jueves, 22 de noviembre de 2018

Gamberros

Se ha instalado en el Congreso de los Diputados y en el Senado una mala suerte de gamberrismo que nada tiene que ver con "hacer el jabalí" de Ortega. Insultos y mentiras se prodigan contra el adversario político de acuerdo con el bajo nivel político y parlamentario que vive España. No es casualidad que se haya acentuado el gamberrismo del que hablamos desde el mismo momento en que el Partido Popular perdió el gobierno.

¿Que sentido tiene que el dirigente máximo del Partido Popular acuse al Presidente del Gobierno de participar en un golpe de Estado? ¿Está tonto aquel o cree que aporta algo con tal exabrupto? ¿Que sentido tiene la brutalidad exhibida por el señor Ribera cuando trata cualquier tema sin distinción, ya en relación con Cataluña, los méritos académicos del Presidente del Gobierno o la renovación del órgano de gobierno de los jueces? Algún personajillo que se dice de izquierdas y que ha irrumpido con mucho ruido y poco seso en la política española, suele alardear de gestos y exageraciones, insultos incluso, sin más razón que la del que cree tenerla en exclusiva. 

Hace poco leí un artículo de Manuel Vicent en el que, citando a The Economist, señalaba que España goza de un nivel democrático superior a Bélgica, Italia o Francia; España es líder mundial en donación y trasplantes de órganos, en fecundación asistida, en sistemas de detección precoz del cáncer, en protección sanitaria universal gratuita, en esperanza de vida solo detrás de Japón, en energía eólica, en producción editorial, en conservación marítima, en tratamiento de aguas, en energías limpias, en construcción de grandes estructuras ferroviarias de alta velocidad...

España es el país de menor violencia de género en Europa -sigue diciendo Vicent- muy por detrás de las socialmente envidiadas Finlandia, Francia, Dinamarca o Suecia; es el tercer país con menos asesinatos por 100.000 habitantes y, junto con Italia, el de menor tasa de suicidios. 

Pero aparte de la corrupción de banqueros, grandes empresarios, políticos y otras especies, hay personas que, aprovechando su derecho a estar en el Parlamento, quieren ensuciarlo, desanimar a la población, hacer el gamberro y no contribuir a la prosperidad nacional, no mereciendo lo que se les paga. Son los gamberros actuales. 

L. de Guereñu Polán. 

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