Rogelio Pérez Poza, a
quien conozco desde la mocedad de ambos, ha tenido a bien regalarme un libro
sobre la Unión General de Trabajadores en Galicia, aunque también contiene
información sobre la central sindical en toda España: “Comprometidos co presente e sementando futuro”.
En dicho libro se hace
mención a personas que conocí y pude saber de su compromiso, de su valía y
desprendimiento: Lois Pena, que llegó a ser alcalde de Cangas, Rubén Lobariñas,
auxiliar sanitario que me hizo reír no pocas veces y que siempre demostró un
tesón desinteresado y juvenil. También hablé en una ocasión, pero supe de su
larga andadura en la lucha sindical, con Jesús Mosquera, que fue durante muchos
años Secretario de la UGT de Galicia. Veo en una fotografía a Baltasar García,
persona de una fidelidad a la UGT y al Partido Socialista difícilmente
igualable; también a José Félix Blanco, optimista, luchador, enfebrecido
izquierdista que hoy no sería comprendido. Pero también veo citado y
fotografiado a uno que resultó un golfo y que no nombro por una elemental
delicadeza de mi parte.
Tengo un entrañable
recuerdo de Francisco Osorno, empeñado en agrandar la UGT y de mantener la
disciplina como en los viejos tiempos. También está en el libro que comento
Francisco López Peña, de cuya mano y de la de Manuel Espárrago y Pablo
Castellano entramos Mari (mi esposa) y yo en el Partido Socialista.
Irreconocible está en una fotografía Pose Mesura, con una juventud que se le ha
ido como a todos (¡ojalá no en su ánimo!).
En el primer Congreso
celebrado por la UGT después de la guerra civil, veo a Enrique Múgica y Nicolás
Redondo, Secretario este que cumplió el importante papel de implantar la UGT en
toda España después de haber quedado reducida a las áreas industriales y
mineras. Ha sido persona que me ha inspirado especial respeto y admiración,
honrado a carta cabal, comprometido con unas ideas que hunden sus raíces en los
orígenes del movimiento obrero y que tuvo que dar testimonio de oposición a los
ministros “tecnócratas” de varios gobiernos socialistas. Algunos de estos han
sido de gran valía, también ejemplares, pero tenían que gobernar con los
mimbres a su disposición…
Luis Tilve, prematuramente
fallecido, provenía del Partido Comunista; fue persona un tanto misteriosa,
bien formado, hecho a los modos de la clandestinidad y buen colaborador para
las labores de formación. Veo a Francisco Vázquez y Javier Pedrido; el primero
exitoso alcalde de A Coruña durante muchos años, válido y brillante, pero con
un ocaso en la vida política que ha empañado su recuerdo. Pedrido fue diputado
provincial conmigo en Pontevedra; siempre nos tuvimos estima y demostró tener
un gran sentido de la lucha sindical al mejor modelo largocaballerista: no
arriesgar en aventuras, salvar en primer lugar la organización, la cohesión
entre los afiliados.
Aparece en algunos
pasajes y fotografías del libro Felipe González, el valor más extraordinario
que el socialismo español ha tenido durante décadas, y de lamentar es también
que no haya sabido mantener el ideal de solidaridad en los últimos tiempos. Muy
enigmático fue Andrés Eguíbar, a quien conocí en Santiago a finales de 1975;
embebido en la lucha de café durante la clandestinidad, cuando la transición
democrática se buscó la vida que le permitiese tener un sueldo.
En las fotografías
aparecen muchos varones, muy pocas mujeres… otros tiempos en los que todavía no
se había asumido la necesidad de encuadrarlas en los puestos de dirección,
haciendo justicia a tantos años, siglos, de ostracismo y olvido. Cito a alguna
de las compañeras que conocí durante los años setenta y ochenta del pasado siglo:
Marisa Domínguez, de O Grove; Pitusa, hija del veterano Camarón en Lugo; Mari
Carmen en Cerdedo; las esposas de Giráldez y Callón, en Villagarcía, a quienes
pido perdón por no recordar sus nombres… tempus
fugit.
Veo a Pablo Pardo, que
llegó a ser Diputado en Cortes por Lugo, y a José Blanco, mucho más tarde
Ministro en uno de los gobiernos de José Luis R. Zapatero. Delgados, ingenuos,
como tantos otros de nosotros, no podían sospechar el devenir de sus vidas. Con
ellos también figuran en el libro que comento Fernández Moreda, luego
Presidente de la Diputación de A Coruña y Senador, siempre de la mano de
Francisco Vázquez. Aquí está también Gato Soengas, luego Diputado del
Parlamento Gallego y Alcalde exitoso de Monterroso… hasta que las desavenencias
propias de los que no tienen convicciones firmes, llevó al Partido Socialista
en la localidad a la derrota.
José Antonio Saracíbar
fue un sindicalista de hierro, sin ambiciones, tenaz, colaborador de Nicolás Redondo,
buen conocedor del hacer sindical y experto en la lucha obrera, se ha ganado la
admiración de muchos. Benito Gama me acompañó como concejal en el Ayuntamiento
de Pontevedra; persona desprendida, fue durante muchos años Secretario de la
UGT en la misma ciudad, pero antes luchador contra la dictadura y por la mejora
de las condiciones de los asalariados. Proveniente del movimiento de maestros
que con cierto éxito había encauzado Antonio Espinosa, he tenido siempre de él
un gran concepto. Carlos Alberto García Pol destacó en el sindicato de banca,
conociéndolo yo a finales de los años setenta.
Unos años antes nos
habíamos animado Mari Maceda (mi mujer) y yo a constituir la UGT en Pontevedra,
manteniendo durante algunos años un éxito pacato. De él nos sacó Arturo Hermida
Samartín, el cual trajo a los trabajadores de ENCE y estos a los de TAFISA, luego
vinieron los de varias entidades bancarias –entre las que destacó la Caja
Rural- y las trabajadoras de algunas empresas textiles en el rural pontevedrés,
y la cosa cambió. Nos animamos todos, el trabajo se hizo intenso en un viejo
caserón al lado de donde hoy se encuentra la Biblioteca Pública del Estado; nos
reuníamos en varias salas, redactábamos demandas, nuestros abogados recibían a
los afiliados, y también recibimos a una delegación de sindicalistas suecos que
se asombraron de la penuria en la que nos encontrábamos, a pesar del entusiasmo
que poníamos.
Mari Maceda fue la
número uno de la UGT de Pontevedra, y ella trajo a Pedro Vila y a varios desde
el Instituto Nacional de Estadística y otros organismos de la Administración
Pública. Por mi parte, al cabo de diez años de intensa militancia, me fui
apartando ante el empuje y valía de los que venían detrás, entre los que
destaco de manera sobresaliente a Marcelino Otero López.
L. de Guereñu Polán.
1 comentario:
Buenas noches,
He encontrado por casualidad este enlace en el que se menciona a mi padre Ruben Lobariñas.
Mi padre murió cuando tenía unos 13 años, y la verdad es que se muy poco de él. En parte por el tiempo que ha pasado, en parte porque por lo visto no compartía mucho de su vida fuera de casa.
Mi petición, si no le importara y fuera factible, es que me hablara de él. En concreto como era y como vivía fuera de casa (dentro de lo que pueda saber).
Me gustaría también que fuese totalmente sincero, que no solo hable de virtudes o buenos momentos, sino también de sus defectos o conductas "inadecuadas" que haya podido ver o conocer sobre él.
No se si este mail llegará a buen puerto (o a algún puerto), y sobretodo, si me he equivocado al preguntarle o no quiere hablar del tema, le ruego que me disculpe.
Sin mas, me despido con un gracias de antemano.
Un saludo,
Diego Lobariñas
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