martes, 26 de septiembre de 2017

LA GRAN COALICION.



Hasta  hace cuatro días se vendía cual pócima de Fierabrás para los problemas de la democracia española, la Gran Coalición. Se enfatizaba con fanatismo cuasi religioso en la Santa Alianza II, con gran regocijo de la derecha más rancia de Europa. Los más destacados próceres que del socialismo han sido la cantaban como si de un festival de Eurovisión se tratase. Cual mercachifles ambulantes vendían su remedio por plazas y mercados, usando para ello los medios afines a la derecha más dura. Su “semilla del diablo” en cierta medida  estuvo latente en  la asonada que derribó en una página poco edificante al secretario general del PSOE aunque que este volvió de manos de la militancia con más fuerza. Lamentablemente en ese se ínterin se habilitó la continuidad del más nefasto gobierno que padece España en democracia.
Hoy, la socialdemocracia alemana capitaneada por un insulso doméstico de la Sra. Merkel se despeña hacia la irrelevancia, algo similar a lo que se prevé en Austria, mientras casi un centenar de “nazis”, dicho esto sin eufemismos, acceden al Reichstag tras la II Guerra Mundial. Son días  para una severa reflexión, -contrición es difícil-, de aquellos que con voz engolada y galones trasnochados predicaban la receta. O que por vía de ejemplo, satanizaban la salida política que el buen sentido del pueblo portugués abrazó con un notable resultado y envidiable estabilidad. 

La socialdemocracia sufrió un severo retroceso en Europa pasando a ser noticia por sus sucesivas derrotas electorales, tras haber apadrinado las mayores cotas bienestar basada en la universalización de los derechos sociales  y laborales financiados a través de fiscalidad  solidaria. Todo el esfuerzo encaminado a la corrección de las desigualdades sociales, se dilapidó en un progresivo alejamiento de su cultura política y su vocación de servicio a lo público en medio de una irrelevante capacidad de autocrítica.
Fue incapaz de resistir al virus del neoliberalismo inspirado y expandido desde EEUU, cuyo ejemplo más práctico es el socialiberalismo que hizo mestizaje espurio en la socialdemocracia.   La Tercera Vía del Sr. Blair, cuya aportación más destacada a la “política” tal cual la entendía el, es su foto en la Azores, descafeinó los principios socialdemócratas, causó una disminución substantiva de los salarios de su país, al tiempo que impulsaba una temeraria desregulación de los mercados laborales y de la banca. Reduciendo al tiempo a mínimos la intervención del estado bajo la falacia de estimular la economía. 

 La socialdemocracia alemana inicia desde 2010 una deriva bajo el liderazgo del canciller Schroeder, hacia  políticas neoliberales. Medidas drásticas de austeridad y apoyo incondicional al capital financiero y al empresariado, en detrimento de la calidad de vida de los trabajadores y clases medias. Con ello abrió de par en par las puertas al gobierno Merkel. El resto, con la degradación de la socialdemocracia convertida en mozo de espadas de la canciller conservadora es ya historia, cuya última página acaba de escribirse. 
La socialdemocracia europea,  pagó la gran estafa  económica y financiera de 2008 con mucha más dureza que la derecha, que era quien estaba tras de ella. Como consecuencia inicia una larga travesía del desierto. Y eso en medio de una situación crítica, donde se evidencia que la derecha se muestra como una gestora funesta, en contra de lo que como mantra se ha pretendido hacer creer, y de lo que en España existe abundancia en el ejemplo. 

La socialdemocracia tiene un papel central e indispensable que desarrollar. Pero necesita para ello una adecuación urgente y modernización que le permita  conseguir sus objetivos, conciliando  el impulso del crecimiento económico y desarrollo, con bienestar social e  igualdad.

Seguramente volver a las condiciones de vida previas a esta gran estafa que sufrimos no sea fácil. En el mejor de los casos, tardará más de lo deseado. Para ello es indispensable reponer lo lo que  fue eje del recorrido tras la segunda guerra mundial, el pacto social entre el capital y el trabajo. Algo solo posible encauzando severamente y no de forma retorica, al capitalismo financiero.  
El ex ministro sueco y dirigente de la socialdemocracia de aquel país, Pär Nuder, está convencido de que el programa de austeridad de la derecha no funciona y que esta entrará en crisis, como consecuencia de su exacerbada servidumbre a  los intereses financieros. Y afirma,  “La crisis europea es mucho más que un asunto de déficit y de deudas. Tiene mucho que ver con la falta de confianza social”.  Algo que debe recuperar la socialdemocracia europea, y que en España  apunta en sentido positivo. 

  Antonio Campos Romay

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