La casualidad ha querido que el veterano socialista
Vargas-Machuca haya publicado en un medio de comunicación nacional, un artículo
sobre el futuro del Partido Socialista Obrero Español, al mismo tiempo que los
socialdemócratas alemanes e israelíes se planteen un giro a la izquierda ante
las crecientes demandas de sectores nutridos de la sociedad, que no han visto
en el socialismo solución suficiente a sus necesidades.
En primer lugar es poco científico el término “socialismo
liberal”, utilizado por el autor y por otros mucho antes que él, para referirse
al socialismo de inspiración no marxista. El socialismo, se dijo por los
dirigentes del PSOE desde los años setenta del pasado siglo, no necesita
adjetivos (ni marxista ni liberal), es muy distinto al comunismo existente
desde 1917 en Rusia y luego en el este de Europa tras la segunda guerra
mundial. Pero es también muy distinto al pretendido socialismo de Giuseppe
Saragat o a las “terceras vías” ensayadas sin ningún éxito por personajes como
Tony Blair. Ejemplos de socialismo "liberal" son los del señor Renzi y Valls... ¡que éxito!
Si como dice el señor Vargas-Machuca los socialistas de la
época de Felipe González no se reconocen en el socialismo español actual,
dígaseme donde están las diferencias, como no sean la adaptación organizativa a
nuevos tiempos, con más protagonismo y participación de la militancia en la
toma de decisiones, con la asunción de nuevos retos como el feminismo, el
ecologismo y los problemas derivados de la globalización, lo que en época de
González no estaba en la agenda de manera suficiente.
Quien escribe esto militó en el Partido Socialista de la
época a la que el señor Vargas-Machuca reconoce como genuina, pero lo cierto es
que aquella organización, que rindió buenos servicios a la sociedad española,
distaba mucho de ser verdaderamente democrática: no hay más que recordar cómo
ganaba los congresos el señor Guerra. No tenía un norte tan preciso y estudiado
el Partido Socialista de entonces, y para ello baste el “OTAN de entrada no”
que engañó a tantos, así como giros copernicanos que nuestros dirigentes
llevaron a cabo sin miramientos, y así la respuesta de la UGT pocos años
después.
La “paz civil, justicia social” que el citado autor reconoce
desde finales de los años cuarenta, gracias al “pacto social” entre socialistas
y socialcristianos (él dice con la derecha, lo que no es cierto) estuvo
entreverado de malos tratos, malísimos, a los millones de migrantes europeos
del sur hacia el norte, centro y oeste, así como la maldita geopolítica que
obligó al socialismo alemán a dar un trato discriminatorio a los socialistas “no
liberales”.
¿Dónde está el “extremismo” del que habla el señor Vargas en
el socialismo actural? Extremista podríamos considerar al señor Guerra, que
pasaba por ser la izquierda de aquel PSOE, donde el vicepresidente decía estar “de
oyente” en el Gobierno al compararse con los Solchaga y compañía… Otro asunto
que me resulta chocante es sacar a Norberto Bobbio cada vez que se trata de
reivindicar un “socialismo liberal”. El pensador fue un ejemplo de contradicciones
donde los haya, evolucionando desde el fascismo hasta el socialismo en un
periplo con más gestualidad que sustancia.
Estoy de acuerdo, sin embargo, en que los ocupantes de los
partidos están, hoy, “a lo suyo”, buscando el éxito clientelar que tuvo su
origen en la época del señor González, y ello sencillamente porque es un vicio
universal, que solo a nivel personal se puede corregir, porque el dirigente que
combate al clientelismo propio tiene los días contados como tal. No es justo el
señor Vargas cuando reparte culpas a unos y a otros en aquel septiembre-octubre
de 2016. Había un Secretario elegido por la militancia, había unas ambiciones
desmedidas, había una vieja guardia que se consideraba desplazada y se organizó
un golpe palaciego que no es de recibo en ningún tipo de socialismo (en el “liberal”
tampoco).
Como las responsabilidades están descentralizadas en el
Partido Socialista, cabe sí decir, que hay federaciones donde el complejo
identitario y la falta de proyecto son evidentes: pongo los ejemplos señeros de
Cataluña y Galicia. En el primer caso la existencia de nacionalistas dentro del
PSC han dejado a este maltrecho (por fortuna parecen haberse ido). En el segundo
es evidente la falta de liderazgo –porque no hay proyecto definido- al
comprobar cómo se suceden los dirigentes con más rapidez que se reproducen los
conejos. Algunos incluso han tenido que dejarlo por razones no precisamente
ejemplares.
Eso de la “retórica izquierdista” me hace gracia: ¿qué
retórica es la que corresponde a un partido socialista? Otra cosa es que fuese
retórica tan solo. Tan errático puede considerarse al Partido Socialista hoy
como en la época del señor González (y he puesto varios ejemplos), además de
que entonces había un guía, la socialdemocracia alemana, que hoy no existe,
precisamente porque desde el señor Schröder, dicha socialdemocracia no ha
tenido “retórica izquierdista”, terminando con el citado al servicio de una
empresa pública rusa cuyo mandamás es el señor Putin: el acabose…
En mi opinión falta ideología en el Partido Socialista (en
todo el socialismo mundial), pero con esto no estoy reclamando la vorágine de
discusiones teóricas tan propia de otros tiempos. En mi opinión –como en la del
señor Vargas- la situación en España, hoy, es más difícil que en la época del
señor González: la lucha contra ETA era compartida, la lucha contra el golpismo
era compartida, y ahora hay que hilar muy fino para dirigir una política de
estado que no se confunda ni con el independentismo insolidario ni con la
derecha montaraz. Reconozcamos esto.
L. de Guereñu Polán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario