El
Partido Socialista Obrero Español con sus 140 años a cuestas es con
mucho el partido más longevo de la democracia española y uno de los
más antiguos de Europa. Nacido de la mano de un humilde tipógrafo
gallego D. Pablo Iglesias Posse, a lo largo de toda su historia
sirvió el interés de las clases menos favorecidas, incluso en
ocasiones, recorriendo vías heterodoxas, haciendo buena la máxima
bíblica contenida en Romanos,
11:3,
“los caminos del señor son inescrutables”.
Dos
monarquías, una república, varios golpes de estado, una feroz
guerra civil, son los caminos por los que hubo de transitar… En sus
cunetas dejó muertos, encarcelados, torturados, exiliados, y también
años de gobierno y transformaciones sociales. Gobiernos que
implementaron cambios transcendentes en la calidad de vida de la
ciudadanía, poniendo coto en gran medida a la brecha social
propiciada por los sectores reaccionarios. Que cambiaron la faz del
país, sin arriesgar su estabilidad…
Cierto
que no asaltaron los cielos ni ataron los perros con longanizas. Pero
contribuyeron a que los ciudadanos dejaron de ser tratados como
perros y si pudieron comer longanizas. Cultura, sanidad, educación,
servicios sociales, modificaciones en la calidad de vida, mayores
niveles de libertad, son las longanizas que obtuvo la ciudadanía. En
línea con lo que la socialdemocracia procuraba por toda Europa.
La
fiabilidad del PSOE para amplios sectores ciudadanos, se expresa en
la reiterada frecuencia con que la ciudadanía lo acepta como
interlocutor creíble a lo largo del tiempo. Algo que se cimenta no
en probetas de laboratorio, brindis al sol, frases fatuas o
grandilocuencias, sino en la gestión cotidiana. Se hace reconocible
en la piel de la ciudadanía. La prueba del algodón es su
supervivencia en tanto formaciones homologas son devoradas por el
tsunami populista surgido en sus extremos y por los efectos
demoledores de la Gran Estafa, eufemísticamente llamada crisis.
Pretenderse
“relator y autentificador de fiabilidad” de una formación
política, -máximo si sobre la propia puedan albergarse dudas
razonables-, amén de irónico, semeja torpe impertinencia hacia unos
electores a los se trata como menores de edad necesitados de tutoría.
Y muestra una grave falta de respeto a aquella ciudadanía cuyo voto
pone en valor entre otras razones, que una trayectoria de 140 años,
que ni es flor de un día, ni el capricho de un divo…
El
PSOE de hoy en sus formas tiene poco en común con el de hace 140
años. Aceptar esto para gentes con largo recorrido en el mismo no
parece raro que se haga difícil de asimilar. Pero quizá gracias a
ello, se deba su utilidad y supervivencia.
Tras
ciento cuarenta años la sociedad es totalmente distinta. Ha cambiado
su morfología y sus demandas. Por ello una organización que
pretende interpretarla de forma adecuada, debe amoldarse a la nueva
situación. Pero el fondo es obligado mantenerlo incólume. El
objetivo fundacional. Su identidad de servicio a la ciudadanía. Su
vocación social como prioridad, su sentido de la justicia social, su
prelación por una ciudadanía culta e instruida, como base de
generaciones libres.
Ni
todo el mundo envejece bien, ni nadie envejece al gusto de todos.
Pero cabe modular la maduración de forma inteligente, aunque no sea
fácil ni sencillo. Ilustrativas son unas palabras hace casi
cincuenta años de Salvador Allende: “no hay querella de
generaciones, hay jóvenes viejos, y viejos jóvenes”. La
socialdemocracia española aparenta intentarlo con aceptable
pulcritud. Pero esto no debe hacer perder de vista el debate
permanente que evite la tentación de apartarse de las razones
primigenias.
En
un inolvidable discurso en 1972 en la Universidad de Guadalajara
(México)
,
el Dr. Allende invitaba a huir
del dogmatismo, “no basta con ir con el Manifiesto Comunista bajo
el brazo y creer que por ello se ha asimilado, exigiendo actitudes y
criticando a hombres, que por lo menos, tienen consecuencia en su
vida”.
Apelaba D. Salvador Allende al
compromiso revolucionario para
hacer del mundo, “un lugar mejor, pero no basado en un cuento de
hadas,
sino en el esfuerzo y sacrificio de su pueblo mediante la educación,
la justa distribución de la riqueza, el trabajo, la igualdad de
oportunidades, el respeto, la democracia y la no intervención
internacional”.
Antes
de adoptar actitudes maximalistas frente a cuestiones transcendentes
para el interés común quizás fuese menester para todos leer y
recordar el contenido de algunos discursos, como por vía de
ejemplo, este del Presidente Allende en México.
*Antonio
Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario