lunes, 10 de septiembre de 2018

Másteres: correr sin avanzar




Proliferan los anuncios en Internet del tipo “¿Buscas masters? Éxito asegurado”. Nadie ignora que los másteres son un invento de las Universidades para financiarse, cuando no para que algún que otro profesor avispado y poco honesto se embolse unos dineros. Claro que existen másteres con contenidos verdaderamente justificados, pero otros no dan formación alguna y se obtienen con facilidad (pagando, eso sí) precisamente porque han sido creados no para formar, sino para ganar dinero.

Hay másteres sobre prevención de riesgos laborales, en abogacía, en Derecho Constitucional, en feminismo, en economía y otros títulos en ocasiones indefinidos y en otras lo suficientemente abstractos para que no se sepa muy bien en qué consisten. Algunos másteres coinciden con los contenidos de una Formación Profesional (riesgos laborales es solo un ejemplo) y otros no son más que repetición de estudios que los alumnos ya han realizado en sus carreras; se da el caso de másteres adaptados a alumnos con formación distinta a la del máster, con lo que se trata de un barniz que permite obtener un título para colgarlo en la pared y ponerlo en los “currícula”.

¿Un máster en abogacía para alumnos con el grado en Derecho? ¿Un máster el Derecho Constitucional? Si el alumno ha obtenido el grado en Derecho ya ha estudiado sus contenidos y si no, no es posible adquirir una verdadera formación en la duración de un máster.

Muchos de los que han cursado másteres (me pregunto por qué no llamarles “magister”, que es la palabra latina que se quiere mandar al ostracismo) saben que lo hacen porque no tienen trabajo, porque puede servirles para encontrarlo (grave error, la cosa funciona de otra manera) o porque el máster es, en efecto, útil. Esto último no siempre.

Luego está el método: los profesores son generosos con los estudiantes (en muchos casos solo matriculados), permiten la inasistencia a clase para tener menos trabajo, existen los másteres a distancia, presentando trabajos cuya autoría no es necesario acreditar; el trabajo fin de máster es, en ocasiones, una mera formalidad.

Otra cosa son los másteres creados para sustituir, por ejemplo, a los cursos de adaptación pedagógica, que eran una verdadera burla, y los hay ciertamente meritorios para quienes obtienen el título. Me permito recomendar que solo se cursen los másteres cuyo contenido es verdaderamente concreto y definido, cuyos profesores son razonablemente exigentes y en las Universidades que tienen un historial de honestidad. El resto es basura.

Ha existido en España una política, por parte de alguna Universidad, de ofrecer a políticos, empresarios, altos funcionarios, etc. La oportunidad de “cursar” másteres para obtener títulos sin dar golpe, cuidando solo la apariencia, aunque la realidad sea una burla. Algunos “alumnos” han caído en la trampa creyendo que nada se sabría, pero parece ser que no es así. Ya estábamos avisados y ahora se confirma el fraude.

L. de Guereñu Polán.



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