domingo, 26 de enero de 2020

El precio

A la hora de comprar un producto hace tiempo que hemos aprendido a diferenciar entre valor y precio. Con harta frecuencia sabemos que cuanto pagamos no es el valor de lo adquirido. Las prácticas consumistas de usar y tirar han conseguido que valor y precio vivan un divorcio irreversible en el comercio de la vida moderna. Una práctica mercantil más o menos inocua, sujeta a las leyes del capitalismo más o menos salvaje, a la apreci ación o depreciación por cuestiones exógenas al producto, etc.
Igual peco de ingenuo, pero de un tiempo a esta parte veo como esa misma dinámica ha terminado por instalarse en la escandalera política. El mercado de las ideas se ha despojado de valores reales, se compran y venden sin mirar el precio a pagar por ellas ya sea excesivo, equívoco o simplemente falso. Cada día un torrente de propuestas u ocurrencias salen a la palestra sin homologar, con fechas de caducidad muy inmediatas, triunfan en los titulares de prensa, calan como lluvia de verano y desaparecen dejando posos cada vez más turbios e inquietantes.
En la última década nos han vendido un conservadurismo sociológico, de corte victoriano, como si de oro en paño se tratara. Al comprarlo hemos aceptado recortes a las libertades de pensamiento, de credo, de igualdad, de expresión artística, de moral, de manifestación y de prácticas políticas, entre otros muchos. Nos han inoculado nuevas censuras a cuentagotas y hemos pagado las correspondientes cuotas casi sin rechistar. Un alto precio por valores desde hace mucho tiempo depreciados. 
Y, además, no hemos visto cómo este sibilino mercado abría las puertas a la extrema derecha. La misma que ahora avanza arrogante vendiendo su mercancía reaccionaria en los territorios de la educación y de la cultura. Desde no permitir rapear una crítica a la religión, o suspender una equívoca función de marionetas, o impedir una manifestación frente a las Cortes hemos llegado al disparatado "pin parental" de Vox, que PP y C's han comprado sin valorar el producto. Me temo que para ellos el precio va a ser muy alto. Pero para el progreso es sencillamente demoledor. 
XOSÉ A. PEROZO



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