lunes, 4 de septiembre de 2017

¿Un segundo mandato de Trump?



Como es poco probable que el señor Trump sea echado de la Casa Blanca por medios legales (el republicanismo, en definitiva, es más reaccionario de lo que debiera) es probable que llegue a las próximas elecciones con el historial de idioteces y provocaciones más propias de un histrión que de un hombre de estado. Le hace el juego el mandamás norcoreano, que permitirá al racista Trump demostrar lo machote que es a la derecha norteamericana. Queda por saber, si se desata un conflicto de mayor o menor gravedad, cual sea el papel de la Unión Europea y España. El de la primera –me imagino- no hacer nada porque no tiene política exterior común. El de la segunda me temo lo peor: seguramente bajarse los pantalones irreflexivamente y no atender a interés por la paz de ningún tipo.

Ante esto queda por saber también la política que aplicará el PSOE, y tengo para mí que debiera empezar ya a plantearse supuestos escenarios para que no se le coja con el pie cambiado. En cuanto a otros partidos pretendidamente de izquierdas, ya se sabe: decir lo que más convenga para alegrar los oídos de la gente.

Volvamos al principio: he leído durante este verano sobre la gran preocupación que hay entre sectores progresistas y demócratas en Norteamérica, ante un posible segundo mandato de Trump, que podría llevar al mundo a una lógica geoestratégica muy distinta a la actual, con no ser esta buena. En el caso de Corea falta por saber lo que harán China y Rusia en caso de una bravuconada de Trump (supongo que antes consultará con las autoridades, muy poco ejemplares, de estos superestados).

Si se le concede al señor Trump un segundo mandato, y contra esto debiera movilizarse no solo toda la progresía norteamericana, sino mundial, la lucha contra el calentamiento global se paralizará, el esfuerzo de los ecologistas será en vano, la carrera de armamentos y riesgo de guerras regionales aumentarán, el terrorismo islamista encontrará más excusas aún para actuar criminalmente, los países iberoamericanos estarán comprometidos ante la amenaza de boicots económicos, con lo que sus políticas sociales se podrían resentir, y así podríamos seguir con supuestos a cada cual más negativo, pues no creo que se pueda esperar nada bueno de alguien que se burla en público de un inválido o que dice ganar las elecciones aunque matase con un rifle a varias decenas de personas en una calle cualquiera.

Estados Unidos ha tenido presidentes de gran prestigio: para no remontarnos más atrás, Wilson, Roosevelt (F. D.), Kennedy, Carter, Obama… cada uno de ellos con sus errores, a veces graves, con sus contradicciones, sujetos a una lógica que es la del país más poderoso del mundo, con unos banqueros y empresarios que son los más poderosos, también dentro de Estados Unidos. Con Bush hijo y con Trump el prestigio de la presidencia de Estados Unidos ha caído en picado, escandalizando hasta a sus propios seguidores, aunque muchos de estos no estén dispuestos a favorecer a otro de signo relativamente opuesto.

Creo que la política internacional –ahora que se ha demostrado que la “inteligencia” de un país puede condicionar las elecciones en otro- debiera no despreciar este vector: evitar la reelección del señor Trump, negociando, presionando, ayudando, favoreciendo todo lo que se haga, lícitamente, para que otro candidato a la presidencia, digno y demócrata, le sustituya. Para eso tendría que haber un verdadero liderazgo en la Unión Europea, o varios, que hoy no se vislumbran. El Reino Unido está con su “brexit” entretenido, Macron retrocediendo socialmente a Francia, y solo Merkel, cuyo posible último mandato sea el que viene, podría liderar una política como la que aquí se propone. Un presidente de Estados Unidos digno y demócrata, no se pide más, es lo que se propone. 

L. de Guereñu Polán.

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