lunes, 29 de noviembre de 2021

UN ESPECTACULO POCO EDIFICANTE. Antonio Campos Romay*

 La Constitución Española dedica una atención específica tanto a los FFAA como a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. A las FFAA la Constitución les confía la defensa de la soberanía e independencia nacional, la integridad territorial y el orden constitucional siempre bajo la dirección política del gobierno. A las segundas le confía, -bajo la estricta dirección del gobierno- la protección del ejercicio de los derechos y libertades y la garantía de la seguridad ciudadana.

Debe resaltarse que en el cumplimiento de las funciones encomendadas a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, son básicos los principios de jerarquía y subordinación. Sus singulares características como colectivos a los que el Estado confía medio coercitivos y potestades concretas justifica que al margen de su condición de funcionarios, vengan obligados de forma específica en sus actos, a acatar el ordenamiento constitucional y las leyes que dé el emanan, con neutralidad, rectitud y lealtad.

Es penoso contemplar en el Estado de Derecho construido a partir del Constitución de 1978, que los avances en la cultura democrática y subordinación al poder civil emanado de la soberanía nacional de los diversos servidores del Estado, semeje mostrar grietas. Y es muy grave que en tan indeseada deriva, los que impulsan tal camino, se halle jaleados y amparados por políticos que con escaso pudor se proclaman “constitucionalistas” mientras hacen a la Constitución rehén de sus ordalías y arma arrojadiza usada al servicio de sus paranoias.

Que miembros de la las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en una manifestación reciban al grito de ¡Presidente! ¡Presidente! al líder de la extrema derecha, el mismo que se niega en sede parlamentaria a reconocer la violencia de género, que excita el sentimiento xenofóbico, que deja en pésimo lugar los derechos humanos y civiles, no parece avalar un ejercicio de imparcialidad en sus funciones. Y pone en entredicho la pulcritud de su compromiso con el ordenamiento jurídico cuya obligación prioritaria es defender.

Mostrando una vez más su raquitismo político, su carencia de sentido de estado y su escasa vocación democrática, el líder de la oposición, Sr. Casado, todavía presidente del PP, se suma en la manifestación como ridículo corifeo. Atrapado en su mantra… “Una vez que se apruebe la ley la llevaremos al Constitucional”… y la expresión de su ensoñación que confunde con la realidad,…”Cuando sea presidente la derogaré y repondré la Ley “Mordaza”. Esa que ve con tanta suspicacia no solo la ciudadanía sino la Comisión Europea.

Acompañado de su escudero Martínez, a la sazón alcalde Madrid, reconocido como tal por romper a martillazos las placas de Largo Caballero y Prieto o los versos de Miguel Hernández, intenta dos objetivos en su aparición callejera: no coincidir con su “compañera” Ayuso de la que huye como el fuego, y hacerse desesperadamente un hueco entre los forofos de Abascal.

Ha sido un espectáculo degradante para una Policía y Guardia Civil herederas de un azaroso pasado, que se esforzaron meritoriamente con el conjunto de la ciudadanía en avanzar por la senda democrática. La penosa muestra de beligerante parcialidad mostrada por algunos de sus miembros amparados en la derecha extrema y la extrema derecha política, emborrona un largo y difícil camino recorrido positivamente en aras de restablecer una relación de confianza con la ciudadanía… Se enturbia la imagen como servidores públicos fiables en la pretensión de contraponer la presunción de veracidad y la presunción de inocencia, ambas irrenunciables. Cuya imparcialidad se quiebra cuando hacen propias argumentaciones falaces de parte, como coartada para rehuir su sometimiento al ordenamiento jurídico.

Una jornada que debe ser objeto de seria reflexión por parte de sus protagonistas por lo mucho que hay en juego. Y también de quienes son garantes del cumplimiento de las obligaciones del Estado en la defensa de los derechos de la ciudadanía garantizando el correcto comportamiento de las instituciones encargadas de tal salvaguarda.

*Antonio Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia

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