No está demostrado que el Partido
Socialista haya sido castigado electoralmente en Andalucía por la política de
diálogo con los independentistas catalanes, diálogo que llevaron a cabo todos
los gobiernos de España, y sí está comprobado que el declive electoral del
socialismo andaluz es una realidad.
Al actual Presidente del Gobierno
no se le perdona, por parte de determinados dirigentes del PSOE, que haya
resultado victorioso en dos elecciones primarias contra la voluntad de la vieja
guardia. No se le perdona que haya accedido a la Presidencia del Gobierno con
el apoyo de diputados independentistas que, como millones de Españoles, querían
librarse del lastre que significó el señor Rajoy, encubridor de delincuentes y
cobrador de dinero negro.
Y con estas premisas deambula el
Partido Socialista pretendiendo, algunos, reeditar el escándalo mayúsculo del 1
de octubre de 2016. Esto sí que resta votos al Partido Socialista, la división
interna, las discusiones descarnadas ante la opinión pública por un quítame
allá esas pajas. Porque ya se me dirá la importancia que tiene el que exista o
no un “relator”, un testigo en la mesa de partidos de Cataluña que, a propuesta
del PSC, se ha formado para intentar acercar posturas que superen el grave
problema político en Cataluña y, por ende, en España. Lo que ocurre es que se
aprovecha cualquier disculpa para armar el follón correspondiente que erosione
al Presidente del Gobierno, como si de una oposición más se tratase.
Ahí tenemos al Presidente del
Castilla-La Mancha, que de abominar de sus socios de gobierno, ahora se apoya
en ellos para seguir siendo Presidente de dicha Comunidad Autónoma. No hay manera de que se calle prudentemente en beneficio de los intereses electorales
del PSOE y de la política de izquierdas emprendida en junio pasado. Otro tanto
el Presidente de Aragón, que ha demostrado hasta la saciedad sus malos modos
aprovechando cualquier micrófono que se le acerca. Y el que fuera muchos años
Vicepresidente del Gobierno, y cuyos servicios al PSOE son impagables, tiene un
jacobinismo mal entendido, a pesar de su formación machadiana, y salta a la
primera de cambio -¿qué tiene que ver la presentación de un libro para atacar a
tu propio Gobierno?- como si no quisiera que nos olvidemos de que existe. Si
alguien hiciese esto en su época de mandamás sería fulminado de inmediato.
No veo que pretenden los
dirigentes del PSOE que saltan a la primera de cambio cuando el Gobierno se
debate en fórmulas legales y legítimas para salvar el problema político de
Cataluña (de España) lo más dignamente posible. Si las elecciones generales,
cuando estas se produzcan, no son favorables al PSOE y gobierna la derecha,
piensen los díscolos de ahora si tendrán alguna responsabilidad en ello. El
señor Guerra no dijo ni pío cuando los crímenes del GAL, y eso sí que era
motivo para dimitir, pedir perdón, hacer una catarsis entre los altos cargos
públicos nombrados por el Gobierno del que él formaba parte.
L. de Guereñu Polán.
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