jueves, 30 de septiembre de 2021

Un regalo

 

Rogelio Pérez Poza, a quien conozco desde la mocedad de ambos, ha tenido a bien regalarme un libro sobre la Unión General de Trabajadores en Galicia, aunque también contiene información sobre la central sindical en toda España: “Comprometidos co presente e sementando futuro”.

En dicho libro se hace mención a personas que conocí y pude saber de su compromiso, de su valía y desprendimiento: Lois Pena, que llegó a ser alcalde de Cangas, Rubén Lobariñas, auxiliar sanitario que me hizo reír no pocas veces y que siempre demostró un tesón desinteresado y juvenil. También hablé en una ocasión, pero supe de su larga andadura en la lucha sindical, con Jesús Mosquera, que fue durante muchos años Secretario de la UGT de Galicia. Veo en una fotografía a Baltasar García, persona de una fidelidad a la UGT y al Partido Socialista difícilmente igualable; también a José Félix Blanco, optimista, luchador, enfebrecido izquierdista que hoy no sería comprendido. Pero también veo citado y fotografiado a uno que resultó un golfo y que no nombro por una elemental delicadeza de mi parte.

Tengo un entrañable recuerdo de Francisco Osorno, empeñado en agrandar la UGT y de mantener la disciplina como en los viejos tiempos. También está en el libro que comento Francisco López Peña, de cuya mano y de la de Manuel Espárrago y Pablo Castellano entramos Mari (mi esposa) y yo en el Partido Socialista. Irreconocible está en una fotografía Pose Mesura, con una juventud que se le ha ido como a todos (¡ojalá no en su ánimo!).

En el primer Congreso celebrado por la UGT después de la guerra civil, veo a Enrique Múgica y Nicolás Redondo, Secretario este que cumplió el importante papel de implantar la UGT en toda España después de haber quedado reducida a las áreas industriales y mineras. Ha sido persona que me ha inspirado especial respeto y admiración, honrado a carta cabal, comprometido con unas ideas que hunden sus raíces en los orígenes del movimiento obrero y que tuvo que dar testimonio de oposición a los ministros “tecnócratas” de varios gobiernos socialistas. Algunos de estos han sido de gran valía, también ejemplares, pero tenían que gobernar con los mimbres a su disposición…

Luis Tilve, prematuramente fallecido, provenía del Partido Comunista; fue persona un tanto misteriosa, bien formado, hecho a los modos de la clandestinidad y buen colaborador para las labores de formación. Veo a Francisco Vázquez y Javier Pedrido; el primero exitoso alcalde de A Coruña durante muchos años, válido y brillante, pero con un ocaso en la vida política que ha empañado su recuerdo. Pedrido fue diputado provincial conmigo en Pontevedra; siempre nos tuvimos estima y demostró tener un gran sentido de la lucha sindical al mejor modelo largocaballerista: no arriesgar en aventuras, salvar en primer lugar la organización, la cohesión entre los afiliados.

Aparece en algunos pasajes y fotografías del libro Felipe González, el valor más extraordinario que el socialismo español ha tenido durante décadas, y de lamentar es también que no haya sabido mantener el ideal de solidaridad en los últimos tiempos. Muy enigmático fue Andrés Eguíbar, a quien conocí en Santiago a finales de 1975; embebido en la lucha de café durante la clandestinidad, cuando la transición democrática se buscó la vida que le permitiese tener un sueldo.

En las fotografías aparecen muchos varones, muy pocas mujeres… otros tiempos en los que todavía no se había asumido la necesidad de encuadrarlas en los puestos de dirección, haciendo justicia a tantos años, siglos, de ostracismo y olvido. Cito a alguna de las compañeras que conocí durante los años setenta y ochenta del pasado siglo: Marisa Domínguez, de O Grove; Pitusa, hija del veterano Camarón en Lugo; Mari Carmen en Cerdedo; las esposas de Giráldez y Callón, en Villagarcía, a quienes pido perdón por no recordar sus nombres… tempus fugit.

Veo a Pablo Pardo, que llegó a ser Diputado en Cortes por Lugo, y a José Blanco, mucho más tarde Ministro en uno de los gobiernos de José Luis R. Zapatero. Delgados, ingenuos, como tantos otros de nosotros, no podían sospechar el devenir de sus vidas. Con ellos también figuran en el libro que comento Fernández Moreda, luego Presidente de la Diputación de A Coruña y Senador, siempre de la mano de Francisco Vázquez. Aquí está también Gato Soengas, luego Diputado del Parlamento Gallego y Alcalde exitoso de Monterroso… hasta que las desavenencias propias de los que no tienen convicciones firmes, llevó al Partido Socialista en la localidad a la derrota.

José Antonio Saracíbar fue un sindicalista de hierro, sin ambiciones, tenaz, colaborador de Nicolás Redondo, buen conocedor del hacer sindical y experto en la lucha obrera, se ha ganado la admiración de muchos. Benito Gama me acompañó como concejal en el Ayuntamiento de Pontevedra; persona desprendida, fue durante muchos años Secretario de la UGT en la misma ciudad, pero antes luchador contra la dictadura y por la mejora de las condiciones de los asalariados. Proveniente del movimiento de maestros que con cierto éxito había encauzado Antonio Espinosa, he tenido siempre de él un gran concepto. Carlos Alberto García Pol destacó en el sindicato de banca, conociéndolo yo a finales de los años setenta.

Unos años antes nos habíamos animado Mari Maceda (mi mujer) y yo a constituir la UGT en Pontevedra, manteniendo durante algunos años un éxito pacato. De él nos sacó Arturo Hermida Samartín, el cual trajo a los trabajadores de ENCE y estos a los de TAFISA, luego vinieron los de varias entidades bancarias –entre las que destacó la Caja Rural- y las trabajadoras de algunas empresas textiles en el rural pontevedrés, y la cosa cambió. Nos animamos todos, el trabajo se hizo intenso en un viejo caserón al lado de donde hoy se encuentra la Biblioteca Pública del Estado; nos reuníamos en varias salas, redactábamos demandas, nuestros abogados recibían a los afiliados, y también recibimos a una delegación de sindicalistas suecos que se asombraron de la penuria en la que nos encontrábamos, a pesar del entusiasmo que poníamos.

Mari Maceda fue la número uno de la UGT de Pontevedra, y ella trajo a Pedro Vila y a varios desde el Instituto Nacional de Estadística y otros organismos de la Administración Pública. Por mi parte, al cabo de diez años de intensa militancia, me fui apartando ante el empuje y valía de los que venían detrás, entre los que destaco de manera sobresaliente a Marcelino Otero López.

L. de Guereñu Polán.

1 comentario:

Diego Lobariñas dijo...

Buenas noches,

He encontrado por casualidad este enlace en el que se menciona a mi padre Ruben Lobariñas.

Mi padre murió cuando tenía unos 13 años, y la verdad es que se muy poco de él. En parte por el tiempo que ha pasado, en parte porque por lo visto no compartía mucho de su vida fuera de casa.

Mi petición, si no le importara y fuera factible, es que me hablara de él. En concreto como era y como vivía fuera de casa (dentro de lo que pueda saber).

Me gustaría también que fuese totalmente sincero, que no solo hable de virtudes o buenos momentos, sino también de sus defectos o conductas "inadecuadas" que haya podido ver o conocer sobre él.

No se si este mail llegará a buen puerto (o a algún puerto), y sobretodo, si me he equivocado al preguntarle o no quiere hablar del tema, le ruego que me disculpe.

Sin mas, me despido con un gracias de antemano.

Un saludo,

Diego Lobariñas