Creo, como tantos otros
a los que he escuchado, que el Presidente Sánchez lo que quiere es que el
Congreso apruebe los Presupuestos del Estado y, con ello, sacar adelante las
leyes sociales que están pendientes, algunas de las cuales contarán con la
oposición más feroz de la derecha, la patronal y los obispos. Si al cabo de
varios años de “mesa” (puede que después de las elecciones catalanas, menos)
esto ha servido para diluir la férula independentista, la doy por bien
empleada. Puede que algunos dirigentes caigan, otros suban, que las
circunstancias sean más propicias a la normalidad democrática y la gente se
haya cansado de la gran mentira que se instaló en Cataluña.
Veo llegar al President, una marioneta dirigida desde
Bruselas, con su cohorte de consellers
y otros cuya representatividad es nula. El Gobierno de España acepta lo que sea
con tal de que haya mesa, diálogo, una palabra mágica que algunos consideran
arreglará todo y yo creo no arreglará nada si, a la vez, no hay razones puestas
sobre el tapete. Hay asuntos de los que no se debiera perder el tiempo
hablando, pero se perderá, como es el caso de la amnistía a los presos y la
autodeterminación de Cataluña, como si cada land,
cantón o región europea pudiera decidir subdividir los Estados salidos de
múltiples conflictos y acuerdos diplomáticos.
Se hablará también de
competencias, de recursos públicos, de nimiedades, del modelo de Estado (¡otra
vez!), de federalismo, de reforma constitucional (sin ser esto posible por la
coyuntura) y, mientras tanto, los tribunales de justicia a lo suyo: perseguir a
los huidos, como debe ser, y velar por el cumplimiento de las penas con todas
las garantías para los presos (como debe ser).
Creo que el actual
Gobierno está en la cuerda floja permanentemente: así lo han querido los
españoles aunque solo sea implícitamente. Se le niega el pan y la sal por parte
de la derecha, la patronal agraria saca los tractores a la calle cuando no lo
había hecho antes, los obispos están a la espera del proyecto de nueva ley de
Educación, y la izquierda está dividida como siempre, aunque a algunos se les
haya hecho un hueco en el Gobierno. Lo de la cuerda floja también va con los
socios del señor Turrión, que es tanto de fiar como la quietud de un zorro en
un gallinero; Esquerra, solo por
tacticismo electoral, mantiene al Gobierno con una permanente espada de
Damocles sobre su cabeza, etc.
Si al señor Sánchez le
sale bien la apuesta que ha hecho (no le queda otra si quiere seguir al frente
del Gobierno) se consagrará como un hombre tenaz, lo que ya ha demostrado
algunas otras veces. Si le sale mal puede ser recordado como quien más
oposición ha suscitado fuera y dentro de sus filas: jamás he visto en la España
del actual régimen (con la excepción del señor Suárez) a un Presidente con
tantos frentes abiertos: dirigentes y exdirigentes socialistas (entre los que
destaca el señor González) y uno que ya tengo dudas de si sigue en el Partido
Socialista o no: el antiguo alcalde de A Coruña y exembajador en el Vaticano,
señor Vázquez, convertido en el mejor agente electoral del PP en la presente
campaña electoral en Galicia.
Al señor Sánchez se le
combatió desde el mismo momento en que fue elegido, por primera vez, Secretario
General de su partido; se le siguió combatiendo luego porque pretendía lo que
hoy se acepta con normalidad y así mismo se estaba llevando a cabo en las
Comunidades Autónomas; hasta se le acusó de plagiar su tesis doctoral cuando
esta ha sido objeto de aprobación por un Tribunal Universitario. Otra cosa es
la calidad de la misma, seguramente parecida a la de cientos de ellas. Hoy se
le sigue combatiendo: se le acusa de criptocomunista, un dirigente conservador
del País Vasco le ha llamado fascista; entre las filas del Partido Socialista
surgen voces acusándolo de considerar a Bildu, heredera de ETA pero que no
mata, cuando todos los gobiernos negociaron con ETA cuando mataba.
Y es que, ciertamente,
es muy temerario lo que hace el señor Sánchez; si le sale mal se condena, pero
en la historia hay muchos otros casos de descerebramiento como el de la Mesa:
Segismundo Moret claudicó ante los militares con una ley que les favorecía
claramente contra la seguridad jurídica de los españoles, durante la II
República salían de la cárcel los presos según estuviesen en el Gobierno unos u
otros; muchos responsables del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 han
quedado impunes, la ley de amnistía pensada para resarcir a las víctimas ha
terminado favoreciendo a los verdugos, el señor González dijo no a la OTAN
primero para luego decir sí, fue responsable político de la guerra sucia contra
ETA sin que se dignase (eso sí que hubiese sido digno) dimitir al saberse lo
que se supo allá por el año 1990. Creemos que vivimos tiempos locos, pero los
hemos tenido siempre.
L. de Guereñu Polán.
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