jueves, 14 de febrero de 2019

Andalucía, Madrid, Valencia...


Aún a riesgo de que se me considere elemental, creo que el “secreto” de las próximas elecciones generales está en Andalucía, Madrid y Valencia, sabido que se trata de tres Comunidades Autónomas con un abultado electorado y donde ganar marcará la diferencia.

En el caso de Madrid y Valencia el Partido Popular sigue siendo el más votado, y cada vez que se producen elecciones y encuestas así es, seguramente por errores del Partido Socialista que se remontan a muy atrás pero también a condiciones objetivas que ya he expuesto aquí en otras ocasiones y que no repetiré. En el caso de Andalucía creo que el Partido Socialista podrá mejorar sus resultados electorales una vez que lo que se dirime no es la persona de doña Susana Díaz, que cuenta con una no pequeña oposición en el seno del mismo partido y, por lo tanto, entre el electorado de izquierdas en la región.

Creo que no descubro nada si digo que en Cataluña ganarán los nacionalistas de uno u otro pelaje, en Euskadi el PNV seguido del Partido Socialista, este será el primer partido en Extremadura y Castilla-La Mancha, mientras que el Partido Popular lo será en Murcia, La Rioja, Galicia y Navarra (UPN). Queda por saber lo que ocurrirá en Aragón, Asturias, Cantabria, Baleares y Canarias, pero en todo caso son habas contadas, pues se trata de comunidades poco pobladas o muy pequeñas. Claro que perder en Aragón o Asturias, por ejemplo, sería muy mala señal, pero como he dicho al principio, el grueso de la cuestión está en Andalucía, Madrid y Valencia.

El nacionalismo español latente en Andalucía se da también en otras regiones españolas, tanto periféricas (Navarra) como del interior (Aragón, las Castillas), lo que favorece a esa rama del PP que se hace llamar Vox, y Ciudadanos no tiene más que bajar en Cataluña (su techo parece haber sido el que fue) y sus caladeros estarán en las principales ciudades donde está implantado dicho partido. Al Partido Socialista le cabría mejorar en Cataluña (quizá a expensas de ese conglomerado llamado Podemos) y en Galicia a expensas de Bloque y Mareas (suponiendo que la gente no sabe qué es esto último), pero lo malo es la situación de la que se parte en Madrid y Valencia, dos plazas fuertes donde las haya.

Si hubiese ocasión a que se reeditase el pacto andaluz para toda España, desde mi punto de vista sería una hecatombe (al que se sumarían Foro Asturias, minoría canaria, etc.), pues surgirían en el Partido Socialista las discrepancias que están a flor de piel aún cuando las cosas van bien (no hay manera de que se callen los bocazas). Si el Partido Socialista pudiese reeditar una mayoría parlamentaria, creo que tendría que contar, de nuevo, con los nacionalistas vascos y catalanes, Podemos y sus adherencias. De nuevo los escrúpulos por parte de los de siempre. Pero ¿qué se quiere? ¿lo imposible? Que no gobierne la derecha es un bien absoluto; ante esto vale cualquier cosa dentro de la ley y los valores que inspiran al socialismo. Además, partidos nacionalistas de derechas –pero con tradición democrática- estarían en ese apoyo parlamentario liderado por el PSOE. Al menos cabe esperar que la oposición que suscita el señor Sánchez le limite a los jabalíes de la derecha y no incluya a los propios.

En todo caso, añoro aquel bipartidismo que daba estabilidad política al país, que hacía se comportasen como procuradores en Cortes los diputados de los partidos nacionalistas (ir a Madrid en busca de recursos) y que en nada desmerecía a la democracia. El que manda es el elector, pero que apenque con las consecuencias. 

L. de Guereñu Polán. 

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