Parece claro que doña Susana
Díaz, electoralmente, no aporta nada al Partido Socialista; en otros aspectos sí:
su gestión como Presidenta . Así se puso de manifiesto en las elecciones de
2015 y ahora se confirma en las de 2018, con los peores resultados del
socialismo andaluz durante el actual régimen. Puede que potenciales electores
socialistas se hayan sentido decepcionados por las andanzas conspiradoras de
doña Susana de hace dos años, en vez de ocuparse de los asuntos andaluces.
Aquellos episodios vergonzosos debieron pasar factura en la primera ocasión que
se presentó, sin perjuicio de los casos de corrupción del socialismo andaluz,
de tal gravedad que solo les superan los muchos y sistémicos del Partido
Popular. La prepotente doña Susana debe pensar más y gesticular menos.
Otro aspecto de las elecciones
del 2 de diciembre es la entrada de un partido de extrema derecha en el
Parlamento andaluz. Esos electores estaban en el PP agazapados, además de en la
juventud que no ha votado hasta ahora (obviamente una parte). La presunción de
que en España no había extrema derecha ya no se sostiene, sobre todo porque el
PP, con su corrupción, ha permitido que aparezca fuera de sus filas.
La pérdida de votos y de escaños
de los dos partidos más importantes de Andalucía se explica por la desafección
de sus electorados respectivos, además de por la baja participación electoral:
entre todos los partidos no han conseguido movilizar sino al 58% de los
electores. Ahora tiene el PP la
oportunidad de ser fiel a su máxima de que gobierne la candidatura más votada,
pero pedirle coherencia a dicho partido es como pedirle peras al olmo.
Hay un aspecto que al
socialismo andaluz no le pasará desapercibido, y es que en siete de las ocho
provincias, el PSOE ha sido el más votado, lo que habla de una implantación que
es parte importante de su capital político y factor fundamental para recuperar
el poder en las próximas elecciones. El desprecio de doña Susana a Izquierda
Unida (me remonto al año 2015), prefiriendo gobernar con Ciudadanos, no habrá
gustado, igualmente, a parte de su electorado. El señor Vara, en Extremadura,
sabe algo de esto.
Dejo el análisis más
pormenorizado a otros sobre lo que los andaluces han pretendido decir con sus
votos, pero sí hay una fórmula, que se le habrá ocurrido a varios, para
impedir el acceso del PP y Vox al poder: ofrecer por parte del PSOE la
Presidencia de la Junta a Ciudadanos y solicitar la Presidencia del Parlamento
para sí, pero para eso se necesitaría el concurso de Podemos (o como se llame).
Lo veo difícil en este verso libre. ¿Permitiría Podemos que se formase un
gobierno presidido por el PP? ¿Preferirá
Ciudadanos apoyarse en Vox y el PP para gobernar, antes que hacerlo en el PSOE?
Además, a este partido tendrá que tenerlo en cuenta cuando le falle alguno de
esos supuestos socios de la derecha y la extrema… Es el momento de la altura de miras y de la responsabilidad, no de mirarse el ombligo.
En otro orden de cosas, si las
campañas electorales van a seguir siendo lo que en las últimas convocatorias,
podría prescindirse de ellas: risitas, despropósitos, ataques vacuos, chistes
malos… pero ni una sola idea para un electorado que quizá esté ávido de ellas
en momentos de tribulación.
L. de Guereñu Polán.
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