martes, 17 de diciembre de 2019

"Materia inerte que no sirve para nada"


En una obra de Pardo Bazán la autora dice que debía combatirse el que la población tuviese esperanzas en cuestiones políticas que desconocía, lo que me suena a la situación actual con el cúmulo de asuntos que tienen el mínimo interés para la solución de los problemas de la gente, mientras los responsables públicos se pasan días y más días reunidos con objetivos totalmente evanescentes.

En otra obra, esta de Pereda, de título Pedro Sánchez, el protagonista, hombre honrado, contrasta con la época en la que vive, lastrada por la corrupción de políticos, empresarios, banqueros y demás personajes que han hecho sus fortunas ilícitamente. El mismo Pereda habla de los que aspiraban al poder sin tener preparación, pero el relumbrón que aquel les daba permitía su medro en otras esferas de la vida: las relaciones sociales, los negocios, etc.

Si uno se adentra en los escritores de las últimas décadas del siglo XIX, encuentra tantos parecidos con la situación actual de España, que parece no haya transcurrido más de un siglo, como no sea que la población está más informada, sobre todo de pequeñeces, gozamos de medios técnicos sofisticados y vivimos frenéticamente. Hay dos personajes de ficción de doña Emilia, Trampeta y Barbacana, que luchan uno contra el otro sin más ciencia que ambos son caciques sin ideología que les distinga.

Viene esto a cuento de las muchas horas que, desde hace unos cuatro años, emplean los responsables públicos en discutir si tal comunidad constituye una nación o no. Entrar en un tema que debo dejar para los expertos (juristas e historiadores) hace que no me pronuncie taxativamente, pero sí diré lo que, a no dudar, todos han considerado naciones: los pawnee, que habitaron y quizá habitan en el estado de Nebraska, fueron una nación, como los cheyenne, los sioux y otros grupos de Norteamérica. Fueron nación los arévacos y los turdetanos, los vacceos y los edetanos, y así lo reconocieron los conquistadores romanos en su época. Fueron nación los guanches y otros que tenían su cultura definida, se reconocían como iguales (aún con diferencias de jerarquía y riqueza) y se definían por oposición a los que venían de fuera.

Pero en los casos de Madrid, Baleares, Eukadi o Cataluña, por poner solo algunos ejemplos ¿cómo se podrá hablar de naciones si son el resultado de miles de murcianos, gallegos, aragoneses, rosellonenses, valencianos y andaluces, además de los naturales de cada uno de esos países? Véase que también yo me he visto involucrado en el absurdo de discutir este absurdo, y es que todo nos envuelve y envenena.

En cambio sí hay cuestiones que interesan, y mucho, a la población de unas “naciones” y otras en esta nuestra España, como es el caso de la paulatina desaparición de las explotaciones carboníferas, con la reconversión subsiguiente que será necesaria, las necesidades de las zonas despobladas de España, que son muchas y muy extensas, que no tienen servicios básicos y han de desplazar a sus niños varios kilómetros para asistir a la escuela. Y es de gran interés qué hemos de hacer con los inmigrantes que llaman a nuestra puerta y que quizá sean la salvación para las pensiones de los vienen detrás de mí (de medio millón de demandas de asilo en la Unión Europea, una cuarta parte compete a España). Y es importante saber qué haremos con una enseñanza de calidad que el mundo moderno demanda y que hoy reclaman para sí los empresarios privados.

Es importante también qué haremos con nuestros desempleados, pues no es lo mismo que reciban un subsidio que se queden en la miseria, y es necesario saber, como señaló recientemente Javier Solana, si la transición energética se va a hacer con criterios de equidad y afectará o no al crecimiento económico; porque se puede actuar a las bravas o ayudar a los sectores de la población afectados con un “fondo para la transición justa”.

Y creo que es del máximo interés saber si, a medio plazo, el Estado va a contar con una banca pública, además del Instituto de Crédito Oficial, dado el comportamiento que viene observando la banca privada, con crisis periódicas y el recurso fácil al dinero de todos. Veremos qué caminos se articulan para gravar a los grandes especuladores, a las transacciones financieras, a los que manejan el dinero a raudales, pues tienen instrumentos en sus manos para hacer fracasar todo intento poco pensado por parte del Estado.

Todo esto nada tiene que ver con el tacticismo de Esquerra y la ambición del señor Iglesias Turrión, pero tampoco tiene nada que ver con las ínfulas de contentar al nacionalismo de los socialistas de Cataluña (donde hay catalanes y de otras “naciones”). Recuerdo unas palabras escritas por Galdós en las que habla de un tipo de gente que posee el arte de hacer amable su conducta viciosa (véanse a los dirigentes del Partido Popular). Hay demasiados “responsables públicos” sin ningún ideal ni miras elevadas (vuelvo a tomar las ideas de Galdós), veo a no pocos arrimados al poder fácil que aparentan energía social y solo son materia inerte que no sirve para nada…

L. de Guereñu Polán.

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