sábado, 15 de septiembre de 2018

EL GOLPE MEDIATICO.



Resulta patético que toda la iniciativa ultra-conservadora pivote en enlodar la vida política. Cuando gobernaban nos sorprendían cada día con un indecente rosario de corrupciones que avergonzaban a la ciudadanía al tiempo que la despojaban de sus derechos y dineros. Ahora acumulan despropósitos y bilis al verse desplazados de los que consideran su hábitat por derecho divino.
En los cien días del gobierno surgido de la indignación general ante la degradante deriva de la coalición de facto entre Rajoy y Rivera, y desde el mismo momento que M punto Rajoy disipó los vapores de la larga tarde de vino y rosas en que se votaba su destitución, comenzaron los ataques al nuevo ejecutivo.  
Se exige a este gobierno en cien días, lo que parecería  un exceso demandar a la Virgen de Fátima. Y en medio hubo de afrontar dos lamentables casos, de cariz distinto, resueltos con ejemplar coherencia en pocas horas. Es indescriptible el odio mediático que se desata contra el ejecutivo, especialmente, cuando tras superar las lógicas diferencias, asoman espacios de entendimiento con con la otra gran fuerza de la izquierda, Podemos. O se advierten horizontes plausibles y sensatos para abordar el dialogo con Cataluña.
Se desboca trastornada la razón. El abc de la indecencia se hace maquina. El mundo de las paranoias, muestra que le falta un tornillo. Suenan 13 truenos venenosos en TV, llamando a rebato el cascabel. Maúlla el gato al ver el agua. Definido como tal por el Sr. Del Olmo, “el terrorista de las ondas”, desayuna goma 2…y suma y sigue…
La pieza la señala Rivera, en sesión congresual, en cómplice anuencia con la Sra. Pastor, presidenta de la Cámara. De forma trapacera cambia su pregunta parlamentaria para enlodar el debate poniendo en duda la honorabilidad del presidente y de su currículo académico. Quizás necesita desfogar sus complejos por quedar en fuera de juego en la moción de censura, o por sentirse desairado por el socio al que sirve diligente, y que le copa de forma sustancial su espacio de derecha radical. O quizás por ver como por momentos se caen las plumas de su currículo tan inconsistente como variable.
Andan señoras y señores de esa blanca doble que es la derecha, en total batahola con el ejecutivo. Mientras entonan su letanía de amor a la Constitución, lo tachan de ilegal y espurio. El rencor ciega sus ojos e ignoran que la moción de censura es un mecanismo constitucional perfectamente definido en el marco del sistema parlamentario que establece.   
Se desmenuza la tesis doctoral del Sr. Presidente por activa y por pasiva. Y a cada hora que pasa la acusación es distinta, según se desvanece la anterior. Pero “inasequibles al desaliento” siembran difamación, insidias y dudas. Se denigra al tribunal, a la universidad, a particulares,  a todo lo que se mueva con tal de apurar el golpe de estado mediático. No es cosa que la verdad aborte el golpe…
Esa es la consigna desde los tenebrosos cubiles donde la decencia pierde su casto nombre.  Una señora con nombre de dos, literata del plagio, acusa… y el okey, a diario, lo pone copito de nieve, vil experto en adobar carroña, mientras multiplica por ocho a Pinocho. El asunto es poner en la parrilla al rojo vivo el obscuro objeto del odio.
Todo vale para atrapar en la máquina de la manipulación a través de una víctima, a todo un país. Decía el filosofo británico Bertrand Russel, “la calumnia siempre es sencilla y verosímil” Se trata  de emponzoñar la escena con ánimo desestabilizador y tentaciones totalitarias para alfombrar la vuelta del sexenio negro y desde la superchería quebrar la historia y el albor de un tiempo nuevo.   
 El arma de los miserables y de los cobardes es la calumnia, que en la astucia procaz de su indigencia moral son conscientes que aun que se aplaquen las heridas que produce, siempre dejan cicatrices. En el siglo XVII afirmaba William Shakespeare no sin cierto tono de resignación: “La virtud misma no puede librarse de los golpes de la calumnia”.
Quizás la receta, el antídoto, se halle en una sabia frase del padre fundador de la República norteamericana, George Washington: “Perseverar en el cumplimiento del deber y guardar silencio es la mejor respuesta a la calumnia”.  

 *Antonio Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia

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