No me refiero a la democracia en
un sentido teórico, con la que casi todo el mundo está de acuerdo: ¿quien se
presenta en un foro diciendo que está contra la democracia? Me refiero a las
piruetas dialécticas, a las mentiras, a las falsedades que se vierten sobre la
realidad. Por ejemplo, los dirigentes independentistas catalanes dicen
representar a la mayoría del pueblo catalán cuando en las dos últimas
elecciones autonómicas los resultados les desmienten. O bien escudarse en un
artificio electoral (la ley que prima a unos territorios en detrimento de
otros) para hacer valer lo que no vale (el presidente Trump, y no ha sido el
único, obtuvo menos apoyos populares que la señora Clinton).
Otro ejemplo está en los responsables
públicos (irresponsables) que meten la mano en la caja de los caudales públicos
en beneficio propio, o administran a favor de terceros el bien público con el
objetivo de ser recompensados por esos terceros más tarde. O bien esos
irresponsables públicos entienden que la mayoría de la población aprueba esas
prácticas (lo que no se sostiene) o se resisten a respetar la voluntad de la
mayoría, lo que es evidente.
Ya en su origen la democracia
empezó siendo el gobierno de los hombres libres (solo hombres), estando
excluidos los esclavos, las mujeres y los extranjeros, y ahora también tenenos
ejemplos en los que se ve lo difícil que es aceptar la democracia en su más
pura acepción.
Está pendiente –en España y en
otros países- de decidir si el que gobierne ha de ser el más votado o el que
concite más apoyos tras la votación, si esta debe ser a una o a dos vueltas, si
el sistema más adecuado a cada caso es el mayoritario o el proporcional, si ha
de haber mecanismos correctores de este último, etc.
Una prueba irrefutable de la
dificultad en aceptar la democracia es la resistencia a modificar las leyes
electorales para que estas permitan que el resultado final sea el más fiel de
los posibles a la voluntad de los votantes. Sabido es que un sistema
proporcional es más justo con la voluntad de los electores que cualquier otro,
pero la división en circunscripciones y el número de candidatos que se elijan
por cada una, juega un papel determinante (no descubro nada con esto). Siendo
así, la circunscripción más justa es la única, como para elegir diputados al
Parlamento Europeo (salvada la existencia de estados distintos en la U.E.).
Las provincias vascas eligen 25
diputados/as cada una, siendo así que la de Vizcaya tiene muchos más electores
que las otras dos juntas. En Cataluña, los mismos electores en una u otra
provincia no eligen al número de diputados proporcional a su población. Lo
mismo en Galicia, donde las provincias con menos población están primadas a la
hora de elegir a los diputados. Y luego salen parlamentos que no representan
realmente (en puridad) a los electores.
Hay ejemplos sobrados de cómo el
actual presidente del Gobierno español ha pretendido burlar a la Justicia, ha
encubierto el delito (y el anterior rey de España también) y no está solo en
este asunto. No digamos si extendemos la exigencia de la democracia al reparto
y disfrute de la renta y la riqueza (porque no hacerlo es negar lo más importante).
Con esto ya no están dispuestos a comulgar sino una –quizá- pequeña parte de la
población. Y sin embargo no habrá democracia plena mientras la riqueza no esté
repartida equitativamente (con las correcciones que impongan la burla y la
vagancia de no pocos). Pues ya vemos que la acumulación de la riqueza en unos
pocos no solo es negar la democracia en su sentido más amplio y puro sino el
impedimento para que la voluntad de la mayoría se imponga de una vez.
L. de Guereñu Polán.
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