Aunque los pronósticos
dan un buen resultado a la izquierda española, particularmente al Partido
Socialista, no me fío un pelo sobre lo que resulte de las elecciones del 28 de
abril próximo. En primer lugar puede darse una sorpresa que, como tal, no
esperan los especialistas en demoscopia, no obstante que tantos estudios de
este tipo se equivoquen parece poco probable.
Si el Partido
Socialista no alcanza un resultado claramente destacado, con más del 30% de los
votos emitidos, por ejemplo, de forma que no quede a los demás sino el remedio de
permitirle gobernar (facilitar la investidura como Presidente del que lo es
actualmente), vendrán las exigencias del señor Iglesias sobre entrar a formar
parte del Gobierno, lo que creo no interesa, ni al país ni al PSOE, por lo
menos hasta que, viendo el funcionamiento de los pactos parlamentarios que se
vayan sucediendo durante la legislatura, pudiera el Presidente hacer un hueco a
ese conglomerado llamado Podemos y permitir que administre dos carteras
ministeriales, por ejemplo (sociales a ser posible).
En cuanto al partido
del señor Rivera, dada la deriva que ha emprendido desde la campaña electoral
andaluza (la Presidenta no había pactado nada con nacionalistas de ningún
tipo), creo que seguirá en sus trece despotricando sin muchas razones. No creo
que el resultado del 28 de abril le cueste el puesto al mandamás de dicho
partido, porque los resultados serán aceptables para él. Al que sí le podría
costar el puesto, si el PP no consigue superar los 100 escaños, es al más
barriobajero candidato que he conocido, aun considerando lo que ya hemos visto
de un tal Hernando en la pasada legislatura. Sería bueno para el país y para el
citado partido, que no creo pueda elegir a alguien peor para sus intereses.
La que estará exultante
será la extrema derecha, rama genuina del PP y verdadera raíz de su nacimiento
con el nombre de Alianza Popular, pero adaptada a los nuevos tiempos
democráticos, ya que no puede aspirar a otra dictadura como la que se abolió en
1978. Los señores de Vox (aquí no hace falta decir señoras, aunque las haya) pasarán
una legislatura plácida demostrando que son más auténticamente cercanos al
franquismo que los del PP, y de hecho creo que habrá un trasvase de personal en
las dos direcciones (del PP a Vox y viceversa). Incluso me atrevo a decir que,
con el tiempo, PP y Vox volverán a confluir en una misma organización.
Está el tema de los
nacionalistas catalanes que, al parecer, seguirán caminos distintos: los
conservadores herederos del corrupto Pujol, con su independencia huidiza (por
lo de los escapados de la Justicia); los de izquierda, que parece obtendrán el
mejor resultado de los de su especie, vendiendo sus votos al mejor postor:
recuérdese el apoyo de ERC al PP para investir como Presidenta de las Cortes a
la señora Pastor, que actuó muy bien como agente del PP desde tan alta
magistratura.
El Partido Nacionalista
Vasco, que tendrá una pequeña representación parlamentaria, como pequeña es la Vasconia
española, irá a lo suyo: la defensa del Concierto con sus competencias
tributarias y las “treinta transferencias” que, dicen, aún le quedan a Euskadi
por recibir del Estado. Seguramente sus diputados investirán al señor Sánchez,
si ello se propone, porque el Gobierno vasco depende de los socialistas en
dicho país para legislar y porque bien sabe el PNV que nada mejor que el PSOE
para la estabilidad de los muchísimos empresarios vascos (la mayoría pequeños y
medianos), para el sindicato ELA-STV, y para la sociedad vasca en su conjunto,
una de las de mejor calidad de vida de España.
Compromís
participará en la investidura del señor Sánchez una vez escarmentados sus
miembros de a donde les llevó el aventurero de Podemos en el año 2016. Además
están que lucen cogobernando con el PSOE en la Comunitat Valenciana.
El resto es “peccata
minuta”, sin por ello despreciar por mi parte a un pequeño partido asturiano
escisión del PP, a la minoría canaria (si consigue escaño), a los que la
derecha llama “batasunos etarras” (EH-Bildu), sin que se lo crea ni siquiera ella;
a los de Unión del Pueblo Navarro, que han asociado a su causa al centralista
partido del señor Rivera y le han hecho “tragar” el régimen foral navarro
(allí, como de costumbre, se acomodó también el PP). Por su parte los “mareados”
de Galicia no creo que consigan escaño alguno al no ir asociados a Podemos; y tampoco
creo que el partido de los señores Llamazares y Garzón (don Baltasar) consiga
escaño, por muy estimables que sean los dos, y los que les siguen, para engrosar
la izquierda española.
El “no me fío” del
título se agranda si, superadas con éxito para la izquierda las elecciones e
investido el candidato del Partido Socialista, los más influyentes de los
diversos partidos políticos se empeñan en continuar por la senda del insulto,
el bajo nivel político, la miseria moral y la pérdida de tiempo y palabras en
vez de contribuir a la solución de los problemas que tienen los españoles. Hay
unos doce millones que viven con muchas carencias.
L. de Guereñu Polán.
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