viernes, 14 de agosto de 2020

FUMANDO ESPERO...

 

Leo en diversos medios de comunicación que el gobierno gallego prohíbe fumar en la calle, “a menos que haya distancia de seguridad”. Es decir, se puede fumar, pero hay que llevar un metro para ir midiendo distancias, o irse al monte o al medio del mar.

¿Se puede creer alguien que fumar en una terraza tomándose una birra hace que las volutas de humo se vuelven inofensivas y la economía despegue?

Es un asunto de medias tintas, o se puede fumar o no se puede, lo de las distancias es un subterfugio especifico.

Que conste que no me parece mal la medida, toda precaución es poca, porque la carga viral al parecer se incrementa y trasmite más con el humo del cigarrillo.

Lo malo de estas decisiones es que dictar normas sensatas y llenas de lógica científica es relativamente sencillo, pero hacerlas cumplir es otra cuestión.

El presidente Feijoo tiene razón en esa medida, los medios de comunicación lo destacan como una brillante idea preventiva de nuestro líder carismático, y hasta otras comunidades lo quieren poner en marcha. Muy bien.

Pero, siempre hay un pero que choca con la realidad que es muy tozuda, los medios con los que cuenta para ello el presidente Feijoo, son los ayuntamientos gallegos, y es a través de sus policías municipales como se puede hacer que esa norma se cumpla o no se cumpla.

¡Ya tiene Feijoo su responsable!

De esta forma si no funciona la cosa será porque los ayuntamientos no lo hacen bien, sobre todo si son de otro signo político. Si por la contra funciona, que no lo creo posible, el tanto político se lo atribuye al gobierno gallego y lo proyectará en grandes declaraciones como un éxito propio en exclusiva, y desde ciertos medios se encargarán de darle mas eco. Asunto este que suele ser empíricamente así.

Todos los que hemos trabajado en la cosa publica sabemos que los municipios andan muy escasos de policía municipal. Sabemos que la ratio recomendada de 1,4 policías por cada 1000 habitantes no se suele dar en nuestros municipios, y también sabemos que la policía tiene tradicionalmente encomendadas casi exclusivamente labores de sanción y vigilancia, sobre todo de trafico, en villas y ciudades.

El trabajo de información y control de otros menesteres no es habitual en nuestra policía. No suelen los delegados o alcaldes encomendarle otros cometidos por falta de personal y especialización.

Podemos constatar que en general, la policía municipal, y salvo denuncias expresas, no controla o controla poco: los aforos, el medio ambiente, la limpieza viaria, los deterioros en vía pública, las obras ilegales, control de las terrazas y locales de ocio, o no suele poder atender normas que requieran mucha presencia policial inmediata en tiempo y en el espacio. No es más que un problema de medios humanos, recursos y una buena organización.

Recuerdo una visita mía a la policía de Stuttgart en la que me explicaron como habían dividido la ciudad en cuadriculas, y situado un coche de policía en cada una de ellas día y noche, al margen de la policía de a pie. La policía esperaba allí información o aviso de la central o de cualquier vecino, para acudir de inmediato (30-40 segundos) al lugar del suceso. Aquí eso es impensable e irreal.

Los ciudadanos, ante accidentes e incidentes, robos, gamberradas e incumplimientos, o infracciones urbanas, deseamos y exigimos tener siempre un policía municipal muy cerca, y no es extraño oír “nunca están cuando se les necesita”, asunto este, imposible de concretar de no contar, repito, con muchos más medios humanos y materiales que hoy por hoy son inexistentes o insuficientes.

Tenemos una Xunta que se dedica, en el asunto de la pandemia, y en otros también, a emitir leyes, decretos, normas, que luego traslada simplemente a otras administraciones exigiéndoles el cumplimiento de las mismas, sin dotarlas previamente de ayudas, cooperación y de la coordinación necesaria con ellos.

De forma que, aplaudamos las decisiones sensatas de nuestro gobierno, pero siempre que vayan acompañadas de recursos y de esa colaboración suficiente.

Ya es hora de que deje nuestro gobierno autonómico de actuar como si estuviéramos en campaña electoral permanente, porque ante una situación tan anormal toda generosidad, acuerdos, claridad, ayuda, transparencia y unión, son imprescindibles, entre todas las administraciones, se ganaran o no las elecciones. 

Luis Toxo Ramallo

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