país “democrático” con un “gobierno democrático” y a toda la ciudadanía, ha vetado el homenaje que iba a tener lugar en
el Centro Cultural de España en Santiago, institución adscrita a la Embajada
española. Según las estrafalarias explicaciones de la encargada de la gestión
del Centro Cultural a los organizadores, “Hay quejas del embajador por el tema
de la República” Este mismo sujeto, máximo representante de España ante la
República de Chile manifestó personalmente a los organizadores en una segunda
reunión, “el acto había sido cancelado porque el tema de la República es controvertido.
Y no habrá marcha atrás”. Solo le faltó,
emulando al tío Manolo, rugir…”La Embajada es mía”
La Marea Granate organizadora del
acto manifestó que su ánimo era que participasen las instituciones, dado la
presencia en Chile de más de 10.000 exiliados españoles y sus descendientes. En
Chile como en México hubo una importante presencia e influencia del exilio
español en sectores diversos, ciencia, investigación, cultura, empresa,
etc. Curiosamente es la primera vez que la Embajada de España en
Chile pone trabas a actos de memoria histórica en la Republica sudamericana. Un
país en el que según el INE residen hoy cerca de 70.000 españoles.
A la par de este dislate
fascistoide, otros desatinos de similar corte jalonan la vida de una democracia
que a duras penas mantiene su resuello tras varios años de gobierno de la
derecha más anacrónica y cerril de Europa. La ministra de Defensa se pone de
perfil con cómplice anuencia, cuando un
coronel con mando de armas en un cuartel celebra el “18 de julio” como
efeméride patria. Una Fundación cuya labor es el laudo del “caudillo” que
dirigió la más infame de las guerras civiles que asoló España y la más
encanallada represión, es legalizada y financiada generosamente con fondos
públicos para realizar sus fines. En última instancia se le encarga convertir
en zona de peregrinación del fascismo casposo y del emergente un pazo saqueado
a la ciudadanía y entregado con indigna
liviandad a la familia del dictador… Las tropelías son reiteradas y cada vez
con mayor impunidad y desparpajo.
Un país que es incapaz de
recuperar de las fosas a sus muertos…incapaz de rendir homenaje a los que
sufrieron el dolor y la muerte en el exilio, que es incapaz de recordar su
historia y enfrentarse con la verdad histórica, y que es incapaz de honrar y
reconocer a quienes tendieron su mano fraterna en horas trágicas, ofrece muchas
dudas en cuanto a su generosidad, fraternidad y calidad democrática.
La derrota de una parte de los fascismos tras la segunda guerra mundial, hizo creer que
su fantasma no volvería a resurgir tras los horrores pasados, Un análisis a
poner en cuarentena ante su auge en toda
Europa con tintes agresivos, violentos, racistas y xenófobos. Socava los sectores más desfavorecidos, enfrentándolos
entre sí, para como siempre acaparar el
poder y entregar la riqueza a las oligarquías económicas. Su herramienta es
manipular el miedo
ante la crisis económica y sus derivas
políticas, exacerbando la brecha social y
la desigualdad.
Si no se desenmascara tanto en
sus formas, hoy más sutiles que en los años treinta, como en el fondo, su zarpa negra siempre
latente, acogotará una democracia que tras cuatro décadas se sigue mostrando titubeante
y timorata frente a él. Y si quedase una pizca de sensibilidad y dignidad
democrática, el tal Robles Fraga
estaría ya embarcando rumbo a España, resignando una responsabilidad que
deshonra.
Antonio Campos Romay
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