El primer Gobierno Zapatero propuso que España ampliara sustancialmente sus conexiones con el resto de la Unión Europea , muy limitadas entonces y ahora, tanto su red de gas como la red de muy alta tensión, contribuyendo así a la construcción de un mercado energético único. La inclusión en las listas de Proyectos de Interés Común habrían permitido que las obras se financiaran al 50% entre los Estados interesados y la U.E.
En el tema gas España disponía de un operador de primer nivel: Enagás, propietaria y gestora de la practica totalidad de la red de transporte y distribución de gas en el Estado español (con la pequeña excepción de la de Reganosa en Galicia), de hecho el proyecto, que se tituló MidCat, se empezó a construir a finales de 2010, con en principio la única oposición de grupos ecologistas locales a uno y otro lado de la frontera, el tramo construido llegó a Hostalric a principios de 2011, cerca de Martorell cabecera española del tubo, la francesa se situaba en la región Languedoc-Rossellón.
La oposición de los gobiernos de Merkel a que la U.E financiara, y los de Sarkozy que pretendía que pagara España pero que Francia se quedase con la gestión, paralizaron las obras (deben faltar unos 170 u 180 Km de los 235 previstos para la conexión entre ambas cabeceras).
Hubo nuevos intentos de retomar la idea, ampliando hasta la costa occidental de la U.E. cambiando el tamaño hasta los 1.000 km, e incluso el nombre (del que no quiero acordarme), intentos que lograron el acuerdo de Portugal, España y Francia, pero la firme apuesta de Alemania por el gas ruso, y la filtración de informes de consultoras energéticas y de ingeniería nórdicas que cuestionaban la viabilidad económica del proyecto, “salvo si se dan una concatenación de circunstancias más que improbables”, impidieron nuevamente el acceso a la financiación europea. Llegándose a afirmar que la construcción de ese tipo de mega infraestructuras solo responde a intereses corporativos y no a satisfacer necesidades reales de los ciudadanos.
En algún medio de comunicación de la época en que, ante la insistencia del actual gobierno español, se discutía nuevamente sobre la necesidad de interconexión energética, leí que el argumento de que la Península Ibérica dejaría de ser una “isla energética” era “un falso argumento” (sic). No estoy hablando de hace mucho tiempo, el articulo es de justo antes de la pandemia, a finales de 2019.
Hoy como en la antigüedad le sucedió al apóstol Pablo de Tarso todos los dirigentes europeos caen de sus caballos de opositores a la “excepción ibérica” y piden al sucesor de Zapatero ser acogidos en el seno de sus ideas sobre energía. (Excepto los del PP y “adláteres”).
Agosto de 2022
Isidoro Gracia
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