Se ha alcanzado un punto en el
que lo que ya está en juego y en riesgo extremo es la dignidad ciudadana, la
integridad moral del país, y la ética. La democracia no puede seguir siendo
indecorosamente humillada y degradada. No se puede seguir sometiendo a España
al bochorno interno y exterior. Ni seguir deshonrando el sentido de una
presidencia democrática. No es momento de toma y daca de intereses de partido,
anteponiendo sus estrategias a la necesidad de una respuesta adecuada al
momento político.
No puede estar un día más en La
Moncloa quien mintió reiteradamente, convivio imperturbable con la corrupción, agredió
sin pudor a las clases más desfavorecidas y al dictado de los poderosos agigantó
la brecha social a niveles desconocidos. Un Presidente que mostró despreció
absoluto por los derechos civiles y sociales… Que jugó constantemente con la
Justicia para favorecer la impunidad, pero ni aun así pudo evitar que aflorase
y se pensase la ignominia.
Treinta y tres años de cárcel al tesorero
delincuente al que animaba el Presidente del Gobierno de España por un medio
electrónico. Un Presidente, cuyas palabras cuando pisó los tribunales (la
primera vez que un presidente de España en ejercicio se ve obligado a
enfrentarse a un juez), no eran verosímiles. Ni en sede judicial concilió con
la verdad, según pone en evidencia la sentencia. Un Presidente, que su vez
preside un partido, que es el único en democracia condenado por operaciones
corruptas. Un Presidente bajo cuya dirección los discos duros de los medios
informáticos de su organización son destruidos a martillazos ante la llegada
inminente de los investigadores policiales. Un rosario de tropelías que ponen
en evidencia a sus autores: ex-ministros, segundos de ministros, alcaldes,
diputados, eurodiputados, gobiernos de autonomías, colaboradores y amiguetes
diversos… Todos protagonistas en la macabra danza de saqueo y corrupción… Un
Presidente que se ahoga en una marea imparable pataleando agónico en el fango,
incapaz de hacer pie ante cada nueva ola…al tiempo que ve como varios de sus
ministros o altos cargos son reprobados por el Parlamento.
Un Presidente que del brazo de su partido hizo
lo imposible para enconar el tema de
Cataluña… Que fue escasamente leal en la lucha contra ETA…Que formó parte del
gobierno que quiso engañar al país el
11-M mintiendo con el mayor de los cinismos hasta quedar en evidencia… Un
Presidente que Intenta exonerarse atribuyendo al Sr. Aznar la corrupción… Pero
que bajo la presidencia del que él considera padre de todas las corrupciones,
ejerció como Vicepresidente del
Gobierno, Ministro del Interior, Ministro de Cultura, de Administraciones,
Portavoz del Gobierno, y coordinó campañas electores a nivel partidario del que
era entonces vicesecretario general… Que fue nombrado a dedo por el Sr. Aznar como candidato. Si, el mismo Sr. Aznar, del
“milagro económico” de la burbuja inmobiliaria y enajenamiento de gran parte
del patrimonio púbico entre amiguetes… ese caballero que mintió con todo
cinismo en el Parlamento sobre las armas de destrucción masiva y que presidió un
gabinete en el que el Sr. Presidente M punto Rajoy usted estuvo siempre, y del que 14 de sus ministros,
doce tuvieron o tienen cuentas muy graves con la Justicia…
Es indispensable, por un mínimo
de higiene cívica y salud pública, por decencia y por respeto a la ciudadanía
arbitrar desde la Ley y la Constitución las medidas para que este Presidente y el partido en que se aúpa, -un
mecanismo declarado por la Audiencia Nacional
“que como persona jurídica, a título lucrativo ha sido beneficiario de un
sistema de corrupción institucional”-, ocupe
un día más el Palacio de La Moncloa.
En cuanto a las declaraciones de
M punto Rajoy…y de su escudero Maillo tras conocer la censura registrada en el
Parlamento…son casi tan patéticas, estrafalarias o irreales como la “Operación
salvar al soldado Rajoy” por parte de los medios audiovisuales subordinados al
gobierno popular.
El recorrido de la moción podrá
ser incierto. Lo que ya no es incierto es que la decencia, el decoro, la
honorabilidad y la dignidad han abandonado espantadas el
Palacio de la Moncloa.
Antonio Campos Romay
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