miércoles, 30 de agosto de 2017

Manda más un Gobierno en minoría que una oposición en mayoría


En primer lugar porque la oposición es diversa y no actúa al unísono casi nunca; en segundo lugar porque todo Gobierno dispone de instrumentos que le permiten llegar a acuerdos con aquella oposición generalmente dividida.

Esto lo debían saber (y lo sabían) el señor Turrión y la Presidenta andaluza –por citar solo a dos de los responsables- cuando se opusieron con uñas y dientes a la investidura del señor Sánchez, que había conseguido el apoyo más difícil en teoría, el de un partido de derechas (o de centro) cuyo líder es un meapilas (y a los hechos me remito). Esto lo debían saber (y lo sabían) los dirigentes de la miríada de partidos políticos que han preferido el vasallaje al señor Turrión que el bien del país o, al menos, de la izquierda y sus ideas.

De los partidos nacionalistas nada digo porque están a lo suyo: unos para sacar la mejor tajada del estado (PNV) y otros en un proceso ilegal y llamado al fracaso (para la insurrección no tienen fuerza). La Presidenta andaluza, en particular, quería por encima de todo encaramarse en el poder partidario para ser la próxima candidata a la Presidencia del Gobierno en las filas del PSOE. Tuvo bastantes apoyos, como es sabido, sobre todo de la vieja guardia del socialismo, algunos claramente desprestigiados ya. Y ahora, compareciendo el Presidente del Gobierno una y otra vez en el Parlamento, se ve que abstenerse para su investidura (en realidad para que el Presidente no fuese el señor Sánchez) ha conducido a la burla a la que asistimos. El jefe de los forajidos, una y otra vez, no contesta a lo que se le pide (en el Parlamento y en los Tribunales), se mofa de la ciudadanía y de los representantes políticos y gobierna como si tuviese mayoría sin tenerla.

No sé si alguna vez oiremos los lamentos o el arrepentimiento de los que facilitaron la investidura del actual Presidente, pero los hechos están ahí: la oposición no consigue nada, el país sigue sumido en la corrupción, el nivel político es bajísimo, pues ni siquiera para la lucha contra el terrorismo y contra el independentismo hay unidad (entre los no independentistas, se entiende) y cada líder-cabeza de ratón se encuentra solazado en vez de lamentarse por el espectáculo diario, semanal… que la política nacional nos ofrece.

Resumiendo, porque el asunto no da para más: mientras el actual Presidente del Gobierno sea el que es no hay solución; ni regeneración democrática, ni respeto a las instituciones, ni políticas sociales (esto lo menos). El meapilas al que me referí antes implícitamente dijo venir a regenerar el país y luego permitió formar gobierno al más nefasto personaje que la democracia española haya conocido en denodado empate con el señor Aznar.

Si el electorado aprendiese la lección aún cabría esperanza, pero para ello habría que movilizar a intelectuales, profesionales, sindicatos, a todo ese cuerpo social que se dice progresista y de izquierdas para, de una vez, desalojar del Gobierno al que ahora lo comanda, pues si solo cupiese la posibilidad de que otro de sus filas le sustituyese, ya era un pequeño, pero valioso paso al frente.

L. de Guereñu Polán.

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