jueves, 12 de marzo de 2020

El virus


Una conocida que está a la derecha de Vox ideológicamente, me abordó hoy culpando a Presidente del Gobierno de la situación que padece nuestro país con el contagio creciente de personas de un virus que parece haber viajado desde un remoto lugar de China. El abordaje fue en una farmacia donde yo había ido a comprar un desinfectante y, como había cola, le pregunté que me concretase cuales eran las culpas del señor Sánchez. Tal fue la sarta de idioteces que soltó por su boca que provocó la hilaridad de algunos de los presentes. Opté por decirle si consideraba que el virus había sido importado por el Presidente en persona y me dijo que no le tirara de la lengua…

Estoy preocupado por la sarta de opiniones que se vierten en televisión por personas que no son especialistas en la materia y que especulan e improvisan al por mayor. Gracias a las autoridades sanitarias y a algunos expertos, he podido comprender algunas cosas elementales: que el virus es de una letalidad baja, que afecta más peligrosamente a las personas mayores que sufren otras patologías, sobre todo respiratorias, que las prevenciones que tomemos individualmente no son tan solo para protegernos nosotros del contagio, sino para proteger a los demás, pues dicho contagio se produce con gran facilidad y rapidez, lo que se demuestra por el amplio espacio geográfico en el que el virus campa por sus respetos.

Me he planteado también que si las cosas se están haciendo bien o mal lo sabremos cuando haya pasado todo (porque es de esperar que pase), pues por ahora es precipitado decir si no harían falta medidas más drásticas, si se está alarmando a la población innecesariamente, si la coordinación entre administraciones es la más eficaz y si en la lucha contra esta epidemia o pandemia estamos todos sin distinción de ideologías o hay algunos que se desmarcan con la intención de sacar no sé qué réditos.

Por lo de pronto es de esperar (pero no me fío) que los hospitales privados no aprovechen la situación para hacer un negocio espurio; es de esperar que las medidas sanitarias y económicas que tome nuestro Gobierno sean las adecuadas a una situación de emergencia, aunque estoy casi seguro de que la picaresca aparecerá más pronto que tarde y algunos se aprovecharán de ayudas sin tener verdadero derecho a ellas. Si esto es así será en detrimento de los que sí las necesitan: estoy pensando en ancianos, dependientes, enfermos, autónomos, pequeños empresarios, trabajadores por cuenta ajena y un etcétera indeterminado.

Es de esperar también que la Unión Europea actúe como lo que dice ser y aporte las medidas económicas (Banco Central, moratorias, etc.) para que los Estados puedan hacer frente a sus obligaciones sin el temor a ser castigados por ciertos incumplimientos (deuda pública, gasto, etc.). Los Presupuestos Generales del Estado, que ya pudieron haber sido aprobados si un Vicepresidente actual no se empeñara en negar la investidura hasta que él entrase en el Gobierno, ahora no sabemos qué será de ellos: revisarlos, partidas que tendrán que ser recortadas, trasvasados sus fondos, etc.

La actual situación es grave porque afecta a muchos y a muchos vulnerables, nuestros mayores y enfermos, pero podría ser aprovechada para sacar alguna lección moral que suele estar ausente la mayor parte de las veces: la voracidad por enriquecerse, la conflictividad contra el débil, eludir y evadir impuestos, combatir las políticas sociales, especular con el bien público, negar el pan y la sal a los inmigrantes, preconizar una política insolidaria y racista, no valen de nada cuando una amenaza mayor está sobre nuestras cabezas. Si esta crisis fuese mayor de lo que hoy incluso podemos suponer ¿podría valer para algo en el orden moral de nuestros dirigentes políticos, económicos, intelectuales, etc.?

L. de Guereñu Polán.

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