Con casi tres años de retraso, la
izquierda española se hizo presente acuciada por un escenario que ya no admitía
siguiese enclaustrada en su inseguridad,
sus egos y sus complejos, su pasión cainita y su tactismo compulsivo. Tras tres
años perdidos, el Sr. Sánchez explora exactamente la misma posibilidad abortada
en su momento por fuego cruzado, amigo y de quien se presuponía que sin ser
amigo podría compartir grandes trazos de un cambio de rumbo. Curiosamente muchos
de los que dispararon desde sus líneas contra el Sr. Sánchez, hoy con visión
taumatúrgica y fe de converso, encuentran en su persona virtudes cardinales y
teologales en tal cuantía que asombran a aquellos que tuvieron a bien
acompañarle en su extenuante travesía del desierto sin haberlas descubierto.
Asimismo quien bloqueó toda
posibilidad, exigiendo poltronas ministeriales de forma extemporánea con una
riada de peticiones que hiciesen imposible vadear al Sr. Candidato en tal hora reunido
con el Jefe del Estado y ulteriormente con discurso bronco y rupturista, en
esta ocasión, con una mansedumbre, que a un escéptico pareciera impostada, asume
que es el presidente del Gobierno quien organiza su gabinete. Aunque al
hacerlo, asome su incomodidad por no participar en él, esgrimiendo un argumento
no menor, el reforzar sustancialmente un ejecutivo muy limitado en escaños. Trasluciendo
en ello, más allá de la forzada continencia, inequívocos signos de grietas en poco
más que epidérmica afinidad con el mismo. Lo que no deja de pincelar escenarios
azarosos.
El Sr. Sánchez, con fino instinto
ha sorprendido nuevamente a sus detractores. Reunió en
torno a la mesa del Consejo a un grupo humano en el que fácilmente se
reconoce un amplio abanico de la
sociedad española. Una colección de hombres y mujeres, en la que estas últimas
con su presencia mayoritaria, dan respuesta a una realidad donde la mujer manifiesta
con decisión legitima su empoderamiento y su protagonismo. Ciudadanas y
ciudadanos con interesante nivel
académico que no parece pueda estar al albur de recelos, sospechas o chapuzas. Donde
la anécdota de la condición sexual deja paso a la categoría humana. En la que
todos sus componentes tienen su vida profesional acreditada y no precisamente en
la sala de máquinas partidaria. Lo que den de si está por ver. Pero lo que les
precede invita al optimismo. Y sobre todo, en varios casos tras haber
desempeñado cargos públicos, la decencia les acompaña.
La tarea es ardua y la herencia incomoda
pese a las elucubraciones de quienes la dejaron tan a regañadientes. La deuda pública
en el sexenio negro se disparó. La hucha de las pensiones otrora repleta queda exangüe. El espejismo de la recuperación del
empleo, esconde a duras penas la precarización escandalosa del mismo y una tasa
de paro juvenil que se sitúa entre las peores de la UE. En consecuencia, aunque
sobre el papel aumenten las cifras de afiliaciones, la endeblez de
estas sigue sin compensar el gasto en pensiones. Acecha inocultable el aumento
del riesgo de pobreza, mientras las ingentes cantidades empleadas en sanear a
la banca se han ido por el vertedero, al igual que el dinero despilfarrado en “obras
públicas” con beneficiarios con nombre y apellidos. La erosión de la
credibilidad institucional y de los pilares del estado solidario genera una
brecha social temible. A ello se une la escasa pulcritud en el respeto a la
separación de poderes, voladura del pacto social, y una disparatada forma de
afrontar las relaciones con Cataluña. Contribuyendo todo ello al desgaste de
nuestro prestigio internacional.
Ciertamente estamos ante un
tiempo nuevo, pero no necesariamente tranquilo ni cómodo. En el que la geometría
parlamentaria más que variable, será casi acrobática. Y con el lastre de actores cuyas actitudes
reaccionarias y agresivas bordean peligrosamente la vereda de lo impropio en
democracia. Manifestaciones e insultos tabernarios, coros mediáticos
deslegitimando el proceso constitucional, desdoro de la condición de la mujer
reduciéndola a portadora de modelitos, descalificaciones mendaces a las que con
no poco entusiasmo se suma la insolencia injuriosa y verbo infame del Sr.
Hernando, portavoz parlamentario, al menos de momento, del grupo popular en el
Congreso. Un caldo de cultivo que auspicia la tensión como norma en los
próximos meses.
En última instancia en el legado
del Sr. Punto Rajoy, no cabe olvidar el estado de fronda y descomposición, de degradación
moral en la que deja a su partido. Incluida
la inmensa hendedura por la que entra a saco la formación que le disputa el
liderazgo de la derecha. Aunque tras la moción de censura, al menos de forma
temporal, los severos traspiés estratégicos de ese partido, hayan frenado en
parte la sangría.
Es el mismo líder conservador que
solemne y grave en sede parlamentaria afirmaba que “dejaba tras de sí un país
en mucha mejor situación que cuando accedió al cargo”… Algo tan difícil de
creer para la ciudadanía, como para la Justicia sus afirmaciones cuando
compareció ante ella para exponer su conocimiento de la corrupción del partido que presidia.
*Antonio Campos Romay ha sido
diputado en el Parlamento de Galicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario