En
su lógica neoliberal, el Sr. Casado y su adjunto el olímpico
escupidor de huesos de oliva, no entienden, - en realidad les
importa un pimiento-, que la liberación salvaje de la economía y el
mercantilismo sin barreras produce retroceso social y daños
irreversibles para los asalariados…La globalización imperante
cabalga aupada en reducir a mínimos la presión fiscal a las
grandes corporaciones y abaratar a máximos los costes salariales. Y
como complemento, penalizar al consumidor elevando las tasas
generales sobre los productos.
La
variante de racionalizar los beneficios empresariales de las grandes
empresas en aras de una redistribución más justa y social, ni esta
ni se le espera. Y lamentablemente en este escenario se echan en
falta los contrapesos a esta visión de la economía que tanto atrae
a los cuatro jinetes del apocalipsis español: PP, Cs., Vox y Aznar.
Un modelo de economía que no se conforma ya con merodear a través
de intermediarios sino que se posiciona como protagonista. Los
grandes poderes económicos y financieros se muestran herederos de
los señores medievales de horca y cuchillo, haciendo su voluntad.
Dinamitando cualquier asomo de humanismo en la sociedad y
pervirtiendo los valores democráticos de la misma.
Estos
días asistimos, con indiferencia, cuando no con desconocimiento a
un desastre ecológico descomunal con grave pérdida de vidas humanas
en el estado brasileño de Minas Gerais. La empresa culpable del
desastre, “Vale”,
también es copropietaria de la represa que se rompió en la
localidad de Mariana en el mismo estado. En esa ocasión (hace unos
tres años), provocó el mayor desastre ambiental de la historia de
Brasil, con numerosos muertos y cientos de kilómetros de ríos
contaminados. La impunidad es absoluta. El actual presidente del
país, adalid de la extrema-derecha y de la desregulación salvaje,
es una garantía para que esas situaciones de destrucción
medioambiental y destrozo del hábitat para enriquecimiento de unos
pocos. Nadie plantea que este daño, amén de local, afecta
gravemente a los ecosistemas que nos son comunes. Mientras, la
culpabilidad de gobiernos corruptos y la codicia enfermiza de los
agentes económicos, es exonerada.
Se
ofrece como sumun de modernidad el modelo neo liberal de desarrollo,
basado en un consumismo irracional, en ocasiones compulsivo. Amparado
en una publicidad machacona. La globalización impone necesidades más
en consonancia con los intereses de los grupos económicos, que con
los de la ciudadanía. Algo dirigido a quienes tienen capacidad de
consumir, en tanto que más de un tercio de la población queda
marginada por situación de penuria.
La
falacia de tal propuesta, en algunas bocas convertida en dogma de fe,
es el cáncer de las ideologías políticas. Afincados en ella, los
cuatro jinetes del apocalipsis español, heraldos de la doctrina del
“crepúsculo de las ideologías” de Gonzalo de la Mora, pretenden
hacernos ver que los intereses privados, son de interés general y
que los intereses generales, deben ser gestionados por grupos
privados. Disfrazando la avaricia y el lucro desenfrenado como
eficacia y mejora de la gestión, calificando con absoluta
desvergüenza como crear riqueza, al acumulo desaforado de beneficios
de una minoría.
La
voracidad ultra liberal consagra la iniciativa privada como redención
frente a lo público que es objeto de sus insultos. Se injuria como
pesada y nociva burocracia al sector público y parásitos a quienes
lo administran al servicio de la ciudadanía. Pero la realidad
muestra a diario como lo privatizado o la desregulado es una mina de
oro para una pandilla de saqueadores del patrimonio común y una
voladura sistemática de los cimientos de la solidaridad y del estado
de bienestar.
Lo
que comienza como un atropello económico, una praxis extractiva, una
propuesta para despojar de derechos sociales y económicos a la
ciudadanía, termina en convertirse en una quiebra de carácter
democrático. La cultura y la ideología se ven gravemente afectadas
y la información se convierte en mecanismo al servicio de los
poderosos, el conservadurismo más reaccionario, y para más inri,
-viejo conocido de España-, avanza cómodo para enseñorearse de los
resortes del poder…En lo que para su protagonistas, es volver “a
casa”…
No
lo entienden…O quizás quienes no lo entiende, -trágicamente-, son
los llamados a cerrarles el paso.
*Antonio
Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia.
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