martes, 31 de octubre de 2017

21 de cidiembre...



Si los resultados de alguna encuesta que ya se ha realizado (al calor de las idioteces acontecidas en Cataluña en los últimos meses) se confirma tras la campaña electoral previa al 21 de diciembre próximo (cabe esperar que sí pero no sabemos en que grado), nos podríamos encontrar con una endiablada situación que hiciese muy difícil la gobernabilidad de dicha comunidad autónoma, sobre todo porque habrá quienes no renuncien a sus objetivos independentistas (legítimo) incluso por procedimientos ilegales (suicida).

Parece que el partido más votado sería Esquerra, seguido de Ciudadanos y del Socialista. El conjunto de grupúsculos que se cobijan en la firma “podemos” dificultará cualquier acuerdo, tanto a unos como a otros, entre otras cosas porque no habrá quien se fíe de ellos. Es previsible el descalabro de un partido corrupto como la antigua Convergencia, pero no así del PP, también corrupto, porque rentabilizará el que el Presidente del Gobierno haya aplicado con decisión la ley para corregir el rumbo hacia la legalidad.

El Partido Socialista podría mejorar porque se ha situado en medio de ambas partes, si bien dentro y en defensa de la Constitución, habiendo jugado su secretario, el señor Iceta, un papel moderador y mediador. Ciudadanos parte con buenos números, pero insuficientes para aspirar a gobernar con el único apoyo que considero factible, el del PP.

La principal novedad, me parece, es que los personajes que participen en la próxima legislatura catalana sean distintos a los que han llevado a un callejón sin salida al país. Dirigentes de la antigua Convergencia más próximos a acuerdos con el Estado del que forma parte Cataluña, podrían romper el bloque independentista, sobre todo si las CUP deciden no participar en las elecciones (en cuyo debate están). Como este grupo no puede aportar nada a la gobernabilidad, pues su papel está solo en la movilización y en la lucha contra la Constitución española, que millones de catalanes votaron (incluido el artículo 155), no se podrá contar con él si se quiere algo positivo.

Que la derecha catalana se pusiese de acuerdo para gobernar (la antigua Convergencia, Ciudadanos y PP) no parece imposible, sobre todo si importantes empresarios se ponen manos a la obra, pero ahora parece poco probable porque estamos saliendo aún de la vorágine. La izquierda no puede ponerse de acuerdo porque tiene objetivos distintos según se trate de los socialistas o de los nacionalistas de Esquerra… y ya he dicho que el magma de “podemos” no es de fiar (particularmente en Cataluña).

A los socialistas les cabe, si tienen ese tercer puesto con al menos veinte escaños, seguir como mediadores de una solución que acepte el marco legal aunque quien gobernase fuese, en minoría, el partido más votado, Esquerra. En todo lo anterior descarto que el bloque nacionalista catalán vuelva a actuar conjuntamente y que socialistas y derecha catalana puedan embarcarse juntos en una acción de gobierno coherente, salvo que se tratase de una cuestión de salvación “nacional”.

Puede que ocurra lo que ya algunos advirtieron sobre Quebec, que los independentistas no podrán volver sobre sus pretensiones porque la sociedad catalana –en general- está muy harta de ellas, aunque la movilización de los grupos independentistas, muy importantes, se pondrá a tope, igual que sus contrarios, espoleados por Societat Civil Catalana. La participación electoral alta parece asegurada y ahora solo hace falta saber si se polarizará más el panorama o se mantendrá plural y dividido: en el primer caso los beneficiarios serían Esquerra y Ciudadanos.

Una campaña centrada en los problemas reales de la gente, en los barrios más humildes, entre los grupos más empobrecidos, entre los autónomos que no quieren aventuras, entre los estudiantes que no han sido adoctrinados falazmente, entre los obreros sindicados y no sindicados, sobre todo en las ciudades y en las comarcas costeras, que es donde el independentismo es más flojo, se hace imprescindible desde una perspectiva del socialismo, pero sabrán mejor que yo los de esta familia en Cataluña lo que deben hacer. El papel de los alcaldes socialistas, valiente en la mayor parte de los casos, debe también servir para completar el trabajo de candidatos, afiliados y simpatizantes. Una campaña electoral en la que habrá que insistir en la necesaria reforma constitucional, en el reconocimiento explícito de Cataluña como comunidad diferente a otras (aunque no privilegiada)... y ¿en la necesidad de otro Estatut? (porque esto último es tema sobre el que no me atrevo a decir más no estando allí...).

Entre tanto hay que esperar que no haya ninguna sorpresa negativa en materia de orden público, en el campo diplomático o en el judicial, lo cual podría hacer bascular algo, pero no mucho, la actual situación. Pero bascular algo, en un sentido u otro, puede ser la clave en la actual situación de cordura solo al parecer recuperada. 

L. de Guereñu Polán. 

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