Releyendo
algunos párrafos de la traducción de Tierno Galván del libro “El
ciudadano y Leviatán”, de Hobbes, encontré
respuesta a que hacer en las Elecciones Europeas del 26 M.
Publicado en 1651, el libro
justifica la creación del Estado y la acumulación por este de un
poder absoluto, que, ejercido con el consentimiento de la mayoría, y
mediante un razonable uso de la fuerza, nos proteja del miedo hacia
los demás y de otros actores ajenos a la República: la religión,
el extranjero, la guerra, etc. Según Hobbes el instrumento es válido
si sustituye el terror por sumisión y respeto, es decir también
avanza una proposición teoríca del Contrato Social propuesto por
Rousseau, doscientos años después, y que fue uno de los elementos
detonadores de la Revolución Francesa.
Hoy el papel de Leviatán insaciable, que está poniendo en riesgo la misma supervivencia de los Estados, lo están ejerciendo los mercados y sus verdaderos dueños, los grandes especuladores, que han traspuesto los límites aceptables por cualquier ciudadano consciente, al quitarnos buena parte de aquello que asegura nuestro bienestar e incluso la misma supervivencia, como la educación y la sanidad públicas, o los recursos para el futuro, incluso el mismo futuro. Es más que evidente, en consecuencia, que el
poder
de los mercados ya es un poder que nos está llevando a una guerra de
todos contra todos, para
favorecer los intereses de una minuscula minoria, ese 1% que tiene
mas patrimonio que el 99% restante.
Una
vez que los legítimos representantes de los ciudadanos, los
Gobiernos Democráticos, tomen conciencia de que su propia
supervivencia ya es más que precaria, tendrán que reaccionar y si
no quieren que el Leviatán acabe con todos ellos, y además devore a
sus voluntarios súbditos, deberán ser ellos los que embriden
a
Leviatán. El
problema surge al constatar que un solo estado por poderoso que sea
tiene muy complicado, por no decir imposible, controlar un monstruo
del tamaño y complejidad que el fenómeno de la globalización ha
alimentado hasta el gigantismo.
Constatado
el hecho de que el tamaño y la voracidad del actual monstruo se
salen de la escala que un simple gobierno de un estado puede
controlar, habra que buscar un ente mayor y más poderoso, que
defienda la supervivencia y bienestar de los ciudadano a su cargo. Y
el ente existe: el aún
imperfecto
e incompleto proyecto que llamamos Unión Europea. Tambien disponemos
de la herramienta adecuada, la denostada pero imprescindible Política
común.
La
Unión Europea es algo más que una mera suma de Estados, es una
creación que tuvo y aún tiene como primer objetivo salvar a la
propia civilización
europea del colapso, al que se vio abocada por las continuas guerras
entre vecinos. Frente
a los discursos euroescepticos y
a los de los nacionalimos egocentricos y de tendencias tribales, que
proponen soluciones de siglos pasados a los problemas
de
este siglo, yo hago valer un dato incuestionable, el principal
objetivo de la U.E. , antes CEE, que los europeos dejaramos de
matarnos con los vecinos, se ha logrado razonablemente durante un
largo periodo de 75
años.
Si
algo que historicamente se ha mostrado tan dificultoso ha sido
conseguido por el
proyecto U.E., a pesar de sus defectos e imperfecciones, ese proyecto
es un útil recomendable para aplicar al no menos dificultoso
objetivo de garantizar un grado aceptable de libertad y bienestar a
los ciudadanos que nos agrupamos alrededor de él.
Parece
claro, en las ya proximas elecciones del día 26 hay que aportar el
pequeño poder del voto individual, poder cuya magnitud se
multiplicara por los más de
500
millones de
individuos
que habitamos en este territorio.
Yo
votaré a una fuerza pro Unión
Europea.
Mayo
2019
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