jueves, 21 de septiembre de 2017

¿UNA IZQUIERDA "ABDUCIDA"?

Cuando tras la victoria por mayoría absoluta del PP, comenzaron en 2012 y 2013 los recortes y las reformas estructurales neoliberales (laboral, pensiones, sanidad, enseñanza...) pensé que la izquierda sindical y política de Cataluña capitanearía la rebelión contra aquellas medidas. De hecho, las manifestaciones de rechazo no solo fueron multitudinarias y cargadas de agresividad, sino incluso violentas. Los manifestantes llegaron a bloquear la entrada al Parlamento catalán, y el entonces Presidente de la Generalitat, Artur Mas, hubo de acceder al mismo en helicóptero en varias ocasiones.

Fue entonces cuando Artur Mas decidió cambiar de tercio con su proclama de “España nos roba” consiguiendo dirigir el enorme cabreo hacia el gobierno central, y convirtiendo la reivindicación social en reivindicación nacionalista primero e independentista después, y promoviendo unas elecciones de signo plebiscitario encaminadas a la creación de un gobierno con mayoría independentista presidido por él mismo.

Es cierto que su estrategia quedó muy tocada por los casos de corrupción que implican a la cúpula de la entonces CDC, hoy PDCAT, incluso a Jordi Pujol y su familia, y sobre todo por el comportamiento de la CUP exigiendo y consiguiendo nada menos que la dimisión de Artur Mas como candidato a presidir el nuevo gobierno de la Generalitat.  Sería ingenuo pensar que aquello supondría la entrega de la dirección del llamado “procés” a la formación anarquista. Nada de eso, me sumo a los que opinan que es la CUP la que ha venido siendo utilizada por el núcleo duro del sector independentista de la burguesía catalana, que sí diseñó “el procés” y lo está dirigiendo.

Es la burguesía catalana que al amparo del gobierno de la Generalitat se enriqueció a lo largo de estos 40 años de democracia, y que hoy, no sólo ve amenazados sus privilegios y sus fortunas, sino que algunos están procesados y el hijo mayor del mismísimo Jordi Pujol (Jordi Pujol Ferrusola) se encuentra en la cárcel. Una de las principales medidas que el independentismo catalán pretende llevar a cabo si consigue su objetivo es la derogación de las sentencias y expedientes abiertos por corrupción a muchos de sus dirigentes. Como esto no será posible, parece evidente que el tema podría ser objeto de negociación principal (aunque discretísima) tras el 1-O. Yordi Pujol ya lo hizo, con un  esquema semejante, cuando lo de Banca Catalana.

Lo que mucha gente se pregunta es donde está la otrora potente izquierda catalana. Es cierto que tras la victoria de Pedro Sánchez, un aire nuevo parece haber llegado al PSOE y al PSC. La firme posición de los alcaldes socialistas del PSC en contra de las ilegalidades de los independentistas, aunque algo tardía, resulta reconfortante. Y también las recientes declaraciones de veteranos sindicalistas de UGT y CC.OO. ya jubilados. Pero se echa en falta la voz clara y una posición firme de las direcciones de ambos sindicatos en Cataluña, un mal síntoma de cara al futuro si algo no cambia. Y lo más preocupante aún es la falta de definición y la división interna de los llamados “Comunes”, parece que  desbordados por los acontecimientos y en donde se integran entre otros los restos del PSUC, los colectivos de IU-Los  Verdes y un Podemos que parece en clara connivencia con ERC. Sorprendentes han sido las descalificaciones de algunos sectores al portavoz de “los Comunes” en el Parlamento catalán, Joan Coscubiela, y la ambigüedad de la alcaldesa de  Barcelona Ada Colau, que preside una corporación de izquierdas pero fraccionada, y  más pendiente de las encuestas que de “mojarse” tomando posición en tema tan trascendente para Cataluña y para España.

Siendo cierto que España necesita con urgencia un cambio político que expulse del poder al PP. También lo es que la izquierda catalana tiene ante sí la exigencia de cambiar el relato de los independentistas  aunque solo sea porque es falso y sepulta los intereses de la clase trabajadora, confundiéndolos con los de la burguesía independentista catalana, tan corrupta como la del PP.


Xesús Mosquera Sueiro / 21 de Septiembre de 2017

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