lunes, 13 de mayo de 2019

La necesidad de una Europa unida para sobrevivir como ciudadanos libres

Releyendo algunos párrafos de la traducción de Tierno Galván del libro “El ciudadano y Leviatán”, de Hobbes, encontré respuesta a que hacer en las Elecciones Europeas del 26 M.

Publicado en 1651, el libro justifica la creación del Estado y la acumulación por este de un poder absoluto, que, ejercido con el consentimiento de la mayoría, y mediante un razonable uso de la fuerza, nos proteja del miedo hacia los demás y de otros actores ajenos a la República: la religión, el extranjero, la guerra, etc. Según Hobbes el instrumento es válido si sustituye el terror por sumisión y respeto, es decir también avanza una proposición teoríca del Contrato Social propuesto por Rousseau, doscientos años después, y que fue uno de los elementos detonadores de la Revolución Francesa.

Hoy el papel de Leviatán insaciable, que está poniendo en riesgo la misma supervivencia de los Estados, lo están ejerciendo los mercados y sus verdaderos dueños, los grandes especuladores, que han traspuesto los límites aceptables por cualquier ciudadano consciente, al quitarnos buena parte de aquello que asegura nuestro bienestar e incluso la misma supervivencia, como la educación y la sanidad públicas, o los recursos para el futuro, incluso el mismo futuro. Es más que evidente, en consecuencia, que el
poder de los mercados ya es un poder que nos está llevando a una guerra de todos contra todos, para favorecer los intereses de una minuscula minoria, ese 1% que tiene mas patrimonio que el 99% restante.

Una vez que los legítimos representantes de los ciudadanos, los Gobiernos Democráticos, tomen conciencia de que su propia supervivencia ya es más que precaria, tendrán que reaccionar y si no quieren que el Leviatán acabe con todos ellos, y además devore a sus voluntarios súbditos, deberán ser ellos los que embriden a Leviatán. El problema surge al constatar que un solo estado por poderoso que sea tiene muy complicado, por no decir imposible, controlar un monstruo del tamaño y complejidad que el fenómeno de la globalización ha alimentado hasta el gigantismo.

Constatado el hecho de que el tamaño y la voracidad del actual monstruo se salen de la escala que un simple gobierno de un estado puede controlar, habra que buscar un ente mayor y más poderoso, que defienda la supervivencia y bienestar de los ciudadano a su cargo. Y el ente existe: el aún imperfecto e incompleto proyecto que llamamos Unión Europea. Tambien disponemos de la herramienta adecuada, la denostada pero imprescindible Política común.
La Unión Europea es algo más que una mera suma de Estados, es una creación que tuvo y aún tiene como primer objetivo salvar a la propia civilización europea del colapso, al que se vio abocada por las continuas guerras entre vecinos. Frente a los discursos euroescepticos y a los de los nacionalimos egocentricos y de tendencias tribales, que proponen soluciones de siglos pasados a los problemas de este siglo, yo hago valer un dato incuestionable, el principal objetivo de la U.E. , antes CEE, que los europeos dejaramos de matarnos con los vecinos, se ha logrado razonablemente durante un largo periodo de 75 años.
Si algo que historicamente se ha mostrado tan dificultoso ha sido conseguido por el proyecto U.E., a pesar de sus defectos e imperfecciones, ese proyecto es un útil recomendable para aplicar al no menos dificultoso objetivo de garantizar un grado aceptable de libertad y bienestar a los ciudadanos que nos agrupamos alrededor de él.
Parece claro, en las ya proximas elecciones del día 26 hay que aportar el pequeño poder del voto individual, poder cuya magnitud se multiplicara por los más de 500 millones de individuos que habitamos en este territorio.
Yo votaré a una fuerza pro Unión Europea.
Mayo 2019

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