Creo que un objetivo loable del Gobierno
socialista y del partido que lo sustenta es conseguir que la derecha no ocupe
el poder político durante muchos años, tantos como los más posibles, pues solo
esto hará que España progrese como lo hizo durante los más de trece años de
gobierno del señor González (errores aparte). La derecha española no es como la
francesa, la británica o la alemana, comprometidas con la democracia,
opositoras del fascismo a mediados del siglo pasado y reconstructoras de
Europa, junto con los socialistas, por lo menos hasta los años ochenta. La
derecha española, por lo menos la que representa el PP, es montaraz y
mentirosa, practica la rapiña y, en no pocas ocasiones, es reaccionaria.
Algunas de las medidas que ha tomado el
Gobierno del señor Sánchez en unos pocos días prometen que se puede movilizar a
la izquierda durante los próximos dos años, tope que imagino para que se
convoquen elecciones generales. El electorado de izquierdas, diverso, coincide
sin embargo en la defensa de los derechos humanos y en la extensión de los
derechos civiles, es partidaria de que prevalezca lo público sobre lo privado,
quiere que el Estado invierta en educación y en sanidad, en investigación y
desarrollo; quiere que el comportamiento de los cargos públicos sea ejemplar,
desea una política exterior multilateral y no alineada con los partidarios de
la guerra como solución primera a los problemas del mundo. La izquierda
española, como la izquierda en general, es comprensiva con las dificultades que
plantea la economía capitalista, pero es consciente también de que se la puede
combatir con unas estructuras públicas fuertes, capaces de detraer recursos de
las rentas altas, exigir la contribución de las rentas medias (las de la
mayoría) y que ello redunde en garantizar pensiones dignas, subsidios de paro,
atención a la dependencia, becas de estudio… servicios públicos en definitiva.
Creo que la reforma de la ley de relaciones
laborales actualmente en vigor será difícil de modificar en profundidad porque
a ello se opondrán el PNV, el partido del señor Mas y, por supuesto, Ciudadanos
y el PP. Pero el Gobierno socialista puede escenificar que quiere contar con
los sindicatos –incluso con ELA-STV- y hacer ver a la sociedad su cara más
solidaria.
Creo que las exigencias de la Unión Europea en materia de
déficit, gasto, salarios y deuda pueden ser discutidas: en eso consiste la
política, independientemente de que el margen de maniobra –no nos engañemos- es
pequeño. Por otra parte este, como cualquier otro gobierno, está al albur de
cualquier crisis económica internacional que surja, pues los grandes decisores
financieros tienen el poder de poner en jaque a estados enteros. Como las
crisis económicas suelen ser cíclicas, parece que la próxima tardará algunos
años en hacernos sufrir, sobre todo a los más débiles, pero debe tenerse en
cuenta que en España tenemos entre diez y doce millones de personas con rentas
muy bajas, en el umbral de la pobreza o en la pobreza de solemnidad. Un Estado
fuerte, como el socialismo ha defendido siempre, ha de tener recursos para
atenderles.
No me cansaré de decir que, en una economía
libre de mercado, el empleo lo crea la empresa privada, no el Estado (aparte
las promociones de funcionarios) por lo que, de nuevo, un Estado fuerte debe de
estar atento a los intentos de la gran patronal, pero también de los pequeños
empresarios, de boicotear el equilibrio y reparto de la riqueza. Cabe pensar
que el mundo empresarial no renuncia a crear empleo si ello le reporta
beneficios, pero los que hasta ahora han obtenido las grandes empresas son una
ofensa que hay que combatir.
La izquierda española, como la derecha, están
desunidas, pero la primera está, a la vez, desmovilizada, sin motivos para
embarcarse en un esfuerzo colectivo. Ilusionar y hacer ver que hay un Gobierno
honesto y decidido en políticas sociales puede hacer que la izquierda española
actúe en tromba cuando sea necesario, y solo así se podrá alejar por mucho
tiempo a la derecha del poder político.
Medios de comunicación, jerarquía eclesiástica,
gran banca, especuladores, la oposición conservadora, pondrán todas sus
maquinarias para desprestigiar al Gobierno, por lo que este no debe dar ni un
solo argumento gratuito a sus adversarios. Los autónomos españoles no están
bien tratados por la legislación, los trabajadores de los sectores
“colaborativos” tampoco, muchos obreros y empleados trabajan en condiciones
fuera de toda ley, hay pensionistas con limitaciones lacerantes. Esta es la
“clientela” del Gobierno que se llama socialista, a ella deben ir dirigidas las
políticas sociales. Y no es posible atender tanta demanda si no se detraen
recursos en mayor cuantía que en la actualidad: gestionarlos bien es también
necesario.
Hay una preocupación creciente en la izquierda
española: la preservación del medio ambiente, el ahorro de energía, la
regulación de los mercados que la suministran. He aquí otro campo de
ejemplaridad que el Gobierno tiene por delante. Salvo mejor opinión.
L. de Guereñu Polán.
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