martes, 1 de diciembre de 2020

Un topo en el Gobierno

 


No es la primera vez que, dentro del Gobierno, un outsider trata de erosionarlo y, con ello, al propio Estado. Los gobiernos de concentración que caracterizaron a la España de los años 1918 y siguientes contuvieron algunos de esta especie. En Francia podríamos hablar de Pierre Laval, pero no son los únicos casos.

Comprometer a la ministra de Hacienda presentando enmiendas a la Ley de Presupuestos del Estado que el Vicepresidente segundo del Gobierno, como miembro del mismo, había aprobado con anterioridad, es una villanía, pero lo es más si se hace mediante una rueda de prensa y en compañía de la oposición al Gobierno.

Comprometer al ministro de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, pretendiendo invadir competencias que son de dicho ministro en política de alquileres es una villanía parecida a la anterior.

Comprometer al ministro de Justicia pretendiendo que el Gobierno acuerde el indulto a los condenados por graves delitos contra el Estado (antiguas autoridades de Cataluña), y que tal medida se adopte dentro de un plazo que condiciona las próximas elecciones en Cataluña, sobrepasa toda villanía y entra en el terreno de la traición.

Ya sabemos que el actual Presidente del Gobierno no pudo formarlo si no se daba una sola condición, que del mismo formase parte el que ahora es Vicepresidente segundo. Toda una serie de pantomimas en el Parlamento y fuera de él llevaron al ridículo de que no se pudiese formar gobierno durante un tiempo, a pesar de los graves problemas que acuciaban a España.

Ahora, que nuestro país no está exento de otros graves problemas, acrecidos porque los sufren personas de toda edad y condición, el Vicepresidente segundo sigue con su forma de hacer política (en realidad impolítica) con el solo objeto de salir en los medios de comunicación, poner zancadillas a sus colegas en el Gobierno y erosionar a las instituciones del Estado.

Espero y deseo que los que sufren prisión por desafiar al Estado sigan en prisión hasta que la ley lo determine: recientemente la Sala Segunda del Tribunal Supremo les ha negado un régimen penitenciario más favorable del que tienen. Pero viene el señor Vicepresidente segundo y se saca de la manga que hay que indultar a los delincuentes, prístinamente juzgados, con todas las garantías procesales, ante todo el país, y con el agravante de no estar arrepentidos de sus delitos.

No soy un ciudadano español que practique el odio al que piensa políticamente de manera distinta a mí, si siquiera opuesta. Sé que los problemas planteados por la derecha española y por el independentismo catalán, como en otra época por el vasco, han de encontrar cauce mediante la negociación y la razón, pero no podrá excluirse de ello a la ley.

Si los tribunales europeos se han pronunciado sobre diversos tipos penales que en España no se corresponden con los de otros países, y el Estado está en curso de modificar el Código Penal en ese sentido, bien. Si las autoridades tuviesen que revisar las penas que corresponde satisfacer a los que violaron la ley flagrante y descaradamente, el Estatuto que ellos mismos se dieron, la Constitución que nos dimos todos, etc., bien. Pero meter prisa a un Gobierno, marcarle la agenda al ministro de Justicia, poner en jaque a todo el país (dando alpiste a la derecha) para que las elecciones en Cataluña se celebren con un plus favorable a unos en detrimento de otros, eso ya nos recuerda a las trampas del PP por las que está encausado.

El señor Vicepresidente segundo del Gobierno, que es una lacra –en mi opinión- para el país, tiene en esto mucho parecido con los dirigentes del principal partido conservador en España.

L. de Guereñu Polán.

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