miércoles, 11 de marzo de 2020

HORIZONTE PREOCUPANTE EN GALICIA (Y NO DEPENDE DE LA CAMPAÑA ELECTORAL)


Un funcionario secundario de la empresa pública que construye el AVE a Galicia, ha sido el encargado de transmitir la noticia de que las obras se demorarán de nuevo, fijando ahora en el verano de 2021 la puesta en funcionamiento. Mientras mostraba el ritmo de trabajo en las obras, aducía que será un retraso menor, unos meses, en una obra de tal ambición. Puntualicemos, porque el funcionario no está obligado a saberlo, que el retraso es de una década. Estamos tan acostumbrados a que desde Madrid se confundan hasta en nombres y fechas, mapas y planos, que sólo nos provoca sonrisas.


Y sin embargo la situación es muy preocupante no sólo en Galicia sino en general en el territorio del noroeste español, que incluye Castilla-León, Asturias y Cantabria. El desplazamiento de la economía hacia el eje mediterráneo, que junto con Madrid, País Vasco y Zaragoza dibujan el perímetro de la España que crece, provocará mayores cambios de los que estamos soportando. No es sólo la crisis demográfica, común a las citadas Comunidades, o el desplazamiento interno de población hacia los mayores núcleos, sino también la emigración selectiva del talento o la imposibilidad de captar inversión extranjera, si descontamos las operaciones de compra-venta corporativa. Además las citadas Comunidades albergan actividades e industrias cuyo futuro está comprometido. Las nuevas prioridades medioambientales, impulsadas por Europa y a las que ahora se suma España con fuerza, ponen en riesgo la continuidad de muchas empresas que ya están haciéndose oír: las electrointensivas, las que ocupan el borde marítimo, las mineras y energéticas, etc. 


Añadamos la nueva orientación presupuestaria de la Unión, que puede afectar tanto a los fondos de cohesión como a la PAC y en el que los intereses de las Comunidades españolas no son coincidentes y el incierto escenario de la industria automovilística. No es la tormenta perfecta, pero se le parece. Y hay más, hace breves días conocíamos que la producción científica de la Universidad de Oporto está por encima de la suma de las tres gallegas cuando hace sólo una década estaba claramente por atrás. No es casualidad, sino la consecuencia de once años de políticas conservadoras de restricción del gasto en investigación y conocimiento.


Un escenario tan complejo, que sobrepasa las competencias del Gobierno autonómico, debería de haber impulsado políticas de largo alcance, compartidas con los territorios citados, consensuadas internamente con los demás agentes políticos, económicos, sociales y culturales, y ampliamente debatidas. No se ha hecho. La pomposidad con la que se han recubierto los escasos encuentros con el Norte de Portugal o con las citadas Comunidades, no ha ido acompañada de ninguna estrategia evaluable. Internamente, la mayoría absoluta conservadora ha servido… para perpetuar la mayoría absoluta conservadora, pero no ha provocado cambios estructurales apreciables. Incluso la cooperación entre Administraciones, autonómica y local, es inexistente. Somos menos y nos quejamos, pero tampoco trasciende.


En el mundo existen ejemplos de territorios en declive que han tenido que reinventarse. Algunos son ejemplos de éxito, otros, fracasos clamorosos. Todavía estamos a tiempo de elegir lo que seremos pero la inercia no garantiza buenos resultados, pues éstos dependen del esfuerzo coordinado de muchos actores durante mucho tiempo y a veces de condiciones favorables que no siempre se pueden elegir. 

Es un ejercicio desolador conversar con universitarios gallegos. La mayoría han asumido con naturalidad que su futuro pasa por emigrar. Lo comentan como un dato no como un problema. Está tan asumido como para millones de emigrantes del Tercer Mundo. Siendo parte del mundo más desarrollado, somos la periferia de la periferia. Ni atraemos talento, ni inversión ni emigración. De todo esto, nada se habla en la campaña electoral, sólo de un mundo feliz que nos ofrecen o de lo malo que es el rival. Cuando necesitaríamos más debate de ideas y menos de personas.

JOSÉ LUÍS MÉNDEZ ROMEU

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