lunes, 20 de agosto de 2018

La Casa Real calla


¿No ha de salir a la palestra pública la Casa Real y decir algo tranquilizador, o denunciar, sobre los rumores y noticias en relación a Juan Carlos de Borbón, el llamado rey emérito? Ya lo de emérito puede no ser apropiado, pues es de aplicación solo a quien se ha retirado de la función pública después de unos servicios ejemplares. No todos parecen haberlo sido en el caso de que se trata.

Si fuera cierto que Juan Carlos de Borbón es propietario de una fortuna de dos mil quinientos millones de euros ¿no ha de decir nada la Casa Real sobre la licitud de su acopio? No es necesario –ni obligado- que diga las maneras y formas en que se ha obtenido, simplemente una declaración sobre el convencimiento moral o la certeza de que la fortuna del anterior Jefe del Estado, sea cual fuere, ha sido obtenida por medios lícitos. Si no es así la Casa Real no puede encubrir la sucesión de delitos que se hubiesen producido.

Si una persona amiga de Juan de Borbón, hombre o mujer, se hubiese beneficiado de la condición de Jefe del Estado de aquel ¿no ha de saberlo el actual rey y salir por medio de un meditado y sincero comunicado a la opinión pública para desmentirlo o confirmarlo, denunciándolo en este caso?

En las monarquías el rey es la máxima magistratura del Estado (lo que no quiere decir que tenga el máximo poder) por lo que la andadura de un rey por el cargo debe de ser ejemplar si queremos exigirlo a los demás ciudadanos. ¿Cómo podremos hacer cumplir la ley al común de los mortales si la encarnación –en su momento- del Estado no lo ha hecho y ha incurrido en crímenes sucesivos?

El tema está en los medios de comunicación y en los tribunales de justicia. Un alto responsable de los servicios de inteligencia ha rendido explicación al Parlamento, pero solo en cuanto a la información de que dispone sobre la seguridad del Estado, no sobre otros casos de índole privada. La inviolabilidad de Juan Carlos de Borbón hasta el momento de su abdicación (art. 56.3 de la Constitución) ya no es tal una vez pasa aquel a ser “emérito” y su aforamiento le obliga a rendir cuentas ante la sala correspondiente del Tribunal Supremo. Pero la Casa Real no puede esperar a que los tribunales se pronuncien penalmente, ha de aclarar ante la opinión pública lo que esté en su mano aclarar, porque no puede alegar desconocimiento absoluto sobre los graves asuntos presuntamente ocurridos.

¿Ha sido el anterior Jefe del Estado mediador para el enriquecimiento de terceras personas y para el suyo propio? ¿Qué negocios le han unido o le unen a personas nacionales o extranjeras? ¿No le unen negocios de ningún tipo? ¿Ha tenido o tiene el anterior Jefe del Estado dinero oculto en cuentas bancarias de paraísos fiscales y/o en Suiza? Porque de ser así sería muy poco ejemplar, muy poco patriota… ¿Se ha beneficiado el anterior Jefe del Estado de alguna amnistía fiscal por sí o por medio de testaferros? ¿Posee mediante dádiva el anterior Jefe del Estado alguna propiedad inmobiliaria en Marruecos o en cualquier otro país, lo que podría ser constitutivo de cohecho?

Sobre todo esto la Casa Real puede decir lo que sepa, sin prejuzgar las decisiones judiciales; no pude permanecer callada (y si el silencio fuese inspirado por el Gobierno, peor). La Casa Real no debe encubrir a ninguno de sus miembros, ni al anterior Jefe del Estado; debe explicar a la opinión pública lo que sabe, ni más ni menos, expresando su parecer sobre las hipótesis planteadas y, eventualmente, la denuncia sobre la comisión de delitos que –eso sí- deben de ser demostrados por los tribunales de justicia. La Casa Real, en suma, puede pronunciarse ante la opinión pública sobre su convencimiento moral acerca de los hechos en discusión e investigación; permanecer callada aparenta complicidad, y la monarquía en España ya ha dado los suficientes casos de mal ejemplo como para ser necesario corregir radicalmente esa tradición.

No puede escudarse, el anterior Jefe del Estado, en que ahora es una persona privada, porque lo que se trata de descubrir son hechos durante su etapa pública; tampoco que fueron hechos en al margen de su cargo, sabiendo que la más mínima indicación de un rey se convierte en determinante para inclinar algo hacia un lado o hacia el otro. Juan Carlos de Borbón ¿está implicado en los casos de corrupción por los que ha sido condenado el señor Urdangarin y otros delincuentes convictos? No es poco para que la Casa Real no hable, máxime cuando sí lo hizo para condenar la violación de la ley por ciertas autoridades de Cataluña… E hizo bien.

L. de Guereñu Polán.

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